Quiero agradeceros la gran acogida que han tenido mis anteriores artículos, pero a pesar de ello quiero pedir perdón a todas esas personas que en estos momentos se sienten prisioneras de su propio cuerpo, de su propia realidad, la de sus dolores o enfermedades. Y siento la necesidad de pediros perdón por no haber llegado con más nitidez, con más empatía, con más claridad; quizás si lo hubiera hecho os habríais atrevido a darme vuestra opinión, a plantearme vuestras dudas, o a cuestionar mis afirmaciones, pues uno de los motivos de los artículos era despertar vuestra curiosidad y entablar una comunicación, pero no lo he conseguido, y lo siento, lo siento mucho por no haber sido capaz de llegar hasta vosotros.
He de confesar, por si os sirve de aliciente, que yo soy el primero que he tenido, y aún tengo muchas dudas, pues a pesar de lo que afirmo, a pesar de los conocimientos que he adquirido, nunca he dejado de cuestionarme, de preguntarme si no estaré equivocado, si no me estaré engañando.
Tened en cuenta que estoy cuestionando todo lo que nos han dicho, todo lo que nos han enseñado sobre el dolor o la enfermedad, sobre nuestras vidas, y afirmando que sus principios están basados en un error de concepción; en un error de criterios, y por tanto, que están equivocados.
Yo, una persona normal, sin ningún conocimiento académico, sin un respaldo de pruebas o ensayos que demuestren que este método funciona, me atrevo a cuestionar los principios de la medicina. ¿Cómo no voy a tener dudas? ¿Cómo no voy a tener miedo? No soy inmune a mis propios miedos ya que son parte de mi, de mi esencia como ser humano; y temo a equivocarme, a ser cuestionado y criticado, pero sobre todo a perjudicar a otras personas, aún sabiendo que es poco o nada probable que suceda dadas las características de este método, basado en el conocimiento, el convencimiento, el perdón y el agradecimiento.
Fijaos que solo son cuatro conceptos, cuatro simples pasos que me dieron las herramientas para poder sanarme y comprender el por qué enfermaba... Y fueron los mismos principios, las mismas herramientas que sirvieron para ayudar a otras personas a terminar con sus dolores y enfermedades, pero lo más significativo es el cambio que produjo en sus vidas.
En el caso de José lo que más me sorprendió fue su rápida y asombrosa recuperación pues en pocas semanas se liberó de su enfermedad, la fibromialgia, de esa enfermedad que la medicina oficial cataloga como incurable, y que durante prácticamente toda su vida había padecido. Y aún hoy, cuando lo veo y le pregunto como está, y me dice con una gran sonrisa que muy bien, y me habla de lo que es capaz de hacer, de lo bien que se siente, no puedo más que sentirme muy contento por él.
Otra recuperación sorprendente fue la de una profesora, este caso, del que hablo en mi libro, fue la primera a la que trate con una combinación de masajes y búsqueda emocional de sus dolores, y con solo una sesión se liberó de esos dolores que durante meses le habían atormentado en ambas piernas de tal forma, que estaba desesperada; pero es que, hasta ese momento nadie, ni los distintos médicos ni terapeutas que la habían tratado, le había dicho el por qué ella misma se provocaba los dolores, y como se los podía curar. Y no se lo habían dicho porque lo desconocían.
Pero algo más surgió de esa primera y única sesión, algo cambió en su forma de ver y concebir la vida pues a los pocos meses, después de estar varios años en un proceso de fertilidad por sus problemas para concebir, se quedó embarazada, un embarazo muy deseado pero que hasta ese momento no habían logrado, y que según mi cuñada, que es muy amiga suya, fue provocado por el cambio que se produjo después de esa sesión; así me lo aseguró. A día de hoy tiene un hijo, un hijo muy deseado.
Pero ¿qué cambió ese día, qué cambió en esa sesión? Su forma de ver la vida, y la de su responsabilidad; la de asumir que ella era la responsable, la causante de sus dolores y ello le llevó a ver su vida de otra forma, como una oportunidad, como un camino y no como un cúmulo de incomprensibles desgracias ajenas a su voluntad.
Ahora, el cambio para mi más significativo es el de Xavi, pues cuando comenzó con este método estaba completamente sumido en una depresión a causa de su enfermedad, y ahora su vida tiene otro sentido, otro motivo, y ahí seguimos con las sesiones, aprendiendo de los errores, y probando nuevas técnicas que le ayuden a seguir creciendo como ser humano, y a terminar con sus ataques.
Pero no todas las personas a las que he tratado han mejorado, quizás porque no era su momento, o no era ese su camino, pero el no mencionarlas, el no citarlas no sería justo pues considero que son una parte muy importante de este proceso.
Hace unos meses traté a un hombre de unos cuarenta y cinco años con dolores en su espalda y cuello. En nuestra primera sesión hable con él e intentamos llegar a ese problema emocional, y en un principio parecía que habíamos llegado a encontrarlo. Tuvimos dos sesiones más y ya no sentía dolores, así que le dije que no hacía falta que le diera más masajes. Sin embargo a la semana siguiente me enteré, por otro amigo en común, que le habían vuelto los dolores, y que había ido al médico, el cual le recetó calmantes y reposo, y le mandó varias pruebas para descartar que los dolores no fueran provocados por otras causas. Por mi experiencia sé que esos dolores tienen un motivo, una causa emocional, y en las sesiones así se lo expliqué, y le sugerí varias formas de enfrentarse a ellos pero o bien no supo, no pudo, no quiso, o simplemente no era su momento, y es de respetar pues al fin y al cabo es su vida y sus decisiones.
Quizás tendría que haber insistido más y tratar de seguir con las sesiones, pero no lo vi receptivo a seguir por ese camino, y tras enterarme de su recaída hablé con él, y le dije que me parecía muy bien que fuera al médico, y que era lo mejor que podía hacer pues él quería descartar que tuviera algo más grave. Las pruebas no revelaron nada fuera de lo normal, y eso fue suficiente para recuperarse totalmente pues quizás lo único que necesitaba era esa seguridad, quitar ese miedo que sentía a tener algo grave, y aunque yo ya le había dicho que no le veía nada grave cuando le dí los masajes, él necesitaba la opinión, la seguridad que le aportan los profesionales médicos, y lo entiendo y, por supuesto, lo respeto. Era su proceso y tenia que pasar por él para sentirse seguro.
También me he encontrado con el caso de una mujer que tenía dolores en sus piernas, y a la que hace ya casi un año le di un masaje, y por supuesto intenté buscar la causa emocional, y sin rascar mucho enseguida salieron muchos conflictos familiares sin resolver, en los que ella no quiso entrar pues según su opinión no tenían solución; y la cuestión no era si se podían solucionar o no, la cuestión era que esos conflictos le habían generado unos sentimientos de culpa que a día de hoy sigue sintiendo. ¿Qué cómo lo sé? Porque al poco tiempo me enteré de que tenía una grave enfermedad, un cáncer. Durante muchos meses no la vi, pero por conocidos en común sabía que se estaba tratando, y después del verano la volví a ver, muy desmejorada tras las sesiones de la quimio, y lo primero que me dijo es que sus dolores en las piernas eran a causa de una trombosis, y que nada podía hacer con los masajes. En cierta forma ella pretendía que no me sintiera culpable por no haberle podido quitar los dolores, y yo no dije nada pues no creí que mis argumentos o consideraciones le hicieran ningún bien pues ya en aquella sesión le expuse mis ideas y no las consideró como algo que le pudiera ayudar. Por lo tanto, cualquier comentario no habría servido de nada, o quizás sí, nunca lo sabré.
Supongo que tenia que pasar por esa enfermedad, por ese tratamiento porque así lo decidió antes de nacer, pero siempre me quedará la duda de si es así realmente, o si la enfermedad es un efecto secundario de esos conflictos emocionales que sigue arrastrando, y si es así ¿cuantas personas están padeciendo una enfermedad, o sufriendo dolores sin saber el motivo, sin conocer la causa, y sobre todo sin tener la opción de sanarse...?
Y esta es una de las causas por las que solicito vuestra colaboración pues el fin de este conocimiento es que llegue hasta esas personas a las que quisiera seguir indagando en este método, aprendiendo al tratar a personas con las mismas patologías como la epilepsia o la fibromialgia, para ver si hay un nexo en común entre las personas que padecen estas mismas enfermedades, así como en el tratar otras patologías para ver hasta donde podría llegar este método, para ver si también son consecuencia de los efectos secundarios, de problemas emocionales, u de otra índole.
También creo que si se practicara este simple método en los hospitales o centros de salud, y especialmente en las unidades del dolor, se podría lograr un beneficio físico y psicológico en muchos de los pacientes, sin descartar el gran ahorro económico que conllevaría al no tener que invertir en costosos tratamientos, o en una gran disminución de los mismos. Pero soy consciente que es muy complicado que los especialistas médicos consideren que este método pueda ayudar a sus pacientes, sobre todo porque yo no estoy cualificado, no tengo ningún tipo de formación ni estudios o pruebas que avalen que este método funciona, a parte de las personas que han mejorado, pero sigo solicitando su ayuda y colaboración al igual que la de todas aquellas asociaciones de pacientes que lo consideren adecuado, e incluso la de los psicólogos, psiquiatras o terapeutas tanto de la medicina oficial, como de la alternativa.
Como ya he mencionado este es un método nuevo, totalmente distinto en su forma y concepción, basado en unos principios que van más allá de lo estrictamente físico o mental, y que necesita una oportunidad. Yo, por mi parte, estoy intentando darlo a conocer porque si algo tengo claro es que este conocimiento no es mio, y como no me pertenece es lógico difundirlo libremente, pero mi propósito se me antoja como una utopía, pues he de enfrentarme con mi falta de formación académica y con mi anonimato.
Tampoco cuento con el apoyo de ninguna organización, ni con los medios económicos para dar a conocer este conocimiento... Tened en cuenta que yo no me dedico a esto, yo tengo mi trabajo y en mi tiempo libre desarrollo esta labor, muy gratificante, pero insuficiente económicamente para vivir. Y claro que me gustaría dedicarme plenamente a ella, pues me parece fascinante, y me maravilla lo que es capaz de conseguir el ser humano cuando le dan las herramientas adecuadas, cuando le dan la oportunidad de poder cambiar su vida, y eso precisamente es lo que hace el dolor y la enfermedad, te dan la oportunidad de rectificar, son un toque de atención, una comunicación que te dice que tú tienes la posibilidad de cambiar tu vida, y a ti mismo...
Y lo que más siento es el no tener la confianza de todas esas personas que tienen dolores o enfermedades, que se sienten atrapadas en su propio cuerpo, en su propia incomprensión del por qué están enfermas; y que se preguntan, por qué ellas, por qué tienen que pasar por ese sufrimiento. Y a lo mejor no tienen por qué pasarlo, no tienen por qué sufrir, como en el caso de José, o de la profesora, o de Xavi, pero lo desconocen.
Y en cierta forma me siento responsable por no ser capaz de llevar este conocimiento hasta esas personas, de no ser capaz de transmitir, de conectar, de empatizar; pero para seros sinceros estoy muy solo en esta tarea, que a veces me resulta tan compleja, tan complicada que me siento como don Quijote luchando contra los molinos de viento, embarcado en una cruzada que se me antoja muy complicada y de un alto coste emocional, familiar y social. Pero sigo intentándolo porque de verdad creo que puede ayudar a otras personas, como me ha ayudado a mi, y solo espero y deseo que alguien le de la oportunidad que creo, se merece, y que no quede en el ostracismo de una sociedad limitada por sus propias reglas y limitaciones sobre una comprensión de lo que es lo oficialmente correcto.
Muchas gracias.