¿Para qué sirve el miedo?
Si no vale para nada, abandónalo, dicen por ahí… No lo sientas, no lo tengas, sonríe, sé fuerte, se positivo, no muestres debilidad, pon actitud, no lo vivas, suéltalo, no sucumbas… De tanto escuchar NO, terminamos creyéndolo y queremos no sentir nuestro propio miedo, y cuando lo sentimos lo negamos, lo escondemos y por dentro sufrimos, porque ahora además nos creemos erróneos e insuficientes por sentir ese miedo, porque la sociedad no lo permite, nos está diciendo NO, no hay miedo, no lo tengas, no lo sientas.
Para quien tiene miedo, todo son ruidos. Sófocles
El silencio socialmente impuesto sobre nuestros miedos, que nos impide mostrar nuestras carencias, que niega nuestra parte más mundana, que deprecia nuestra vulnerabilidad, que nos empuja a una sonrisa que no es alegre y exige mostremos una perfección impostada, nos empuja a fingir el no sentir, y fingiendo no desaparecen las sensaciones del cuerpo.
La lucha contra nuestro propio miedo tampoco elimina el miedo. Escapando no se encuentra la paz, tampoco nuestro ánimo va a mejorar negando los estados que vivimos, solo continúa molestando, pero en silencio y en soledad.
El efecto que estamos consiguiendo es liderar las listas de las llamadas enfermedades mentales y el consumo, quizá abusivo, de ansiolíticos, un camino cercano al destierro social, a la incomprensión y abocarnos al más insostenible de los sufrimientos: el que perdura, con el que te peleas porque todos dicen, que no debe ser.
Nada es más difícil que aceptarse a uno mismo. Max Frisch
Ignorar que es exactamente aquello que sentimos por dentro nos convierte en analfabetos emocionales por fuera. Si añadimos que quizá carecemos de un vocabulario exacto para determinar lo sentido, porque nunca nos enseñaron a reconocer ni verbalizar nuestras propias emociones, significaría prohibir todo lo que es fisiológicamente natural, y todo lo que es natural, necesita simplemente ser, tener su espacio, su tempo, su lugar, y sobretodo necesita tu aceptación, si la tuya, porque eres tú la única persona que puede gestionar tu propio miedo, encontrarlo, mirarlo, aceptarlo y atravesarlo para llegar a estar en paz.
Atiende tus necesidades primero, date tiempo a ti, date tu espacio, conócete y siéntete.
El camino comenzaría con la honestidad que requiere mirar dentro de ti para ver que sientes, que es esa angustia que tu cuerpo experimenta ante una situación cualquiera, qué sucede para que toda tu atención se dirija únicamente hacia el estímulo que tu cerebro cree una amenaza y libera hormonas que buscan tu equilibrio, cómo tu corazón bombea más fuerte y aumenta tu tono muscular, cómo tu cuerpo se prepara para protegerte y te impulsa a huir.
El miedo es natural, es normal, sea lo que sea aquello que te asusta, está bien. Conocer que es el miedo lo hace un poco más pequeño.
Miedo es un sufrimiento que produce la espera de un mal. Aristóteles.
Reconoce tu miedo
A veces el cerebro olvida distinguir claramente la diferencia entre un león hambriento y un grupo de personas que solo te están escuchando, o un examen, o una araña, o cualquier otra situación que entienda como insegura para ti, y por tanto, te protege de dicha situación.
Nada hay erróneo en ti por sentir miedo. Nada malo estás haciendo al tener miedo. Tampoco hay nada negativo en aquello que tememos, no es malo tener miedo al fracaso, ni al éxito, ni temer al qué dirán ni al que pensaran, tampoco es erróneo tener miedo al cambio ni a la soledad, ni al rechazo, ni es malo temer ser abandonado, tampoco es malo tener miedo a destacar, a brillar a ser diferente, ni tampoco es malo el grado en que lo sentimos.
Cada ser humano es único y cada manera de sentir es singular, y todas ellas son perfectas.
Al poder discernir el miedo, podemos pasar a aceptarlo, a permitirlo, a dejarlo ser, a no negarlo ni esconderlo, a no luchar contra ello, a no disimular, solo sentirlo. Sentirlo plena e intensamente.
Déjalo ser, sin regodearte en él, no lo hagas protagonista, el protagonista de tu vida eres tú mismo. Sólo tú.
Una vez reconocido, visto y sentido tu miedo, ya podemos dejarlo ir. Puedes respirar profundo y hablarle, recordarle que estás a salvo incluso sintiendo lo que ahora sientes. Incluso si tu corazón bombea tan fuerte que parece salirse del pecho, incluso cuando sientas que el oxígeno ha dejado de entrar en ti y que la sangre no sube a tu cabeza, incluso cuando pierdas la concentración, incluso en pleno ataque de pánico, recuerda decirle a tu miedo que ya lo ves, que ahora sabes que está aquí.
Céntrate en tu respiración, lento, sin prisa, llena tus pulmones, espera reteniendo el aire, expira lento, retén de nuevo. Solo existe este momento, esta emoción y tú sintiéndola.
Háblale, dale las gracias por salvarte la vida, (recuerda que esa es la función natural del miedo), coméntale que ahora estas a salvo, y por tanto tu miedo ya puede irse.
“En la vida, no hay nada que temer, sólo hay que comprender”. Marie Curie
Sé protagonista de tu vida
Escribir con un bolígrafo y un papel te ayuda a enfocar tu atención sobre este momento presente y este miedo concreto, sin perderte en él.
Escribir te ayuda a identificar qué sientes, te saca de tus pensamientos futuros, y te ayuda a soltar aquello que sientes de forma consciente, liberando gran parte de ese miedo, haciéndolo más chiquito, abriéndole la puerta para que pueda marcharse sin regresar.
Escribe también un listado de aquellas situaciones que te daban miedo, y aun así atravesaste miedo. Recuérdate a ti mismo que lo superaste tu solito.
Reconocer tu proceso de atravesar tu propio miedo te hace crecer, te permite tomar tu propia fuerza y te facilitará atravesar el siguiente miedo que aparezca en tu camino, considera la enorme satisfacción contigo mismo que produce la acción superada, admite ese increíble alivio por haberlo hecho.
La exposición es el antídoto ante el miedo, hacerlo una y otra vez es lo único que te ayudará a calmar tus temores.
Recuerda, es totalmente natural sentir miedo, tu miedo sirve para protegerte, y no tener miedo sería un problema grave, precisamente, porque el miedo es un instinto de supervivencia. Solo practica para gestionar y atravesarlo.