El seppuku o hara-kiri consistía en
abrirse el vientre por debajo del ombligo.
Había evisceración y gran hemorragia.
Era especialmente doloroso. Para
evitar una penosa agonía, un ayudante
decapitaba al suicida una vez que
la herida autoinfligida se completaba.
La supervivencia y la autoconservación, personal y de la especie, se establecen en el Zhi o actividad espiritual del Riñón. Lo más común es que cuando el Riñón se agota empiecen a proliferar miedos y temores y se empiece a flirtear con la autodestrucción, desde pequeña y simbólica (debo dejar este trabajo, alguien lo hará mejor que yo; mi familia estaría mejor sin mí, tendría que irme) a la definitiva: el suicidio.
¿En qué situaciones se agota el Riñón? Patologías específicas renales que agoten su fuerza, enfermedades crónicas largas y desgastantes, consumo de drogas (alcohol incluido) y sencillamente el paso del tiempo. La vejez no es más que el estado final de la energía vital; a medida que se va terminando nos apagamos y nos rendimos a la muerte, o bien sucumbimos al terror ante ella.
Pero volviendo al suicidio, no toda la gente que lo comete es enferma crónica o tiene un historial de drogas. Hay quien llega al suicidio como salida lógica y razonable ante una situación que los supera. Para poner ejemplos muy evidentes podemos pensar en la antigua Roma y el Japón feudal. En ambos mundos había estrictos códigos morales y cívicos y una fuerte sensación de pertenencia a un grupo. Las actividades individuales repercutían en el grupo, y un acto vergonzoso de un samurai o de un senador podían cubrir de vergüenza a toda la familia, el clan o el partido político.
Había que evitar el deshonor a toda costa. El suicidio se estableció como una respuesta decente y expiatoria para los errores. Uno ponía fin a su vida en una ceremonia cuidada y no había vergüenza para nadie, o se atenuaba casi por completo.
Los romanos preferían certeras
puñaladas o una muerte dulce
en el baño, con las muñecas abiertas.
Estos suicidios por honor no parecían ser demasiado angustiosos para quienes los practicaban. Unos morían resignados y cumpliendo con su sentido cívico; otros llegarían al final plenamente convencidos de lo que hacían, moralmente muy satisfechos y hasta orgullosos. Otros se verían víctimas de la presión social y morirían con amargura. De mejor o peor grado, todos aceptaban el suicidio y lo llevaban a cabo. ¿Cómo es posible vulnerar tanto el instinto de autoconservación? Esta gente no tenía el Riñón dañado.
No, no se trata de deficiencia renal sino de adoctrinamiento, educación, principios, lógica o, dicho en chino, una "Plenitud de Shen".
Situación normal. Agua
controla a Fuego.
Pensemos en la Pentacordinación o teoría de los Cinco Elementos. Riñón controla a Corazón. Zhi (deseos, supervivencia) controla a Shen (raciocinio, intelecto). El instinto de supervivencia evita que tiremos la toalla cada vez la lógica nos dice que no hay salida. Seguimos viviendo. Y si no es posible seguir viviendo como hasta ahora, cambiamos de vida, emigramos o nos disfrazamos o hacemos lo que haga falta.
Ahora supongamos que aún con una potencia renal normal, Shen empieza a crecer a base de códigos de honor, ideas religiosas, normas éticas, maestros severos y toda una sociedad inculcando el sentido de la nobleza, del orgullo y de lo que es tolerable y lo que no. En el marco de la acupuntura esto podría considerarse una Plenitud, un crecimiento anómalo hasta el punto de volverse peligroso y patológico. Es decir, que de tanto Séneca y Bushido se nos pasa de vueltas la cabeza y podemos llegar a posiciones antinaturales, como la de considerar el suicidio. Si la muerte voluntaria es aceptable o no es cuestión de cada cual, pero lo cierto es que no encaja en la naturaleza.
Situación anormal. Fuego
menosprecia a Agua y queda
fuera de control.
Volviendo a la Pentacordinación, la energía entra en Ciclo de Menosprecio y la relación Riñón-Corazón se invierte. Corazón-Shen empieza a dominar sobre Riñón-Zhi. Mi convicción intelectual empieza a ser más fuerte que mi impulso de sobrevivir. Querría seguir viviendo, pero sé que debo morir. Dado que el Riñón no estaba dañado y por tanto puedo afrontar el el miedo con cierto aplomo, no huyo y acepto el suicidio. Y si la Vesícula Biliar está bien, doy el paso y lo pongo en práctica.
Ya lo dijo Cervantes: cuidado con los libros de caballerías, secan el cerebro.
¿Estás en esta dinámica? Entonces necesitas reposo, meditación que te acerque a la naturaleza y puntos acupunturales para "calmar el Shen", "abrir los orificios" y "tonificar el Riñón".