Es increíble como la vida te puede cambiar de un segundo a otro. Y es increíble también como podemos estar tan absortos en el correr del día a día, que a veces ni nos damos cuenta de que nuestra vida está cambiando.
La semana pasada me enteré de la muerte de un amigo. Carlos, un señor de unos sesenta años. Felizmente casado, con dos hijos mayores, y dueño de su pequeño negocio: un barcito de lo más agradable al que siempre íbamos a desayunar o tomar un café cuando visitamos a mi hermana en Barcelona.
Carlos sufrió un infarto fulminante. Y allí inmediatamente le cambió la vida a la familia que dejó acá.
Al mismo tiempo, a mí me está pasando algo que también me ha cambiado la vida.
Y quién podría imaginarse que, en ambos casos, y en tantísimos otros casos más, la alimentación tenga tanto que ver.
El engaño de las calorías
La gran mayoría de la gente no se da cuenta de lo que significa comer. Pero bueno, nadie tiene la culpa de eso, porque nunca nos enseñaron realmente lo que es la comida.
Para mí, antes de interesarme en el mundo de la nutrición y el fitness, la comida era lo mismo que es para la mayoría de la gente: algo que hay que hacer, porque esa es la costumbre.
Claro, yo sabía que tenía que comer para seguir con vida, eso lo sabemos todos. Pero hasta allí. Del resto, la comida es simplemente algo rico, que se disfruta…
… o que te hace la vida imposible.
La comida es el pastel de cumpleaños, es la arepa del desayuno, el cafecito de la tarde y la pizza con el refresco para ver el partido.
La comida es la excusa para reunirse con la abuela, para levantarse del sofá, o incluso para levantarse en las mañanas del fin de semana.
La comida está allí, cuando quieras. Pero eso es todo.
Y así lo veía yo.
Hasta que me di cuenta que no hay nada más lejos de la realidad.
Esta visión tan emocional y simplificada de la comida nos viene como consecuencia del peor y más incorrecto consejo nutricional de todos los tiempos: “lo que importa es cuántas calorías consumes, y cuántas calorías quemas“.
Nada más alejado de la realidad.
Porque las calorías, la verdad, no tocan mucho pito en esta fiesta.
De hecho, si quieres perder peso, comienza por olvidarte de las calorías (creo que eso ya lo debes saber, porque de todas las veces que intentaste lograrlo a punta de calorías, ninguna te funcionó permanentemente).
¿Qué es entonces la comida?
Mírate la mano. Mira tu piel, tus uñas. Mira el color, siente la textura. Mira las venas que están por debajo. Mueve la mano y mira cómo se mueven los tendones. Siente los huesos de los nudillos y la muñeca. Toca algo.
Todo lo que conforma tu mano son células. Todo tu cuerpo, de hecho, está formado por células. Esas cositas redondas que tienen un montón de costas or dentro y que alguna vez nos enseñaron en clase de Ciencias.
Pues bueno, la comida que tú cumes tu cuerpo la separa en pedacitos pequeños que utiliza para formar, reparar, reconstruir y fortalecer las células de tu cuerpo.
Pero no sólo las células, sino todo lo demás que tienes dentro: los fluidos corporales, las hormonas, las enzimas, y hasta el ADN.
También lo utiliza para que todas esas partes se puedan comunicar bien entre sí. Como cuando ocurren muchos “corrientazos” en tu cerebro cuando recuerdas algo. O como cuando tu páncreas libera insulina para equilibrar los niveles de azúcar en tu sangre. O como cuando sientes dolor en un dedo porque te lo golpeaste con algo. O como cuando ese dedo se te inflama.
Bueno, la comida que comes sirve para que todos esos procesos de tu cuerpo ocurran.
Si comes la comida adecuada (la que tiene los nutrientes adecuados) todo funciona perfectamente. Te sacias cuando ya no necesitas comer más. Tus hormonas están balanceadas. Tu metabolismo funciona a buen ritmo. Tu cuerop se repara y se desintoxica sin problemas. Tus músculos están fuertes. Tu mente está clara y tus pensamientos fluyen sin problema.
Y, por fuera, te ves y te sientes maravillosamente.
Pero cuando no comes las comidas que tienen los nutrientes necesarios, sino que comes cosas que, además de no tener suficientes nutrientes, tienen un montón de sustancias que no le sirven a tu cuerpo y que, encima, lo intoxican… pues tu cuerpo funciona mal.
Y, por fuera, te ves mal, no te gustas y te sientes miserable.
¿Realmente estás bien?
Mucha gente ni siquiera se da cuenta de que a su cuerpo le están pasando cosas malas por dentro sino hasta que es demasiado tarde.
Porque nos la pasamos corriendo. Porque es más fácil seguir haciendo lo mismo de siempre que cambiar. Porque no tenemos tiempo para encargarnos de la comida, o no tenemos dinero para comprar los mejores alimentos o para que algún experto nos ayude a hacer las elecciones correctas.
No tener tiempo ni dinero para nuestra comida significa no tener tiempo ni dinero para nuestro propio cuerpo, para nuestra propia salud. Para nuestro propio futuro.
Por eso yo me alegro cada día de haber tomado la decisión, hace ya más de 4 años, de transformar mi relación con la comida.
Porque gracias a eso cambió mi vida.
Ahora estoy creciendo en esta nueva profesión que es el coaching nutricional, y mi felicidad de cada día es recibir los mensajes de las personas felices que han transformado su vida y su cuerpo con mi ayuda. De esas personas que tomaron la decisión y que hoy día saben que le están garantizando un futuro más brillante a sus hijos.
Gracias a que ahora sé que con cada elección de comida que hago estoy eligiendo mi futuro, tuvimos la alegría de tener a nuestra hija pequeña luego de más de 7 años de espera, con un diagnóstico comprobado de infertilidad de pareja, y con el primer intento de inseminación artificial, para el que las probabilidades de éxito suelen ser de menos del 25%. Y gracias a que sé que al comer yo construyo mi cuerpo tuve un embarazo perfecto, y una bebé aún más perfecta.
Gracias a eso ahora sé que le estoy ofreciendo a mi hijita, y a mi hijo mayor, la posibilidad de un futuro mejor.
Y gracias a todo eso, puedo decir que nuestra infertilidad se curó. Porque hoy, cuando mi hijo mayor tiene 18 años, mi hija tiene 21 meses, y yo voy a cumplir 38, mi cuerpo me dio la gran sorpresa de un nuevo embarazo, esta vez 100% natural
Y es por eso que no me has visto recientemente por el Blog o el Facebook, porque me estoy tomando las cosas con calma.
Tú decides
Así que éste es mi mensaje de hoy para ti:
Tu futuro está en tus manos. Está en tu plato.
Tú decides lo que comes, así que tú decides tu futuro.
Si no lo has hecho aún, date la oportunidad de un futuro feliz, sano y brillante. Créeme, vale mucho la pena
Y a ti Carlos, me quedo con tu sonrisa grabada. Gracias por todo.