La clave es la meditación
Para muchos expertos, y para cada vez más personas, las milenarias prácticas de meditación provenientes de Oriente son una de las formas más sencillas de apagar el interruptor de nuestra anárquica radio mental.Una de las técnicas cada vez más utilizadas en Occidente, es la meditación Zen ?que ayuda a encontrar otra forma de vivir el presente y contemplar la realidad, un arte que consiste en dejar la mente en paz y sosiego?, explica el psicoterapeuta José María Doria, que imparte cursos de esta disciplina en Europa.
Esta práctica, que surgió hace más de 2000 años en el seno del budismo y se difundió principalmente en el Japón, China y la India, se basa en el entrenamiento de la atención, la observación neutra de la corriente mental y la disciplina de una postura correcta que asimismo ejercita el enfoque de la consciencia.
Una técnica budista
El núcleo o corazón de esta disciplina derivada de las técnicas budistas es el 'Za-zen', que consiste en sentarse con los ojos semiabiertos, concentrando la mirada en un punto fijo situado a un metro o metro y medio por delante del practicante. Esta postura, en la que se permanece inmóvil, es similar a la que adopta un bebé o un niño muy pequeño al sentarse en el suelo con toda naturalidad, sin forzarla ni rigor: la persona permanece con la piernas cruzadas una encima de la otra, al estilo oriental, erguida con la cabeza apuntando al techo y su columna formando una línea vertical entre la partes inferior y superior de su cuerpo. Al principio, la postura del Za-zen puede ser difícil de conseguir y causar dolor, hormigueos e incomodidad al cabo de unos minutos, pero con la práctica se adopta con naturalidad.?El Za-zen ayuda a comprobar que, al igual que sucede con las ideas, emociones y sentimientos, que fluctúan a lo largo de la jornada, las molestias llegan, pasan y desaparecen?, explica Doria. En esta postura inmóvil, disciplinada, en silencio y mirando delante, la persona permanece atenta a su respiración y a todo lo que sucede, le rodea y llega a su percepción, observando sus pensamientos, percibiendo cuando su mente pierde el presente y se va a otra parte, presa de cualquier divagación.
Un revulsivo para nuestra mente
Aunque al principio es preferible practicar Za-zen en el 'dojo', es decir, un lugar de entrenamiento o gimnasio de la atención, y en grupo, lo cual hace que sea más difícil distraerse, moverse, irse o abandonar la práctica, después de alcanzar cierta experiencia con un maestro, puede practicarse en solitario y en casa.Lo ideal es efectuar el Za-zen todos los días, durante 20 ó 30 minutos, ?lo que tarda un incienso en arder?, al levantarse y al concluir la jornada. No obstante, con el ritmo de vida actual, un objetivo razonable es hacerlo dos veces por semana. La práctica regular de esta técnica, que ayuda a estar consciente y atento en todo momento, permite aumentar la eficacia en nuestro día a día, capacitarnos para un progresivo aumento de la atención, perfilar nuestras relaciones con los demás y mejorar el crecimiento personal, así como drenar determinados contenidos emocionales.
Por otra parte, el hecho de hacer descender el ritmo cardíaco y regular la actividad respiratoria, reduce el nivel de ansiedad y relaja la tensión nacida del estilo urbano de vida acelerada. También ayuda a disminuir el desborde emocional ante una amenaza, situación tensa o mal ambiente, a soltar los apegos ante situaciones que no tienen remedio, como una muerte, separación o pérdida, a evitar las anticipaciones negativas, esas situaciones que imaginamos que sucederán pero la mayoría de las veces no ocurren, y la frustración ante las expectativas no cumplidas.
Meditación en Madrid: Shambhala.es