Las razones del acné no son todas conocidas. La primera es la pubertad; tanto en el hombre como en la mujer (con una acentuación para las mujeres en el momento del periodo), la aparición de pilosidad y la subida de las hormonas favorecen la aparición del acné. Pero son afecciones normalmente benignas que van evolucionando hacia la desaparición en algunos años sin provocar daños físicos grandes.
Pero el impacto psicológico y estético puede ser importante. La aparición de granos que crecen es un problema pero el que más son las secuelas en forma de cicatrices sobre la piel de la cara que puede dejar el acné.
Puede haber otras razones que provocan el acné. El estrés, la falta de sueño y el cansancio, un cierto tipo de dietas ricas en grasas y azúcares, ciertos medicamentos, la exposición a contaminantes con cloro (dioxinas), una higiene deficiente y la utilización de cremas cosméticas con muchos químicos que sellan los poros de la piel e impiden su buena respiración, y también un factor hereditario que no hay que olvidar, son algunos de los factores que favorecen la aparición del acné..
Las curas alopáticas disponibles no son eficaces al 100%, tienen efectos secundarios que pueden ser muy molestos e importantes, y además pueden ser muy caras.
El poder absorbente de la arcilla
La arcilla nos puede ser de gran ayuda para tratar las irrupciones de acné, aliviar los dolores y devolver una piel suave y sin marcas, y todo esto sin efectos secundarios ni alergias ni sobredosis, de manera natural y a un precio muy accesible.
En general, basta con aplicar mascarillas de arcilla verde (al menos una vez a la semana) sobre la cara y el busto en el momento de la pubertad, seguido de una aplicación de aceite vegetal mezclada con aceite esencial de árbol de té, para mantener un rostro sano y libre de granos (el aceite del árbol de Té es un bactericida y anti infeccioso muy potente).
La aplicación de la mascarilla de arcilla verde sobre la cara permite dejar abiertos los poros y las cavidades capilares evitando que se atasquen.
En caso de irrupciones más importantes o localizadas (espalda, cuello, axilas, entrepierna,...), la aplicación de una pequeña cataplasma de arcilla directamente sobre el grano permite un alivio rápido, vacía el cebón y facilita la cicatrización.
Nunca dejar secar la arcilla (hay una creencia nefasta que aconseja secar la piel para combatir el acné (sensación de piel grasa), pero esto desencadena el efecto inverso, una piel seca favorece la producción de sebo y cierra las cavidades pilosas, ¡lo que provoca la inflamación!).
La cura con arcilla es profunda y total e impide que vuelva el grano en el mismo lugar, porque actúa sobre múltiples aspectos.
La arcilla es muy absorbente (absorbe el exceso de sebo y abre los poros) y elimina las bacterias nocivas, pero también remineraliza y restablece los equilibrios internos de la piel (ácido-básico), descontamina y elimina las toxinas, acelera el proceso de cicatrización e impide posteriores infecciones, dejando una piel suave, firme, muy limpia y sin marcas.
¡Lo único que necesita la arcilla para curarnos es un poco de nuestro tiempo!