Hoy día parece que ya existe suficiente evidencia que nos dice que el ejercicio de tipo aeróbico puede mejorar alguno de los síntomas de la fibromialgia. Todo parece indicar que la práctica de ejercicio de manera regular puede influir directamente sobre la percepción del dolor, incrementando su umbral, y a su vez incrementando la sensación de bienestar. Las personas afectadas de este síndrome podrían ver disminuido el dolor en los puntos más característicos (tender points) donde se suelen producir estas molestias, también llamados puntos sensibles.
OBJETIVOS PRINCIPALES
- Disminuir el número de puntos sensibles y el dolor en los mismos
- Disminuir la fatiga
- Conseguir una mejor calidad del sueño
- Mantener una buena función tanto a nivel físico como psíquico
RECOMENDACIONES
El ejercicio debería estar incluido dentro del programa multidisciplinar que requieren este tipo de pacientes. Cada individuo debería recibir una prescripción de ejercicio personalizada y de acuerdo con su condición física. De todos modos, y como recomendación general, es importante para los afectados de este síndrome el realizar actividades de muy bajo impacto y de intensidad moderada. Este tipo de pacientes no toleran bien los ejercicios mantenidos por encima de la cabeza, ya que los musculatura de los hombros no resiste correctamente al esfuerzo requerido; razón por la cual son convenientes aquellos tipos de ejercicios que impliquen mayormente la parte inferior del cuerpo como: algunos ejercicios acuáticos, bicicleta o caminar.
Se sabe que las personas con fibromialgia tampoco toleran bien las contracciones de tipo excéntrico (aquellas que son capaces de vencer la propia fuerza muscular): caminar cuesta abajo o bajar escaleras por ejemplo y presentan también baja tolerancia a las actividades de alto impacto o vigorosas. Es aconsejable que eviten la realización de ejercicio físico a primera hora de la mañana (probablemente porque, debido al ritmo circadiano, por la mañana el flujo sanguíneo es menor, así como también lo es la temperatura corporal).
A pesar de que todavía no existe una prescripción de trabajo aeróbico demasiado concreta, lo que sí que se tiene que tener en cuenta es que el ejercicio se debe iniciar de forma suave y, posteriormente, debe ir incrementándose de forma gradual. Los síntomas de la fibromialgia pueden empeorar al inicio de un programa de ejercicios, razón por la cual algunos de los afectados puede terminar por abandonar la actividad y regresando a un mayor sedentarismo. A veces resulta complicado convencer a este colectivo sobre las ventajas que puede tener la realización de actividad física regular cuando diariamente sufren dolor y cansancio generalizado. En este aspecto puede ser de ayuda el tipo de alimentación que se siga: los alimentos ricos en triptófano pueden mejorar el estado de ánimo, a la vez que pueden ayudar a facilitar el sueño nocturno. Son alimentos ricos en este nutriente la patata, el puerro, la leche y sus derivados, las nueces, los guisantes, los garbanzos, los huevos, el bacalao, el pollo o el pavo entre otros. Con la intención de disminuir la incidencia de posibles contracturas o la rigidez muscular, el magnesio jugará un papel clave. Son alimentos ricos en magnesio: las semillas, los cereales integrales, las almendras y demás frutos secos, la quínoa, las legumbres, también los mariscos en mayor o menor proporción y algunas frutas como el plátano entre otros alimentos.
Es importante recordar de nuevo que los ejercicios deben realizarse de manera progresiva, evitando aquellos de mayor intensidad. Para iniciar las pautas de actividad física lo recomendable es empezar con niveles de intensidad, duración y frecuencia menores que los que podrían ser prescritos para la población que no sufre este síndrome.