Esta reflexión viene a un episodio vivido estos últimos días en el trabajo se han faltado al respeto a otros compañeros y a los propios jefes sin motivo alguno, en realidad no creo que haya motivos para faltar al respeto a los demás nunca.
Me planteaba si esto es un tema de educación. Sí es un tema de educación pero no tal como la solemos plantear, vinculada a los estudios, sino una cuestión de educación emocional.
Saber gestionar las emociones es una labor complicada y a la que no se da demasiada importancia ni en la familia y en la escuela. Y es mucho más importante que las matemáticas o la lengua.
En una sociedad en la que estamos acostumbrados a acaparar, acaparamos títulos y damos importancia a lo que marcan los exámenes y las notas pero... ¿Y las emociones? La gestión emocional no aparece en las notas, no es valorada ni estimada de modo alguno, porque tampoco nos enseñan a manejarla.
Así que muchos llegamos a la edad adulta sin saber siquiera que eso es importante, muchos incluso ni siquiera saben de qué estoy hablando.
Es una parte de la propia inteligencia, "la inteligencia emocional" y algunos tienen un gran potencial innato para manejarla y otros requieren de cierto entrenamiento. Cuando este entrenamiento, enseñanza y capacitación no se da en la infancia desde la escuela y la familia nos encontramos con personas perdidas dentro de sus propios sentimientos e incapaces de gestionar su rabia, su miedo, su frustración ... y cargan contra todos y todo lo que se ponga por delante como auténticos toros de Miura, sin medir las palabras, las acciones ni las consecuencias, ni siquiera planteándose que estas existan.
¿Y cómo gestionar nuestras emociones?
Para empezar conociéndonos a nosotros mismos, cada uno llegamos a empezar a conocernos de una manera distinta, a mi me van muy bien las prácticas la meditación y el Reiki. No es una tarea sencilla, y sobre todo lleva su tiempo, así que puedes empezar desde ya. En cualquier caso cualquier técnica que nos permita reencontrarnos con nosotros mismos será valida. Y aquí viene el momento donde enlazamos con el mindfulnnes y el minimalismo.Cuando ponemos el foco en nuestras acciones, nos centramos en lo que hacemos y no dispersamos nuestras mentes, nuestras emociones se templan, y con el tiempo la ira desaparece, para dar paso a la comprensión, la paciencia y la tolerancia.
Pero cuando estamos llenos de cosas materiales, y comprar y llenar nuestro espacio es una práctica habitual, estamos tan ocupados que no nos permitimos conocernos, y ese hace una pequeña bola que cada vez se hace más grande hasta atraparnos en su interior sin darnos cuenta de ello.
La historia viene a ser así. Me sucede algo que me disgusta, me enfado y contesto de malas maneras, salgo enfadado y para soltar la tensión bebo, fumo, como de manera desmedida o me voy de compras de forma compulsiva para relajar tensiones. Mientras esto sucede voy "haciendo bola" de lo sucedido, así que mi enfado crece, llego a casa, me pongo a jugar con la consola, ver la tele... y sigo bebiendo, fumando o comiendo, hasta que cansado me voy a la cama, normalmente no sin antes haber discutido con alguien más.
En ningún momento he dado paso a pararme, relajarme y pensar porqué me he sentido mal en la discusión, ni siquiera me lo he planteado, el "tener por encima del ser" me ha mantenido ocupado para no dar paso a cuestionarme mis acciones. Así que mañana y dado que no he aprendido ninguna lección positiva, sólo cabe esperar que las cosas sigan igual o peor.
Esto que planteo es el día a día de muchas personas.Por eso te planteo ¿Te das tiempo a escucharte a ti misma de manera pausada cuando te enfadas? ¿Escuchas a los demás de manera receptiva antes de encender la mecha de las malas palabras? ¿Te planteas el porqué el otro ha cuestionado tus acciones?
Si cuando te enfadas te haces alguna de estas preguntas van por buen camino para disfrutar de una buena salud física y mental. Y es que las emociones son causantes indirectas de muchas de nuestras enfermedades, pero eso ya te lo cuento otro día.