Esta teoría se basaba en el matrimonio de Darwin con su prima Emma Wedgwood y el famoso listado de pros y contras que Charles realizó antes de casarse con la que sería su compañera de viaje hasta su muerte.
Adam, formuló una teoría inmutable basándose en este matrimonio, que como el suyo constaba de tres elementos comunes:
Pasión, risas y lealtad.
¡Pasión, Lealtad y Risas sobre mi cama para no olvidarlo nunca!
No hace falta leer mas de 3 minutos en la wikipedia para saber que el de Darwin fue un matrimonio apasionado (10 hijos en 17 años dan fé de ello…) y tampoco hay que ir mucho mas lejos, para que los libros de historia nos cuenten cuanto bromeaba Emma por la obsesión compulsiva de Charles de teorizar cualquier cosa…
Para completar la teoría de Adam había que buscar el ultimo ingrediente, el de la lealtad, que tampoco ha resultado difícil al comprobar que Emma, cristiana arraigada, permaneció a su lado durante todas las guerras evolutivas y lógicamente le protegió y escondió de la policía más de una vez.
Las relaciones de pareja según Adam deben contener siempre los tres factores y tienen que desarrollarse transitivamente, hacia adelante y hacia atrás, de modo que si alguno se desploma por un tiempo, los demás suben.
La pasión y las risas no tienen que ser explicadas, es muy probable que sea la combinación de ambas la que nos llevó a enamorarnos de nuestra pareja, las que nos hacen cómplices.
El tema difícil está en la lealtad, no por que sea complicado ser leal, sino porque por si sola no vale. Nuestro perro también es leal, pero no nos casamos con el. ¿Cuantas parejas no se sostienen sin risas y sin pasión sobre la finísima cuerda de la lealtad? ¿Es eso suficiente? Adam asegura que no.
Es entonces,cuando solo nos queda la lealtad, el momento en el que muchas parejas intentan reavivar la pasión…¿cuántas conocemos que lo intentan por todos los medios? Viajes románticos, ayuda de sexólogos y psicólogos… ¿Cuantos lo consiguen? ¿Por qué no funciona?
Esto se debe a que en la fórmula de la lujuria, la risa y la lealtad, sólo se puede pasar de un extremo de la ecuación al otro pasando por el término medio: las risas.
Esta es la verdadera dificultad detrás de una pareja feliz: la cotidianidad, los problemas, el día a día, y el crecimiento personal de cada uno, complica muchas veces que sigamos compartiendo las risas como al principio…
Pese a ello, puede haber momentos de descojono total (con perdón por la expresión) que solo podemos tener con nuestro compañer@ de viaje. ¡Esos son los instantes que pueden convertirse en pre-afrodisíacos! oportunidades que debemos de cazar con energía para empezar a reír de nuevo.
Esto significa que cualquier pareja se puede salvar. Adam cerraba la teoría de un modo parecido a este:
“Enciéndanse con la pasión, ilumínense con la risa, asiéntense en la lealtad, y ?si se quedan atrapados en ella? vuelvan a la lujuria a través de la risa.”
Así, con este post, os enseño hoy mi “mantra” amoroso, que me inspira en mi relación y que a veces me permite aconsejar (¡discretamente eh!) con cierto éxito.
Sin perder el norte y sin olvidar que me dedico a la decoración, he dedicado una colección de cojines de lo mas tropical a esta teoría Darwiniana.
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Me despido ya hasta el lunes, os deseo ¡¡¡cantidades ingentes de pasión, risas y lealtad, tengáis o no pareja!!!
y ahora… ¡SI ME QUERÉIS, SEGUIDME!