El funcionamiento del tiroides es imprescindible para que el organismo actúe adecuadamente y, de entre las funciones a destacar, destacamos el desarrollo normal del cerebro, del sistema muscular, del crecimiento en altura, del control del ritmo cardíaco y del metabolismo de las grasas y azúcares.
Estas funciones las realiza el tiroides liberando a la sangre las hormonas tiroideas que produce. Estas hormonas del tiroides son dos: la T4 y la T3. La T4 se denomina tiroxina o tetrayodotirosina y la T3 triyodotironina. En definitiva, tetrayodotirosina indica que la hormona lleva cuatro moléculas de yodo y, la triyodotironina, lleva tres moléculas de yodo. Para que el tiroides fabrique hormonas tiroideas precisa de yodo suficiente.
¿Y qué es el yodo?
El yodo es un elemento químico que abunda a nivel del mar y es escaso en las montañas.
Las fuentes naturales de yodo incluyen, fundamentalmente productos del mar, como las algas (no usar en embarazadas, por excesivo contenido en yodo), los pescados y los mariscos entre otros.
Las poblaciones que estén más cerca del mar suelen tener más abundancia de yodo en su dieta por el aporte de los productos del mar, pero a medida que nos alejamos de la costa y sobre todo en regiones montañosas el déficit de yodo en la dieta puede ser notable, recomendándose a la población en general el consumo de la sal yodada.
En países muy montañosos como Suiza y Austria el suministro de yodo a la población lo hacen a través de la red de aguas.
Ciclo del yodo
El yodo tiene su mayor concentración en el mar donde es de 50 microgramos por litro de agua de mar. El agua del mar se evapora y trasporta cierta cantidad de yodo que se precipita por medio de la lluvia en regiones interiores.
Según las características del suelo donde cae esa lluvia se mantiene, más o menos, dicho yodo en el suelo y si no se queda en el suelo, es arrastrado a los ríos por las aguas y en estas aguas de los ríos su concentración es de aproximadamente 5 microgramos por litro, es decir, diez veces menos que en el mar.
Debido a ese ciclo del yodo los alimentos que más contenido tienen en yodo son los del mar, el agua que bebemos suele aportar el 10% de las necesidades de yodo, dependiendo de la región y otros alimentos que aportan yodo son la leche y el huevo, pero dependen de la dieta de los animales ya que hay piensos con alto contenido en yodo.
Por ello y como el ciclo del yodo no es regular en todas las regiones la forma más fácil de garantizar el aporte adecuado de yodo es el aporte de sal yodada en la alimentación.
Bocio y cretinismo
El bocio y el cretinismo eran las principales enfermedades producidas por el déficit de yodo en la dieta.
El bocio consiste en un agrandamiento de la glándula tiroides que se encuentra en el cuello y que llega a ser de un volumen notable.
El cretinismo es la consecuencia del desarrollo deficiente del sistema neurológico durante la gestación con déficit de yodo, dando lugar a retraso mental o cretinismo.
El cretinismo es la principal causa de déficit mental evitable.
Pero no fue hasta 1.820 cuando el Dr. Coindet de Suiza demostró que se podría solucionar el bocio añadiendo yodo en gotas, no obstante, también se vio que el exceso de yodo producía unos síntomas distintos como es el hipertiroidismo.
Recomendaciones de la OMS sobre el aporte de yodo
Puesto que la carencia de yodo es frecuente a escala mundial, la OMS recomienda desde hace bastantes años un suplemento de yoduro potásico en los alimentos en los alimentos de base como el pan, la leche los cereales y la sal de cocina o sal yodada.
Los objetivos de salud pública de reducir el consumo de sal y aumentar la ingesta de yodo no son contradictorios, ya que la concentración de yodo en la sal puede ajustarse en función de las necesidades. La supervisión de la cantidad de yodo en la sal y de las reservas de yodo de las personas resulta crucial para satisfacer las necesidades de la población sin sobrepasarlas
Cuánta cantidad de yodo se recomienda
Las necesidades fisiológicas de yodo deben de quedar cubiertas por los alimentos que consumimos.
Las necesidades diarias de yodo en función de la edad son las siguientes:
Entre 0 y 12 meses: 50 microgramos/día
Entre 1 año y 6 años: 90 microgramos/día
Entre 7 años y 12 años 120 microgramos/día
Más de 12 años 150 microgramos /día
Embarazadas y lactancia 200 microgramos/día
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