Lo que sucede es que existe una enorme cantidad de información que ha sido de alguna forma alterada, llevándola casi al punto en el que no puede distinguirse si se trata de terrores nocturnos (ya veíamos qué son los terrores nocturnos en niños), sonambulismo o pesadillas.
Antes de nada debemos tener en cuenta que los terrores nocturnos no son sueños, por lo que tampoco pueden ser pesadillas, ya que las pesadillas suelen ser definidas como sueños desagradables.
Esto se puede entender un poco mejor si primero aclaramos que, cuando nos vamos a dormir, se presentan varias etapas durante nuestro descanso.
Durante las primeras etapas, estamos más o menos concientes de nuestro entorno, es la primera etapa o alpha del sueño. Es esa etapa en la nos estamos quedando dormidos, pero un ruido puede despertarnos y en ese punto nos percatamos de que nos estábamos quedando dormidos.
Avanzando mucho más en las etapas del sueño, llegamos a la etapa REM, que es cuando se presentan los sueños y/o pesadillas. En esta etapa, estamos mucho menos concientes de nuestro entorno, ya que podemos no despertar incluso si se produce un fuerte ruido o si se enciende la luz por nombrar algunos ejemplos.
Los terrores nocturnos se presentan fuera de la etapa REM, en las primeras etapas del descanso, por lo que se infiere que no son pesadillas.
Lo difícil de definir es que, aún cuando se presentan durante las primeras horas de sueño, quienes las padecen casi nunca recuerdan los episodios. Es decir, se suelen caracterizar porque las personas despiertan gritando desesperadamente, con taquicardia, como si realmente hubiesen visto un fantasma o algo parecido que les produjo un intenso terror. Sin embargo, se suelen volver a quedar dormidos al poco tiempo y cuando despiertan casi nunca recuerdan haberse despertado gritando.
Los terrores nocturnos no son sueños que se producen por miedo a algo, sino por una actividad irregular del sueño.
¿Qué podemos hacer para afrontar los terrores nocturnos?
Se considera que son el reflejo de etapas más inmaduras del sueño, en las que el niño se encuentra con serios problemas para poder concienciar el sueño, pasar del más profundo al más superficial. Y, además, en muchas ocasiones, los propios niños no recuerdan estos temores; pero, para los padres es algo de gran preocupación.
Muchos niños gritan o, incluso, sollozan, suspiran, se agitan o corren por la casa con los ojos abiertos; pero, no ven nada, ni parecen escuchar a sus progenitores que suelen intentar tranquilizarlos. Pero, ¿qué se puede hacer?
Realmente, no tenemos ninguna herramienta, sólo esperar a que desaparezca y que no ha sido por nada que le haya pasado al niño, ni le va a provocar ningún trauma al pequeño. Sólo hay que abrazar a nuestro hijo, calmarle y pasar una toalla fresca por la cara. Así, el niño irá tranquilizándose y empezará a salir de la situación de ensoñación..
Lo mejor es lograr un patrón de sueño más maduro, para lo cual necesitamos un horario regular del mismo y que el niño duerma las horas suficientes.
Si los temores son muy frecuentes, entonces, si podemos ir a un médico para que nos diagnostique el problema base, mientras tanto, tranquilos.
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