Lo que sí es cierto es que algunas personas, por diferentes razones usualmente genéticas, desarrollan un mayor número de células de grasa y de receptores que atrapan esa grasa, lo que sumado a una vida sedentaria y a una dieta inadecuada, dan lugar a un aumento de peso y volumen en ciertas zonas más que otras.
En el caso de las mujeres, las áreas más conflictivas son las caderas, los muslos y los glúteos, mientras que en los hombres se suele dar en la región abdominal.
¿Soy pera o manzana?
Aunque en ningún caso es conveniente tener un exceso de grasa, la odiada "barriguita", además de ser un problema estético, se puede convertir en un problema de salud.
Diferentes estudios han demostrado que la acumulación de grasas en el abdomen, es decir, tener el llamado cuerpo "manzana" conlleva un mayor riesgo de padece.
Las armas que se necesitan
La misión no es fácil, pero tampoco imposible, sobre todo si eres constante y no desistes en tu propósito. Adoptando ciertos hábitos y aplicando algunos trucos, verás como pronto la ropa te queda más ancha. Apunta lo que necesitas para conseguirlo:
Controla lo que comes. No te dejes llevar por el primer impulso. Es normal que de vez en cuando te entre el "gusanillo" por una bolsa de patatas o una tableta de chocolate, pero hay que saber controlarse y tomarlo solo en momentos especiales. Además, ten en cuenta que en algunas ocasiones realmente no tenemos hambre, así que piensa en lo que has comido y si de verdad tienes apetito. Por otro lado, a la hora de servir la comida, echa en el plato raciones moderadas y evita comer directamente de una cazuela para controlar la cantidad.
Mira el etiquetado. Existen productos que, aunque no lo parezca, contienen un gran número de calorías y grasas. Es importante saber qué comemos, así que antes de comprar algo, fíjate en la tabla nutricional y elige aquel que mejor se adapte a lo que necesitas.
Cambia el método de cocinado. Si estas acostumbrado de preparar la mayoría de tus platos fritos o empanados, es hora de que te decantes por otras formas de cocción. Para que te sirva de ejemplo, una pechuga de pollo a la planta aporta la mitad de calorías que empanado; mientras que unos macarrones a la boloñesa casi triplica las calorías que unos con verduras. Por tanto, te recomendamos que empieces a cocer, a hervir y a usar la plancha Cuando estés entre fogones.
A la mesa con tranquilidad. Intenta no llegar a la hora de la comida con un hambre atroz porque lo más normal es que te des un atracón. Por esta razón, comer un tentempié al medio día es saludable, y lejos de lo que muchos creen, ayuda a perder peso. Además, intenta comer despacio porque si masticas con mucha rapidez, comerás más cantidad en el mismo tiempo, y no dejarás que le llegue al cerebro la sensación de satisfacción.
Muévete después de comer. Todavía quedan unos meses para disfrutar al aire libre. Así que no lo dudes y sal, aunque sea a andar, después de comer e incluso de cenar. No es cuestión de que te des una paliza mientras haces la digestión, pero el simple hecho de no quedarse sentado en el sofá, te ayudará a quemar calorías.
Alimentos que pueden ayudar
Existen algunos alimentos y condimentos que por su composición facilitan la eliminación de grasas.
El chile contiene capsaicina una sustancia que incrementa el gasto de energía.
Pimienta tanto la negra como la roja incrementa el metabolismo basal lo que ayuda a quemar más fácilmente lo que se come.
Alcachofa favorece la digestión de las grasas es diurética depurativa y evita el estreñimiento.
Té verde nos aporta catecoles unos compuestos considerados quemadores de grasa.