En una época donde el asesoramiento dietético se distribuye de forma libre por prácticamente cada uno de los funcionarios de salud pública a los entrenadores personales y familiares bien intencionados, es decir, a todo el mundo, una recomendación ha sonado a través de tres décadas con la fuerza de Evangelio indiscutible: Comer menos sal para bajar la presión arterial y vivir una vida más larga y saludable. Gary Taubes, 1998
En la primera entrada de esta serie, os hablé de la historia de la sal en la dieta humana y la necesidad fisiológica por la sal.
Muchos defensores de la dieta paleo sugieren limitar la sal basado en pruebas de bajo consumo de sal durante la era paleolítica.
Esta limitación calza con las recomendaciones hechas por diversas organizaciones de salud.
Como el USDA y la American Heart Association, quienes sugieren limitar el sodio a por lo menos 2.300 mg por día y hasta apenas 1.500 mg al día (1, 2).
Y si nuestros antepasados paleolíticos comían una dieta baja en sal, entonces ciertamente debe ser saludable, ¿verdad?
No necesariamente.
Recientemente, se han estado acumulando pruebas contra las directrices universales para la restricción de la sal.
Una dieta baja en sal puede provocar consecuencias graves para la salud y en general, la mortalidad aumenta.
Especialmente en presencia de ciertas condiciones crónicas de salud y factores de estilo de vida.
En esta entrada mostraré la evidencia científica que contradice las recomendaciones de la restricción de sal, así como los potenciales riesgos para la salud del consumo de una dieta muy baja en sal.
Consecuencias graves para la salud de la restricción de sal a largo plazo
Si bien la hipertensión inducida por el sal es culpada típicamente como causa de enfermedades del corazón, una baja ingesta de sal se asocia con una mortalidad mayor causada por problemas cardiovasculares.
Un estudio del 2011 en el Journal of the American Medical Association muestra que en las regiones donde la dieta es baja en sal son más probables los accidente cerebrovascular, ataque cardíaco y la muerte (3).
Comparado con la eliminación moderada de sodio, había una relación entre menos excreción de sodio y el aumento en la tasa de mortalidad cardiovascular (CVD) y hospitalización por insuficiencia cardiaca coronaria.
Estos resultados demuestran un menor riesgo de muerte por excreción de sodio entre 5.99 y 4 gramos por día, excreción que se produce en dietas con consumo de sal, de moderado a alta.
Otro estudio de 2011 confirma esta observación.
No sólo fue menor la excreción de sodio asociada con una mayor mortalidad de CVD, sino que la excreción de sodio basal no predijo la incidencia de hipertensión.
Además cualquier relación entre la presión sistólica y la excreción de sodio no se tradujo en menor morbilidad o mejoró la supervivencia (4).
Las dietas bajas en sal contribuyen a un aumento en las hormonas y los lípidos en la sangre.
Un estudio del 2012 en the American Journal of Hypertension encontró que las personas con una dieta baja en sal desarrollaban mayores niveles plasmáticos de renina, colesterol y triglicéridos (5).
los autores concluyeron que la leve reducción de la presión arterial fue eclipsada por estos efectos antagónicos, y esa restricción de sodio puede tener efectos negativos netos a nivel poblacional.
Además, la ingesta baja de sodio se asocia con resultados deficientes en la diabetes tipo 2.
Un estudio del 2011 estudio demostró que las personas con diabetes tipo 2 tienen más probabilidades de morir prematuramente cuando siguen dietas bajas en sal, debido a complicaciones de todo tipo, especialmente la mortalidad cardiovascular. (6)
Además, un estudio de Harvard en el 2010 vinculó las dietas baja en sal como el comienzo inmediato de una resistencia a la insulina, un precursor de la Diabetes tipo 2 (7).
Estos estudios ponen en entredicho la pertinencia de las directrices que abogan por la restricción de sal para los pacientes con diabetes tipo 2.
La restricción de sal también es problemática para los atletas, especialmente los que participan en deportes de resistencia (8).
Estudios recientes han demostrado que los atletas de resistencia comúnmente desarrollan hiponatremia, o sea, bajos niveles de sodio en la sangre, incluso en ausencia de síntomas cognoscitivos.
En la maratón de Boston de 2002, se encontró que 13% de 488 corredores estudiados presentaron hiponatremia, y estudios de otros eventos de resistencia han informado de la incidencia de la hiponatremia en hasta un 29% (9).
Mientras que la mayoría de estos atletas deficientes en sodio son asintomáticos o levemente sintomático con náuseas y letargo, pueden ocurrir manifestaciones graves como edema cerebral, edema pulmonar no cardiogénico y muerte. (10).
Es extremadamente importante que los atletas de alta intensidad o ejercicios de larga duración, reemplazen adecuadamente la sal perdida a través del sudor.
La restricción de sal puede ser especialmente peligrosa para las personas mayores.
Ancianos con hiponatremia tienen más caídas y rotura de cadera, al mismo tiempo que experimentan disminución en las capacidades cognitivas (11).
La hiponatremia es un hallazgo frecuente en los ancianos, con una prevalencia alta especialmente en aquellos con enfermedad aguda.
Es otra población en riesgo de consecuencias graves para la salud debido a la restricción universal de sodio.
¿Por qué el Gobierno todavía recomienda la restricción de sal?
Expertos sanitarios convencionales han estado recomendando la restricción de sal desde la década de 1970.
Cuando Lewis Dahl estableció la prueba de que la sal provoca hipertensión (12).
En su investigación, él indujo hipertensión arterial en ratas al darles de comer el equivalente humano de más de 500 gramos de sodio al día; 50 veces más que el consumo promedio en el mundo occidental (13).
Dahl también invoco evidencia de que las culturas que consumen grandes cantidades de sal tienden a tener presión arterial más elevada que las culturas que consumen menos sal (14).
Sin embargo, cuando el estudio Intersalt investigo esta posible relación, al controlar factores de confusión la correlación entre presión arterial e ingesta de sal casi desapareció.
Por alguna razón, esta evidencia contradictoria todavía se utiliza hoy para justificar la restricción de la ingesta de sal.
En 1998, Gary Taubes escribió un artículo para la revista Science destacando el choque de las políticas públicas con la polémica evidencia científica para la reducción de sal (15).
Describió cómo la mayoría de la discordancia científica sobre la reducción de sal fue eclipsada por la atención pública dada los beneficios de evitar la sal.
Como Taubes explicara hace más de una década, los datos que apoyan la reducción universal de sal nunca han sido convincentes, ni ha se ha demostrado que este programa no tendría efectos negativos imprevistos.
El estudio Intersalt llevado a cabo en 1988, diseñado para resolver las contradicciones en los estudios epidemiológicos y ecológicos, no pudo demostrar una relación lineal entre la ingesta de sal y la presión arterial.
Ahora, en el 2015, tenemos los datos que sugieren que la restricción de sal a largo plazo puede plantear riesgos graves para la mayoría de la población.
Sin embargo, las principales directrices de las distintas organizaciones de salud todavía recomiendan la restricción de sal para todos las personas, independientemente del estado de la presión arterial.
En definitiva, hay un rango saludable de consumo de sal para la mayoría de la gente.
Al comer una dieta de alimentos naturales, la mayoría de las personas tiende a consumir una cantidad adecuada de sal simplemente debido a una preferencia innata por la salinidad.
De hecho, el consumo de sal en el mundo por más de dos siglos se ha mantenido en el rango de 1,5 a 3 cucharaditas por día, que parece tener un menor riesgo para la enfermedad (16).
Nuestros cuerpos pueden tener un apetito natural de sodio a través del cual se regula la ingesta ideal de sal.
Comer alimentos enteros, una dieta tipo paleo y eliminar los alimentos procesados, el exceso de sodio en tu dieta se reducirá drásticamente.
Por lo tanto, puedes confiar en seguir tu propio deseo natural por la sal cuando la agregas a los alimentos durante la preparación.
En otras palabras, hay pocas razones para privarnos de sal!
En la próximo entrada, discutiré las condiciones en que la reducción de sal puede ser justificada y los nutrientes que pueden ser más importantes que el sodio para controlar la presión arterial y la promoción de la salud en general.
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