¿Para qué que querríamos observar nuestros pensamientos? Precisamente para lidiar con ellos y que no nos hagan perder el control. Aunque los pensamientos formen parte de nosotros, esa distancia que podemos poner con ellos, y con nuestra conducta, es la que nos diferencia como observadores y a la vez como observados de nosotros mismos.
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Por lo general, en la mayoría de las ocasiones, dejamos que nuestros pensamientos se vuelvan más y más caóticos. Conforme nos alejamos de nosotros mismos, atendiendo a todo lo que hay a nuestro alrededor sin tiempo para la asimilación. Vamos perdiendo la capacidad para distanciarnos de nuestros pensamientos, hasta que ellos son los que toman el control de nuestras emociones y acciones. Esto supone un gran desequilibrio ya que nuestros pensamientos, sin ningún tipo de control ni de filtro, se vuelven cada vez más complejos y poderosos.
A través de la meditación entendemos mejor todo este proceso. El proceso que habitualmente aplicamos en nuestra vida cotidiana. En el que nos identificamos con nuestros pensamientos, hasta el punto de estancarnos con ellos, rememorando una y otra vez las mismas preocupaciones, ampliando nuestro sufrimiento y malestar… ¿Cómo podemos frenar ese frenético proceso? La meditación nos ofrece las claves.
Toma el control de tus pensamientos
Muchas de las dificultades por las que pasamos, sufrimientos y dolor emocional, tienen que ver con nuestros pensamientos. A través de este proceso mental somos capaces de boicotear nuestras experiencias y alejarnos de la realidad. La mayoría conocemos el proceso de rumiación, en el que nuestros pensamientos giran entorno a una circunstancia en concreto. Algo que ya ha sucedido y nos obsesionamos con ello. Una preocupación que no somos capaces de quitarnos de la cabeza e influye en nuestra actitud y nuestras conductas.
¿Cómo podemos parar ese bucle de pensamientos que tiene un componente obsesivo y negativo? Esto no es algo que debamos de infravalorar, este tipo de procesos son en ocasiones fuente de un gran deterioro tanto de nuestra salud mental como física. Este tipo de energía que estamos empleando dificulta que nos atendamos adecuadamente y que cuidemos de nuestra salud en general.
Es común que hayas vivido una ruptura dolorosa, la pérdida de alguien querido, una desilusión… Son experiencias por las que todos hemos pasado o pasaremos a lo largo de nuestro ciclo vital, y que nos dejan huella de un malestar significativo. Los pensamientos se encargan del resto, y puedes anclarte en ellos o dejar que fluyan para seguir avanzando en tu adquisición de aprendizajes.
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Cuando dejamos que nuestros pensamientos nos dominen, las decisiones que tomamos están influenciadas por el miedo y el dolor. Son decisiones contaminadas que difícilmente nos dejarán crecer y avanzar con nuestra vida. Bajo estas circunstancias es probable que aparezcan trastornos de ansiedad, alimentación, estado de ánimo y dificultades para conciliar el sueño. Son las repercusiones al dejar que sea nuestra mente la que controle nuestra vida.
Lo que nos ayuda a controlarlos y, por lo tanto hacer que sean nuestros aliados y no nuestros enemigos, es ser conscientes de nosotros mismos. De esta manera lograremos tomar distancia con ellos. Pensando sobre lo que pensamos , escuchando nuestra voz interior, observándola y comprendiéndola.
Este trabajo interior requiere de una disciplina mental a la que nos ayuda la práctica de la meditación. A continuación veremos cómo conseguirlo en nuestro día a día sirviéndonos de esta práctica milenaria.
Observa tus pensamientos gracias a la meditación
Como verás, observar a tus pensamientos es muy diferente a formar tú parte de ellos. La meditación nos enseña a ser discípulos de nosotros mismos, aprendiendo a seguir nuestro dictado interno. Nos da pie a que seamos testigos de nosotros mismos, lo cual requiere de una disciplina mental y física.
A través de la meditación adquirimos el hábito de autoobservación, al igual que el de autocrítica y responsabilidad de lo que sentimos y pensamos. Nuestro automatismo interno, es el de identificarnos con lo que sentimos o con lo que pensamos, sin darnos cuenta de que simplemente estos procesos forman parte de nosotros. Tenemos la capacidad y el poder para prestarles atención e ir aprendiendo de ellos, sin necesidad de luchar contra ellos ni de intentar reprimirlos.
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Con una adecuada disciplina rompemos los esquemas de los automatismos, acostumbrados a llevarnos a los devaneos, la rumiación y las divagaciones que tanto sufrimiento innecesario nos generan. Cuando somos capaces de observar todos estos procesos entonces, progresivamente, los vamos desactivando dejando tan solo lo que nos ayuda a adquirir aprendizajes y a entendernos mejor.
Gracias a este autoconocimiento tomamos consciencia sobre cómo funcionamos y cuáles son las respuestas que nos generan un profundo malestar.
Al principio de iniciarte con la meditación no es posible que tengas una atención continua, ni que puedas ponerla en práctica en tu día a día nada más comenzar. Esto es algo progresivo, en lo que irás avanzando poco a poco. Requiere de un proceso a través del compromiso y la disciplina. Cuando pierdas la atención sobre los procesos que hemos comentado, tienes que volver una y otra vez sin perderlos de vista, siendo tú siempre el observador. De esta manera irás generando el hábito y tu mente se volverá menos dispersa. Tu responsabilidad no es crear ni resistirte a nada, es simplemente tener la actitud correcta y estar atento.
Así, el método Crear Salud puede ayudarte a establecer este hábito poco a poco, y lograr así alcanzar ese grado de autoobservación. Pero este método no solo te enseñará sobre meditación, sino que también te dará las bases para llevar a cabo una correcta nutrición y llevar una vida activa.
Herramientas como la app Siente que puedes descargarte aquí pueden ser grandes aliadas a la hora de observar tus pensamientos. Su metodología es sencilla de usar, pues incluye el mindfulness y la psicología positiva para mejorar tu bienestar y, de paso, ser más feliz.