Pasas mucho tiempo pensando en las calorías o valores nutricionales de lo que comes. Esto se refleja hasta en el tiempo que inviertes en comprar tu despensa, en las porciones de alimentos, etc., terminas convirtiéndote en un "experto" en calorías, proteínas, carbohidratos de todo lo que consumes, pero empiezas a rechazar productos que "engordan"
Te fijas más en lo que comen tus seres queridos, observas si se sirven mucho en el plato y siempre estás aconsejándoles o corrigiendo sus hábitos de alimentación.
Si comes algo de tu lista negra, te culpas o recriminas durante largo tiempo o piensas inmediatamente qué harás para compensar ese "pecado"
Estos son solo tres puntos, lo importante es que detectes si la comida te genera emociones negativas como: culpa, enojo, frustración, exigencia, etc., cuando se atribuye un valor emocional a algo instintivo como la alimentación, puede desencadenar problemas más serios para tu salud.
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