Si ya eres mamá seguro lo sabes y si no, te lo comento, de repente todo el mundo sabe de bebés, todo el mundo opina, todo el mundo intenta tocar al recién nacido, y claro, sobre todo, las mujeres de todas las franjas de edades, que antes ni te saludaban, hoy te dan un curso completo de cómo debes hacer las cosas en cada encuentro; de las madres, hay varias clases, pero hoy me centraré sólo en una.
En una de mis primeras salidas con mi bebita, me encontré con varias mamás, con las que había coincidido en alguno de los cursillos antes del parto ( de los tantos que he hecho!!), y entre ellas ahí estaba, como una fiera acechando a su presa, una de esos horribles espécimen: la “mamá perfecta”, con su pelo perfecto, su cutis y maquillaje perfectos, su carrito perfecto y con su perfecto recién nacido (no entiendo como lo hace, yo no sé como sacarme los nudos del cabello de tanto tenerlo recogido y de como cubrirme las ojeras, ni te digo..). Cada conversación era sobre cómo ella bañaba, alimentaba, vestía y demás acciones a su pequeño, por supuesto de maner hiper-perfecta. Mientras tanto, mi bebé y yo, hacemos como podemos, para comer, dormir, sacar a pasear a nuestra perra, hacer las compras, bañarnos, etc…cosas que antes eran cotidianas, ahora como madre te parecen casi inalcanzables, y más, si no tienes ningún familiar cercano, como es mi caso. Bueno, pues ahí estabamos, alrededor de una mesa de bar, donde no entrábamos todas, contándonos nuestras alegrías y desgracias; la perfecta mamá, sólo comentaba como estaba siendo de impecable la crianza de sus hijos, ella era una de esas mamás opinólogas, esas que todo lo saben, que también tenía que opinar sobre lo qué otras estaban haciendo mal. Eran un montón de frases como: “Bueno, los estudios dicen que …” y “Deberías saber que…” y “Yo nunca haría …” “¿Usas ese producto?¿Es horrible?…Normalmente yo sólo sonrió y asiento con la cabeza, pero ésta vez, de mi cara sólo brotaba el mal humor, y la falta de sueño me suele jugar una mala pasada, ultimamente, por lo que la miraba pensando algo así como: ” Me importa un comino lo que digas, así que puedes ir cerrando ese pico (perfecto)”.
Quiero decir, estaba claro que ésta mamá y yo estábamos en lugares opuestos, no ibamos a ser amigas, no sólo porque estaba molesta, sino también porque yo no quiero mantenerme en un estándar de crianza imposible, a base de lo que dicen ciertos libros perfectos (o imperfectos?) y no sólo por tema económico, sino por exigencias autoimpuestas que no me interesan en absoluto. Cuando tienes un bebé, me imagino que le pasa a la mayoría, no sólo es alegría y emoción, sino que también te sientes tan abrumada que apenas puedes mantenerte a flote! Realmente lo que menos piensas ( o al menos en mi caso, es que si llevas la falda y el abrigo “combinados perfectamente”). Era una cuestión de supervivencia para mí, no de perfección. Aprendí con bastante rapidez que nunca iba a hacer todo lo “correcto” así que dejé de tan siquiera intentarlo. En su lugar, me centro en hacer lo que creo que puede funcionar para mi hija y mi familia, y lo que creo imprescindible, como cuidarlos y amarlos cada día.
Está más que claro que no soy ni seré “una mamá perfecta”, ni aún habiéndome leído una cantidad exagerada de libros para padres (he perdido la cuenta). Ni intento serlo. Porque incluso ninguna de mis elecciones son perfectas, aunque en parte, sí lo son para mi. Siempre he sido poco reflexiva acerca de las decisiones que he tomado en relación a mi misma, y ahora con mi hija, intento ser consciente en mi manera de crianza. Sólo deseo darle las herramientas, para que se sienta libre y querida, que pueda ser independiente y que se sienta amada, y segura. Que el día de mañana, reconozca a los adultos con respeto, y sepa decir “por favor” y “gracias”. Que aprenda a su propio ritmo, descubriendo cosas porque le interesan, y no porque se las imponen.
No tengo ningún deseo de ser un madre perfecta. Tampoco tengo ganas de emitir juicios sobre cómo otras personas crían a sus hijos. Yo sólo “quiero ser la mejor mamá imperfecta”que puedo ser con mi hija, y hacer lo mejor que puedo, me imagino que como muchas otras mamás, pero, seamos sinceros, no siempre llegamos. Pués que ésto no nos agobie, somos humanas y también “imperfectas”, por lo cual, tomemos ésto como algo natural. A menudo puede que te decepciones a ti misma o que te estés cuestionando otras opciones. O te preguntes: qué he hecho mal. Todas lo hacemos, ¿no? Por ésto mismo, intentar ser “perfecto” sería un suicidio, es un ideal inalcanzable y una carga colmada de presión. En realidad, ninguno de nosotros es perfecto y lo sabemos, sólo estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo, y así seguiremos cada día, intentándolo.
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