La fisioterapeuta, Laura Flores, nos cuenta que hay lesiones más frecuentes en unas estaciones que en otras. Así, la incidencia de esguinces de tobillo o fascitis en verano es muy alta por el tipo de calzado o el aumento de actividad deportiva y, sin embargo, en invierno los problemas de espalda son los protagonistas. ¿Por qué?
El día a día nos demuestra que en cambios estacionales (sobre todo del verano al otoño y del otoño al invierno) las patologías, principalmente, más crónicas tienen un repunte de dolor.
Actualmente, no existe una explicación científica que demuestre este hecho, pero la práctica nos hace sospechar que los cambios de temperatura influyen mucho en estado de las patologías.
Hay diversas teorías al respecto como los cambios de presiones o factores psicológicos ya que en invierno tendemos a estar más en el hogar, hay menos sol, menos horas de luz que hacen que estemos más susceptibles ante un dolor, pero, no hay nada certero.
Así personas con artrosis, artritis o fibromialgia se encuentran peor en invierno que en otras épocas del año. Parece, sin embargo, que la explicación es mucho más sencilla y práctica que teórica.
Como hemos dicho anteriormente, el frío y el dolor de espalda son grandes enemigos y vamos a explicar por qué y cómo evitarlo.
¿Por qué aumenta el dolor de espalda en invierno?
Fundamentalmente, hay dos causas por las que el dolor de espalda aumenta en invierno.
Una es el contraste de temperatura entre ambientes cerrados y entorno externos y, otra, las posturas que adoptamos cuando tenemos frío.
Por ejemplo, ir por la calle paseando y entrar en una tienda donde la calefacción está muy alta para volver a salir a la calle va a favorecer que suframos dolores de espalda. Pasamos del frío extremo al calor y viceversa en muy poco tiempo y el cuerpo tarda en adaptarse.
De la misma manera, las corrientes de aire, tanto frías como calientes, nos van a predisponer a tener posibles contracturas, especialmente, en el cuello y la parte alta de la espalda que son las zonas más expuestas.
El frío hace que nos encojamos y adoptemos malas posturas como elevar los hombros, encorvar el cuerpo, agachar la cabeza y, en definitiva, tensionar todo el cuerpo. Además, al perder temperatura el organismo responde contrayendo la musculatura para generar calor. Por eso “tiritamos”.
Cuando la piel se enfría los receptores de temperatura que hay en la misma mandan una señal al cerebro para que intente aumentar la temperatura corporal. Este responde provocando espasmos en todo el cuerpo por los que los músculos se contraen rápidamente para producir calor. Digamos que es un mecanismo de defensa contra el frío.
El problema viene cuando la situación se mantiene el tiempo ya que puede generar contracturas.
Estas contracciones involuntarias consumen una gran cantidad de energía. Por eso puede ocurrirnos que tras una jornada de paseos por la calle, por ejemplo, nos encontremos cansados.
Es muy importante mantener una buena alimentación en invierno que nos asegure un aporte de calorías necesarias para mantener más fácilmente una temperatura adecuada de nuestro cuerpo.
Destacar, también, que con el frío las articulaciones, al igual que la musculatura, se vuelven mucho más rígidas aumentando la presión en las mismas y, por tanto, el dolor. Podemos incluso perder la movilidad de las mismas.
Seguro que alguna vez has intentado escribir un WhatsApp en pleno invierno en la calle y los dedos no te respondían.
Algunas recomendaciones para prevenir el dolor de espalda
Aunque puedan parecer consejos obvios vamos a haceros varias indicaciones para evitar posibles contracturas y lesiones por el frío:
Trata de vestir ropa ligera y usar varias capas para que, si en un determinado momento tengas calor en un ambiente cerrado puedas quitarte alguna prenda;
Evita corrientes de aire (también del aire acondicionado en verano) que provoquen cambios de temperatura bruscos y usa bufandas o pañuelos que te protejan el cuello y la parte alta de la espalda. ¿Qué pasa si practicas deporte al aire libre en invierno?
Que estás más expuesto a sufrir lesiones musculares y tendinosas si no combates el frío de manera efectiva. Además, las condiciones climatológicas adversas pueden romper nuestro ritmo de actividad deportiva y hacernos perder la motivación e “hibernar”.
No es necesario hacer ejercicio en invierno en espacios cerrados para evitar el frío si adoptamos una serie de medidas que nos hagan disfrutar de nuestro deporte favorito al aire libre y prevenir posibles lesiones.
Además, es sabido que el ejercicio en espacios abiertos reporta muchos beneficios físicos y psicológicos.
Entonces, ¿qué podemos hacer?
Tendrás que poner más atención al calentar la musculatura antes de comenzar a hacer ejercicio para que los músculos estén preparados.
Procura, si es posible:
Realizar ejercicio en las horas centrales del día ya que la temperatura será más elevada dentro de las circunstancias;
Usar ropa térmica y transpirable adecuada a la temperatura exterior,
Evitar la ropa de algodón ya que absorbe el sudor y se mantiene húmeda.
Además, abriga bien tus manos y tus pies ya que son las zonas del cuerpo más sensibles al frío;
El 50% del calor corporal se pierde por la cabeza por lo que es importante llevar gorro para mantener la temperatura;
Procura taparte la boca. De esa manera, cuando cojas aire se habrá calentado y estarás evitando enfriar las vías respiratorias;
Por último, hidrátate bien, come más fruta y verdura que te aporten vitaminas extras para hacerte más resistente al frío. En definitiva, siguiendo una serie de pautas como las anteriormente descritas evitaremos dolores de espalda y todo tipo de lesiones que puedan provocarse o agudizarse en invierno.