Cuando te das cuenta de que el tiempo no se compra en el supermercado, de que acaparar sólo es una manera de rellenar huecos e inseguridades, de que las experiencias son lo más valioso que tenemos, entonces has emprendido, quizá sin saberlo, el camino del minimalismo.Me llamo Nuria y me gusta disfrutar de los pequeños instantes. Con el nacimiento de mis hijos, la sensibilidad química, la responsabilidad que siento con el mundo que me rodea y la coherencia con mi propia manera de entender la vida me han hecho llegar sin saber casi cómo al minimalismo. Llegué casi de puntillas, sin darme cuanta, sin pretender pertenecer a ningún movimiento, sabía que algo no iba como quería pero no sabía bien lo qué, o quizá si lo sabía pero no quería reconocerlo ni sabía como afrontarlo.
Un día leí “La magia del orden”, de Kon Marie, y fué el clic que necesitaba para darme cuenta de que tenía demasiadas cosas, y además todo era un caos.
Nunca fuí una persona especialmente ordenada, y hasta se puede decir que bastante desordenada con al ropa, pero mis papeles, libros, y estanterías siempre estaban colocadas, mis apuntes eran para enmarcarlos. Pero sin saber cómo, me había ido sumiendo en el desorden, el irme a vivir a mi propia casa, mi pasión por las artesanías y manualidades, compartir los espacios con mi pareja, y por supuesto la llegada de mis dos hijos habían hecho que no se bien como ni cuando llegara todo a estar donde no debía, y además había mucho más de lo que debía de haber.
La cosa empeoró cuando cerré mi negocio, casi todos los muebles de la tienda pasaron a estar en casa, y también mucha ropa y productos que quedaron en ella.
¡Caos! esa es la palabra. Pero a casa seguían llegando cosas, ropa que necesitaban los niños, libros y más libros, cd´s de música, regalos que ni quería ni necesitaba pero me era muy difícil rechazar. Seguro que os podéis hacer una idea de a lo que me refiero.
Cuando leí La magia del orden, no sólo aprendí a ordenar de otra manera, a colocar las cosas por espacios y en vertical, cosa que os recomiendo para que tus cajones estén siempre colocados, sino que descubrí otra manera de tratar la ropa, y los objeto con los que me relaciono, desde el respeto y el agradecimiento por todo lo que nos aportan.
El minimalismo no es una imposición, nadie tiene que ser minimalista sino quiere, ni tiene que obligar a nadie a tirar o a no poseer objetos en contra de su voluntad.
Leí a muchas personas hablar del minimalismo desde el sufrimiento, desde la desesperación por tener que tirar objetos que apreciaban. Creo que están equivocados. El minimalismo ofrece paz, interior y exterior, ofrece la posibilidad de abrirte a otros mundos, al universo invisible que subyace bajo el mundo visible. Pero no puede forzarse, nadie puede forzar a amar, ni a tener fe, ni a sentir lo que no siente, porque esos son actos que nacen de dentro de nuestro ser, a las que tenemos que llegar por nosotros mismos. Te pueden forzar a dar un beso, pero no a amar.
Una de las premisas del minimalismo al menos como yo lo entiendo es la necesidad de centrarte en tus propias acciones y sentimientos, mucho antes que en las de los demás. No juzguez, no eres juez de nadie ( a menos que trabajes en un juzgado, claro), las motivaciones de cada personas van mas allá del entendimiento de los demás.
Y partiendo de esa premisa, disfruta, aprende y sienteté libre de avanzar a tu ritmo por el camino del minimalismo. Recuerda que siempre es una elección, no una imposición, pero tienes que ser coherente con tus actos y tus acciones, con las consecuencias sobre tu persona, los que te rodean y el propio planeta.
Te animo a conocer el camino de la libertad personal, de la coherencia, de la paz interior, de todo lo que puedes sentir si te escuchas a ti mismo. Pero recuerda, es tu elección. Siempre tendrás la puerta abierta, entra y sal cuando lo necesites, vuelve cuando sea tu momento, cuando sientas que algo no va bien, que la vida tal como la vives no es lo que quieres de ella, porque en ese momento el minimalismo te podrá ayudar, como me ayuda a mi.
No soy tu maestra, no soy ninguna gurú del minimalismo, no soy tu guía, tan sólo te muestro la ruta que yo he seguido, porque quizá y sólo quizá este camino sea también el tuyo, quizá, y sólo quizá tus pies usen el mismo número que el mio y te vayan bien mis zapatos para andar juntas las doce lunas del camino de este año.
Gracias por estar, gracias por ser, gracias por sentir y por leerme.