Tras la relajación inicial, céntrate en el círculo de la respiración, sólo en la entrada y salida del aire: inspira, espira, inspira… Cuando sientas tu mente y cuerpo totalmente relajados, retén la respiración. Todo queda parado, todo en guardia, esperando TU ORDEN para renovar el movimiento, cuando quieras -en unos 20 o 30 segundos-, vuelve a respirar.
Tus movimientos conscientes han quedado parados y has sentido que tienes el poder de que tu cuerpo se sienta mejor o peor, tu ordenas.
Respira, sigue el círculo de la respiración, enviando los inputs a tu cuerpo de que TU ORDENAS, y ahora no quieres otra cosa sino que todas tus funciones se regulen a la perfección, así visualizaremos órganos, sistemas, células, huesos, venas y arterias… para asegurar su correcto funcionamiento. Para ello imagina tu cuerpo, su interior, desde la cabeza, hasta los pies y, si encuentras o sientes alguna molestia o malestar, para tu respiración, retenla unos segundos, centrado en la zona de la molestia, y cuando lo creas oportuno vuelve a respirar, sintiendo, ordenando que todo funciona a la perfección, que tus células se regeneran, que bloqueos y tensiones desaparecen, que tus órganos trabajan suavemente y sin esfuerzo. Siente que tienes el poder, que cualquier dolencia o malestar ha sido creado por ti mismo, por tu inconsciente que asustado o preocupado no recordó que debía respirar y dejó de hacerlo, por eso enfermó la zona que en aquel momento era más débil.
Permite que todo tu cuerpo respire acompasadamente y siente que ese aire limpia, oxigena y nutre todas las funciones de tu cuerpo.
Cuando hayas recorrido todo tu cuerpo, haz un par de respiraciones profundas, y poco a poco ve tomando conciencia de tu cuerpo. Cuando estés preparado abre los ojos, sintiendo la oxigenación y limpieza que se ha producido en tu cuerpo.
Un abrazo, Lucía R. Alonso