Imagen © Freepik
por Pablo Rego | Los temblores musculares, o fasciculaciones, se dan frecuentemente al realizar posturas para las que es necesario el uso de la fuerza. Es muy común que al realizar asanas que requieren de que algunos músculos se contraigan, la falta de entrenamiento de éstos haga que se manifiesten temblando.
Cuando los músculos deben contraerse para realizar fuerza reciben la instrucción de parte de los nervios que los controlan. Si estos músculos se encuentran poco entrenados las fibras no funcionan coordinadamente, por lo que mientras que algunas fibras hacen lo requerido, otras no, produciéndose esos microtemblores que resultan molestos, como pequeños calambres.
Es frecuente que al comenzar a practicar percibamos estos temblores en las posturas de fuerza, sobre todo si hace tiempo que no entrenamos el cuerpo o si nos hemos atrevido a practicar cuando nunca lo habíamos hecho antes, gracias el estilo y a las propuestas que ofrece Yoga y que no encontramos en otras disciplinas o entrenamientos del cuerpo físico.
También ocurre que dados los desafíos que propone el Hatha Yoga, aunque vengamos con cierto entrenamiento, se den estas fasciculaciones al realizar posturas que requieren del esfuerzo de músculos que habitualmente no utilizamos. Con la práctica, la mayoría de los grupos musculares, hasta los menos utilizados habitualmente, irán trabajando y estos temblores desaparecerán o disminuirán casi por completo.
¿Posturas de fuerza o fuerza en las posturas?
Algunas propuestas de Yoga requieren de una actitud completamente comprometida con la fuerza, como la postura del Cocodrilo (Makarasana, en la versión Purna Yoga Integral, también conocida como la Tabla), el Plano Inclinado (Poorvottanasana) o la postura de la Mesa (Utpithikasana ó Catush Pada Pitham dependiendo de la tradición), asanas que son intensas y que requieren de un importante esfuerzo, lo que hace muy evidente que el cuerpo tiemble completamente al practicarlas si nos falta tonicidad muscular.
Pero hay otras posturas que crean esa sensación de no poder controlar determinadas partes del cuerpo que entran en tensión creando esos pequeños temblores que pueden resultarnos incómodos o molestos. Esto ocurre porque para el correcto armado de ciertas asanas es necesario tensar sólo algunos grupos musculares mientras otros permanecen en reposo, un arte que se aprende a controlar con la práctica.
Posturas como Viparita Karani, en su versión de piernas hacia arriba creando un ángulo de noventa grados con respecto al tronco que permanece apoyado en el suelo, o Alayasana (postura del Perezoso en la tradición Purna Yoga Integral), incluso Adho Mukha Svanasana(la Carpa, V invertida, la Montaña o el Perro dependiendo de la tradición) son posturas que requieren de fuerza para su armado, pero relajación en algunas partes del cuerpo para poder sostenerlas y liberar tensiones en, por ejemplo, la espalda, en los hombros o en las piernas.
Las fasciculaciones suelen darse cuando debemos dejar de lado el uso de músculos que habitualmente usaríamos para mantener el cuerpo en determinada posición y utilizamos otros, los que realmente nos pide esa postura, que quizá obviamos por costumbre o por la falta de tonicidad que sabemos que tienen.
Este tipo de posturas nos llevan a cambiar unos hábitos de uso del cuerpo para ampliar los recursos físicos y la consciencia de partes sutiles que también debemos entrenar para liberar energías y conseguir un mejor estado de salud. Mientras aprendemos a transferir la tensión de unos músculos a otros y éstos se van tonificando pasaremos por la situación de los temblores musculares.
Imagen © Freepik
Otras causas de fasciculaciones.
Como muchas veces ocurre en el caso de los calambres, también en el caso de estos temblores la falta de hidratación puede aportar su granito de arena. La falta de incorporación de sales minerales, que ingerimos especialmente a través del agua, producen una mala disposición en las fibras musculares que al requerírseles esfuerzos pueden responder a medias.
Si estamos cansados, o venimos de un estado de tensión nerviosa produciendo el agotamiento involuntario de algunos músculos, cuando los sometamos a un esfuerzo el agotamiento no les permitirá responder a pleno.
También puede darse que el cuerpo no tenga buena disponibilidad de energía. La falta de alimentos que nos aporten algo de energía a lo largo del día nos puede conducir a este tipo de situaciones, tanto si comenzamos el día practicando como si realizamos nuestra sesión de Yoga al final de la jornada, habiendo ingerido alimentos varias veces durante el día.
Es muy probable que si llegamos a la práctica luego de unos días de trabajo excesivo o agotador, si nos hidratamos poco, si traemos el cansancio de toda la semana y, a lo mejor, no hemos dormido lo suficiente, el cuerpo nos lo haga saber con estos temblores.
La práctica como origen de la solución.
Además del entrenamiento físico, Yoga ofrece herramientas para poder liberarnos de situaciones de tensión excesiva a través del manejo de los pensamientos y las emociones. Utilizar estos recursos nos puede ayudar a disminuir la tensión física que nos puede llevar a percibir estos pequeños y molestos temblorcitos.
Conforme avanzamos en la práctica también vamos desarrollando la consciencia de la importancia de una buena alimentación que incluye el consumo de los oligoelementos necesarios para que nuestro cuerpo realice las tareas metabólicas correctamente, lo que trae como consecuencia una buena reserva de sales que reducirá el desgaste excesivo de las mismas.
La práctica de la meditación, el trabajo de la relajación profunda y la comprensión de la importancia de soltar la mente y el cuerpo nos abren las puertas a la consciencia de la necesidad del descanso.
El cuerpo responde a la energía, a las emociones. La práctica del Hatha Yoga siempre nos ayudará a tomar consciencia de las dimensiones más sutiles del ser. Utilizar las herramientas que la práctica nos va dando día a día para mejorar en todos los aspectos desde un punto de vista holístico, es un camino que incluye un amplio aprendizaje que nos hará sentir cada vez mejor en nuestro cuerpo físico.
©Pablo Rego
Profesor de Yoga
Terapeuta holístico.
Diplomado en Medicina Ayurveda de India.