Normalmente no nos paramos a ver nuestras reacciones. Es más, las justificamos como un acto que desequilibra nuestro “centro” sin cuestionar lo que ocurre. Es totalmente inconsciente y en los pequeños detalles se esconde el detonante.
Los engramas son conexiones neurológicas grabadas en nuestra memoria celular.
Esta propuesta no fue tomada en cuenta anteriormente, sin embargo, en los últimos años han salido a la luz varios experimentos científicos sobre la información que guarda nuestra memoria. La revista científica Science en su día publicó una investigación sobre la memoria perdida en ratones y cómo la recuperaron del Instituto Tecnológico de Massachussets abriendo un nuevo campo a este tema con unos esperanzadores resultados. Y de controversia.
Según la investigación, se concluyó que, nuestros sentidos recogen toda la información y se instaura como un engrama en el cerebro humano. Tras un impacto emocional, lo que rodea a la persona en ese instante será de vital importancia para que se active un engrama: El escenario contiene un olor, un sabor, sonidos, imágenes y palabras.
Si nuestro cerebro es cuántico, es decir, emite y recibe información a través de unos circuitos que le permite ver el mundo de una forma determinada. El concepto holístico en este casa es imprescindible para identificar la información proyectada desde la mente subconsciente.
La gran mayoría vivimos al margen de estos patrones que, aparentemente son “normales”, pero en realidad llevan una impronta que no se forma por casualidad si no, más bien, está condicionada por situaciones, programas o creencias vividas por la persona que quedan anclados en su memoria para adaptarse y sobrevivir.
Ejemplos
Para tenerlo más claro aquí expongo dos ejemplos:
Una mujer está en el quirófano y durante la cesárea se encuentra anestesiada (su cerebro está en estado hipnótico) y en ese momento el médico habla de otro paciente, lanza una frase que no tiene que ver con la mujer que está inconsciente: “Su hijo se nos muere, se nos va.” Esto viaja como una orden hipnótica a su cerebro y se queda grabado. Cuando su hijo crezca y quiera salir se le activará el engrama. Es muy probable que tendrá una crisis extrema de estrés porque su hijo “se le va” y puede que empiece a sobreproteger en exceso, le faltará oxígeno y perderá el control sin ser consciente de su comportamiento creyendo que es normal. En realidad está atrapada por la "voz" del médico advirtiéndole del "peligro imaginario". Todo ocurre inconscientemente.
Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos.
Victor Frankl
El caso de una mujer golpeada por su pareja. También entra en un estado propicio para grabar un engrama. Tirada en el suelo de su habitación recibe golpes y frases desagradables: que es mala, que no vale, es una inútil etc. En la escena se cae un florero, el olor del marido y el ruido de un coche pasando. Todo esto va al cerebro percibido por todos sus sentidos. Años más tarde ella de forma inconsciente repite la escena con su hijo (no es consciente). En un sitio público, sentados en una terraza el niño rompe un florero sin querer, al mismo tiempo pasa un coche detrás y repentinamente la madre se empieza a poner nerviosa, pierde el control (al escuchar el coche y el sonido del florero se activa el engrama) gritándole a su hijo lo malo, inútil y lo tonto que es.
Prestar atención a estas sutilidades es una tarea difícil, casi siempre el engrama toma ventaja.
La información inconsciente nos hace vivir las experiencias de una forma más sensible tras un impacto doloroso en el pasado. Observar nuestra vida nos dará pistas para saber qué creencia o programa estamos viviendo. Ahí está nuestro punto de inflexión para hacer nuevas conexiones neuronales y por ende una nueva experiencia sin sufrimiento.
Thábata Emo