Tal vez esto suene un poco a tirar piedras contra mi propio tejado. Es verdad que como Coach no suelo dar consejos a mis clientes, pues no es ésta mi labor. Pero en los artículos que escribo, suelo proponer ideas, trucos o “consejos” para el que los quiera considerar, como por ejemplo en este post para conseguir resiliencia.
Y no es que un buen consejo no ayude en un momento de dificultad o de dudas. El problema con los consejos es que no sirven a todos por igual y que muchas veces el hecho de aplicar un consejo no conlleva un resultado positivo.
Hoy quiero explicar por qué ocurre esto.
Consejos para dejar de ser una persona impuntual
Leía el otro día un artículo estupendo en El País Semanal, donde a los impuntuales se les daban claves muy apropiadas para dejar de llegar siempre tarde e ir corriendo a todas partes.
De hecho, os voy a contar que quien había descubierto ese artículo era precisamente mi marido. En cuanto lo vio, me señaló el artículo y me dijo: este artículo es para mí. Yo asentí sonriendo, pues estaba totalmente de acuerdo con él en este aspecto. Digamos que no es la persona más puntual del mundo.
Aplicar consejos vs. Creencias arraigadas
Mientras desayunábamos y él leía el artículo, yo le iba echando un ojo a los puntos clave o consejos para convertirse en una persona puntual. Estaba absolutamente de acuerdo con todos los puntos: levantarse en cuanto suena la alarma, obligarse a llegar 10 minutos antes, planificar y calcular cuánto tiempo duraría el trayecto, organizarse desde antes de salir de casa para que dé tiempo a todo, etc.
Y entonces volví a sonreír y le dije: “no hace falta que sigas leyendo; tú no vas a seguir estos consejos”. Él me miró extrañado: ¿por qué?, si estaba de acuerdo con todo y estaba deseando poner en práctica esos trucos.
El problema no son los trucos, le repliqué. El problema es que tú odias hacer todo eso que “deberías” hacer para ser puntual. Detestas organizarte desde por la mañana, que te digan que a tal hora debemos estar en tal sitio y que por tanto deberías realizar más rápido otras tareas, no te gusta calcular tiempos y planificar con antelación.
Fijaos en cómo suenan los consejos: suenan a órdenes para algunas personas. Deberías, oblígate, haz, deja de… Hay personas como yo para las que estos verbos son perfectamente aceptables. Pero no lo son para todo el mundo.
Por eso hablamos de las creencias. Poner los trucos en práctica puede ser fácil, siempre y cuando no vayan en contra de tus creencias. Descubrir la creencia que está detrás de una conducta que no te satisface es la clave. La impuntualidad es sólo consecuencia de esa creencia arraigada.
Claro que puedo cambiar mi conducta, pero me costará ponerla en marcha si choca con mis pensamientos habituales, con eso que yo considero verdad, es decir, mis creencias. Las creencias no son ni verdaderas ni falsas; son nuestros juicios y opiniones, nuestros o de la cultura o sociedad en la que estamos viviendo, y las tenemos tan interiorizadas que las consideramos verdades absolutas, muchas veces sin ser conscientes de ello.
Como cuenta Francisco Alcaide en su libro, “Aprendiendo de los mejores”, las creencias forman parte de nuestro inconsciente y son las que dirigen nuestra vida desde la sombra. Si nos ayudan a vivir mejor, bienvenidas sean, pero si nos limitan y nos impiden ser felices o realizarnos con plenitud, tal vez sea bueno hacernos conscientes de ellas y cambiarlas por otras más útiles para nuestro propósito.
Puntualidad vs. Libertad
El problema de muchas personas impuntuales, y en concreto de mi marido, es que no les gusta hacer las cosas como los demás consideran que deben hacerse. Piensan que si se obligan a ser puntuales, a organizar su tiempo, a calcular distancias y a planificar el día… pierden su libertad.
Las raíces de este pensamiento pueden estar en la infancia, cuando los padres obligaban a los hijos a hacer sus tareas de forma casi militar o en otros aspectos, que no entraré a discutir aquí. Como coach mi labor no es determinar tanto la causa o el por qué, sino el para qué de una actitud.
¿Para qué soy impuntual?
Con el para qué se acaban de repente las excusas. Por ejemplo, soy impuntual para no perder mi libertad, para sentirme libre, para vivir a mi propio ritmo, para que nadie tenga que controlar mi vida.
Y es verdad que el mundo tan rápido en el que vivimos nos exige continuamente ser rápidos, ser productivos, realizar numerosas tareas a lo largo del día, ser perfeccionistas pero a la vez ágiles. Aspectos como Agyle o Scrum aplicadas a los negocios o start-ups están cada día más de moda.
Algunos se adaptan perfectamente a este ritmo. Otros no.
La pregunta clave sería:
¿Quiero de verdad ser puntual?
¿Qué significa puntualidad para mí?
¿Qué perderé siendo puntual?
¿Es totalmente cierto que dejaré de ser libre si soy puntual?
Aquí por ejemplo, sería muy recomendable realizar un ejercicio de cambio de creencias, pues éstas afortunadamente se pueden cambiar, no son estáticas ni las tenemos de por vida.
Si una creencia nos impide avanzar, conseguir nuestros propósitos o ser felices, es hora de cambiarla por otra más eficaz. Al fin y al cabo ninguna creencia es cierta ni es falsa, sino que es útil o es inútil.
Recuerdo que en una de mis primeras sesiones de coaching recibí una lección muy valiosa. Como muchas otras personas me costaba realizar ejercicio de forma constante. Huía del ejercicio con gran facilidad y siempre encontraba excusas para no hacerlo: la lluvia, el malhumor, el cansancio, el trabajo, etc.
Hasta que de repente descubrí algo grandioso: mi problema con el ejercicio es que lo veía como una obligación, no como algo que disfrutaba. Si asocio deporte con obligación, ¿de verdad voy a querer hacerlo? En cambio, si encuentro disfrute en el deporte, no tendré que aplicar ningún truco ni consejo, iré corriendo a realizarlo.
Conclusiones
Si quieres cambiar alguna conducta tuya, como ser más puntual, organizarte mejor o incluso quererte más, no vale con aplicar una serie de trucos. Los trucos los descubrirás por ti mismo, es la cosa más sencilla del mundo. La verdadera dificultad está en entender qué está detrás de tu conducta, qué te frena, qué creencias te hacen actuar así.
Cambiar una creencia no es algo rápido, es algo que lleva tiempo y dedicación. Pero no es imposible. De hecho, yo ya he cambiado multitud de creencias inútiles y en lugar de seguir consejos de otros, soy capaz de generar los míos propios.
¿Y a ti te sirven los consejos de otros? ¿Me lo cuentas en los comentarios?
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