Y es que en el fondo, las emociones son lo que nos mueven, son la energía y el motor que hacen que podamos comer, buscar abrigo, defender nuestra integridad, sentirnos tristes por una pérdida o ilusionados ante un nuevo amor.
Pero claro, aunque todos sintamos las mismas emociones, cada uno de nosotros responde a ellas, de diferente modo y según sea su resultado, sabremos si la gestión ha sido la adecuada para nuestra salud mental o no.
Te comparto cuatro sencillos pasos que te van a poder ayudar a gestionarlas de la manera más eficaz para tu bienestar emocional:
1. Escuchar el cuerpo
Lo primero que debemos hacer es estar dispuestos a sentir, a percibir los diferentes cambios emocionales que sentimos en nuestro cuerpo debido a diferentes motivos, que van desde el hambre hasta la necesidad de transcendencia.Muchas personas, ante el caos que pueden llegar a generar las emociones en nuestro interior, sienten tanto miedo que deciden no querer sentir, negando todo cambio emocional en su interior.
Esta estrategia no ayuda a nuestra salud mental ya que niega algo que existe y por tanto solo puede generar que aumente nuestra ansiedad por el control y, en definitiva, quede resentido nuestro bienestar emocional.
2. Aceptarlas
De esta primera fase se deduce una segunda que muchas veces es el origen de muchas dificultades en nuestras vidas. Estoy hablando concretamente de la aceptación de las emociones.Si no aceptamos plenamente lo que sentimos, vamos a vernos inmersos en una situación caótica, llena de sombras, confusiones y momentos de gran malestar para nosotros.
Por ello debemos aceptar todo lo que sentimos dentro de nosotros, sin juzgar, aceptarlo sin moralidad. Si sentimos envidia, la sentimos; si es odio, lo sentimos; y si es amor, también.
3. Razonarlas
El ser humano no vive única y exclusivamente de emociones; tenemos el privilegio de contar con la razón, un instrumento de la mente que nos va a ayudar a gestionar correctamente las emociones.A la hora de utilizar la razón en la gestión de las emociones, deberemos no racionalizarlas, es decir, no verlas como un pensamiento que podemos cambiar a nuestro antojo.
Sí podremos modificar nuestras emociones a través de la razón, y este es en definitiva el objetivo de esta gestión; llegar a una forma de ver las emociones y sus circunstancias de tal manera que nos ayuden a tener otras emociones que nos hagan sentir mejor.
4. Actuar
Y por último, no podemos olvidarnos del último paso: actuar. Es habitual que una vez hayamos gestionado las emociones de una manera eficaz, tengamos que hacer algo al respecto.Por ejemplo, si concluimos que debemos pedir perdón y resolver el problema que hemos generado con nuestro comportamiento, deberemos ponernos en contacto con la persona, pedirle perdón y actuar para ayudar a solucionar la situación.
Una vez que hayamos actuado, seguiremos teniendo emociones, entrando en un círculo interminable, algo que es la piedra angular del ser humano y que por tanto, deberemos saber gestionar; ten en cuenta que dura toda la vida, ¿no crees?