Cuando los pensamientos se inhiben, la mente se funde con su fuente. Existen diversas técnicas de meditación de silencio para ir consiguiendo este silenciamiento o vaciamiento interior, pero exponemos algunas de las más importantes.
La meditación del silencio
Una vez bien afirmada la postura de meditación, tome conciencia de su cuerpo y relájelo. Sea testigo de su cuerpo; ahí está su cuerpo y usted sintiéndolo, mirándolo, tomando conciencia del mismo.
Ahora observe su respiración. La respiración cursa con naturalidad y usted, imperturbable, observa, como espectador imperturbado, el movimiento de venida y partida de la respiración.
Así es testigo impávido de su cuerpo y de su respiración.
Observe también su mente. Los pensamientos van y vienen, pero no le conciernen; no se deje implicar o involucrar en ellos y permanezca como inafectado y calmo testigo de los procesos pensantes. Así, usted es el espectador de su cuerpo, su respiración y sus pensamientos, sin implicarse en ellos, libre y tranquilo.
Ahora enfóquese hacia usted mismo, ignorando las actividades cotidianas, el cuerpo y los pensamientos. No luche siquiera abiertamente contra los pensamientos. Ignórelos. Dirija todo su interés y energía hacia dentro, hacia la fuente de los pensamientos, cultivando un espacio interno de calma, silencio, quietud perfecta. Si los pensamientos vienen, son como nubes que no le perturban; no se deje identificar por ellos. Ignórelos y continúe penetrando en lo más íntimo de usted mismo, disfrutando de un espacio interno de paz, ecuanimidad y silencio, en la presencia de ser, conectado con su naturaleza más genuina e íntima.
Observación de los espacios en blanco en la mente
De igual forma que al hablar hay pausas entre las palabras y al escribir hay espacios en blanco o intervalos, en la mente, por muy apiñadamente que sobrevengan los pensamientos, también hay intervalos o espacios en blanco, por fugaces que resulten.
Este ejercicio consiste en captar los espacios o pausas entre los pensamientos, para lo que se requiere una gran atención.
La mirada en el infinito
Tratando de parpadear lo menos posible, pero sin realizar esfuerzos excesivos, pierda la mirada en el infinito, haciendo caso omiso de cuantos pensamientos surjan en la mente y tratando de ir cultivando un estado mental de calma y silencio. Los pensamientos, si surgen, son como nubes que vienen y parten, pero sin perturbar la quietud interior.
La erradicación de los pensamientos
Este ejercicio consiste en cortar los pensamientos en su propia raíz en el mismo momento en que asomen a la mente. Adoptada la postura de meditación, debe uno enfocarse con mucha atención sobre el espacio mental y cortar el pensamiento en cuanto surja, en su misma raíz, evitando así que fluya y forme cadenas de pensamientos. En suma, es negarse a pensar. No importa que al erradicar un pensamiento surja otro y así sucesivamente; lo esencial es no permitir que se formen discursos mentales.
Sentimiento de espaciosidad
Consiste este ejercicio en ir representándose la espaciosidad ilimitada en todas las direcciones, tratando de quedar absorto en esa ilimitada y clara espaciosidad, libre de deseos, pensamientos, afanes, tensiones, pasado o futuro.
Cualquiera de los ejercicios expuestos en este grupo puede practicarse diez o quince minutos. Todos ellos ayudan a neutralizar o suspender los pensamientos mecánicos y a crear una experiencia de silencio interior y de ser. También se purifica el subconsciente y se transforma la conciencia.
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