Nuestra vida es habitualmente una montaña rusa de emociones que, si no aprendemos a gestionar bien, nos pueden dificultar mucho nuestras relaciones tanto con los demás como con nosotros mismos.
La mayoría de los sucesos que nos ocurren en nuestra vida nos provocan emociones, a veces muy intensas, y tendemos a identificarnos con ellas, hacerlas nuestras y prolongarlas en el tiempo, bien recordando una y otra vez lo que ha sucedido, o anticipando lo que va a suceder.
Al sentir la emoción, de forma inmediata la etiquetamos como negativa o positiva, pero debemos entender que las emociones no son ni buenas ni malas, sino que son biológicas, tienen una función adaptativa para poder desenvolvernos en el entorno en que vivimos.
Por lo tanto, cada emoción es necesaria ya que a lo largo de la historia han servido al ser humano para sobrevivir ante las amenazas a las que se ha enfrentado y por lo tanto no hay emociones ni buenas ni malas, todas son necesarias.
El cuerpo reacciona a cada emoción con una serie de cambios físicos (aumento de la frecuencia cardíaca, piel erizada, sudores, debilidad en las piernas…) que nos permiten llevar a cabo la acción de supervivencia necesaria en ese momento.
Lo que las puede llegar a hacer destructivas y tóxicas es anclarnos y apegarnos a ellas durante más tiempo del necesario.
Las emociones básicas son 5: IRA, ASCO, TRISTEZA, MIEDO y ALEGRÍA
¿Cuál es la función de cada emoción?
A continuación vamos a explicar cuál es la función biológica de cada una de estas emociones:
IRA: Nos permite enfrentarnos al peligro, el cuerpo reacciona dándonos la energía necesaria para realizar movimientos vigorosos para defendernos, como golpear o empuñar un arma. Hay un aumento de la frecuencia cardiaca, tensión en los músculos, respiración rápida….
ASCO: Nos permite alejarnos del peligro, en origen de los alimentos dañinos o en mal estado, y en el contexto actual también de las personas tóxicas. Algunos síntomas físicos podrían ser nauseas, tensión muscular, salivación, respiración fuerte….
TRISTEZA: Nos permite una reintegración para recuperarnos de una pérdida de un ser querido, una mascota, una relación, un trabajo…Es un paso necesario para poder procesar esa pérdida y pasar el duelo necesario. Experimentamos un abatimiento físico, pesadez corporal, mirada desenfocada…
MIEDO: Nos permite protegernos del peligro bien huyendo del lugar o permaneciendo inmóviles dependiendo de la opción mejor en ese momento. Es una emoción que nos pone en alerta, fomenta la atención. El miedo es perjudicial cuando nos limita y paraliza. Nuestro cuerpo manifestará dilatación de pupilas, contracción muscular, respiración entrecortada, palidez, ….
ALEGRÍA: Nos permite repetir todo aquello que nos hace sentir bien. Esto favorece nuestras relaciones sociales, nos hace más generosos, más solidarios, lo cual es altamente adaptativo.
La inteligencia emocional se basa en nuestra capacidad para manejar y gestionar todas estas emociones y sus derivadas, de automotivarnos, de relacionarnos con los demás con empatía y dirigirnos a nosotros mismos con amabilidad, vencer las frustaciones…
En definitiva, desarrollar la inteligencia emocional nos ayuda a ser más felices puesto que mejora la relación con nosotros mismos y con los demás.
¿Cómo puedo aprender a gestionar mejor mis emociones?
Uno de los pilares básicos de la inteligencia emocional es la Auto-conciencia, que hace referencia a nuestra capacidad de estar siempre conectados con nuestra esencia.
Para conseguir esto es imprescindible desarrollar nuestra capacidad de estar presentes en nuestro cuerpo, en el lugar y en el momento que estamos. Es decir, vivir el AQUÍ y AHORA con atención plena, aceptando nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestras sensaciones, sin juicio y con amabilidad pero sin apegarnos a todo ello, siendo capaces de dejarlo pasar.
Esta capacidad que parece difícil de desarrollar, en realidad es una cualidad innata de todos los seres humanos. Nacemos con ella y de hecho los bebés son los que más conectados con su presente están. Lo que ocurre es que la vamos perdiendo con el tiempo debido al vaivén de la vida, pero podemos recuperarla a través de la práctica.
Una de las técnicas que puede ayudarte a conseguirlo es el Mindfulness, del que ya hemos hablado en artículos anteriores.
La maravilla del Mindfulness es que puedes practicarlo a través de la meditación, pero también en tu día a día con cada acción que realices de forma habitual, o simplemente parándote a observar tu respiración o el paisaje que estás contemplando.
Aquí te dejamos varios enlaces para que puedas conocer más en profundidad esta técnica y comenzar a ponerla en práctica.
Mindfulness: Vivir AQUÍ y AHORA
Técnica Mindfulness para calmarte en un instante
Recuerda que solo TÚ eres responsable de tus emociones y que tienes el poder de decidir cómo manejarlas para ser más feliz.
Gema y el equipo de Cuido de mi te desean Salud y Éxito.