Uvas rojas. Al igual que el vino tinto, las uvas rojas son ricas en bioflavonoides, un importante antioxidante que ayuda a prevenir el cáncer. También tienen grandes cantidades de resveratrol, una sustancia que inhibe la acción de las enzimas que estimulan el crecimiento de los tumores. Asimismo, contienen ácido elágico que bloquea las células cancerosas y retrasa el crecimiento de los tumores.
Aceite de oliva. La grasa mono-insaturada del aceite de oliva es excelente para proteger contra el cáncer y en especial contra el cáncer colon-rectal. Esto se debe a que las grasas mono-insaturadas actúan sobre los ácidos biliares y reducen las posibilidades de que se formen adenomas o carcinomas en la mucosa digestiva. Además, este tipo de grasa también ayuda a mantener flexibles las arterias, por lo que favorecen el riego sanguíneo y la oxigenación de todos los tejidos del cuerpo, protegiendo a su vez las células.
Té verde y negro. Ambos tipos de tés son ricos en polifenoles, una sustancia con poder antioxidante que impide la reproducción y multiplicación de las células cancerosas en el organismo. De hecho, la evidencia científica apunta que tanto el té negro como el verde son muy eficaces para prevenir la aparición del cáncer de colon, recto, estómago, páncreas, hígado y pulmón.
Coles. Las coles, el brócoli, la coliflor y el repollo no deben faltar en tu mesa porque son un potente anticancerígeno. Ayudan a reforzar las defensas del organismo, a la vez que protegen las células y eliminan los radicales libres, que son los principales responsables del cáncer. Esto se debe al indol-3-carbinol y al sulforafano, dos sustancias que previenen la aparición del cáncer.
Zanahorias. Las zanahorias tienen un efecto antitumoricida que ayuda a prevenir diferentes tipos de cáncer, como el de boca, garganta, estómago, intestino, vejiga, próstata, mama y pulmón. La clave radica en los betacarotenos, un conocido antioxidante que ayuda a combatir los radicales libres y que estimula las funciones celulares.
Tomates. Conocidos por su elevada concentración de licopeno, un pigmento carotenoide y fitoquímico, también tienen efectos antioxidantes. De hecho, un estudio realizado en las universidades de Bristol, Cambridge y Oxford ha descubierto que comer aproximadamente diez porciones de tomate a la semana, en cualquiera de sus formas, reduce hasta en un 18% las probabilidades de desarrollar un cáncer de próstata.
Ajo y cebolla. Estas especias, que están presentes prácticamente en todas las cocinas, son ricas en alicina, un compuesto formado por azufre que ejerce una función depuradora hepática. Al eliminar las toxinas que se acumulan en los tejidos y la sangre, se reduce el riesgo de desarrollar un cáncer. Además, el ajo tiene una propiedad muy peculiar que le permite adherirse a las toxinas para neutralizar su efecto y proteger a las células, por lo que tomar en ayunas un diente de ajo es una buena estrategia para prevenir el cáncer.
Fuente: Los alimentos con poder anticancerígeno - Nutrición Saludable