Honestamente, si antes de leer el post de Marta B. me hubieran dicho que el desnudo de Scarlett Johansson iba a aportarme una reflexión profunda, no lo habría creído. Júzgalo por ti mismo.
Lo que puedes aprender del desnudo de Scarlett Johansson
Mis queridos y ?pacientes? lectores, hoy vengo a iniciar un tema que ha sido y es uno de los objetos que despiertan mi curiosidad y sobre el que llevo pensando algunos años: el concepto de MUJER.
¿Qué es una MUJER?
¿Esta nace o se construye?
¿Qué rasgos definirían la feminidad?
¿Y por qué elijo este tema en este momento y en este lugar?
Bueno, tras caer en la cuenta de que la contrarreloj del bikini había comenzado, he empezado a observar a esa nueva oleada de mujeres que han aparecido por el gimnasio que frecuento y me han llamado la atención varias cosas:
Cómo se desenvuelven en aquel espacio.
Qué parecen ir buscando.
Los lugares que frecuentan y allí donde es poco probable encontrarlas.
Algunas de ellas entran en los vestuarios cabizbajas, como si quisieran pasar desapercibidas. Con la mirada fija en la taquilla que están usando y procurando no llamar demasiado la atención.
Otras caminan muy erguidas, con la vista al frente y con la aparente certeza de que aquel lugar les corresponde, como si estuvieran ubicadas.
Luego están las mujeres que practican el arte del ?reojo?, en una posición que recuerda al vigilante, al estado de alerta. Tal vez para saber si en algún momento dan con la clave que les conceda el privilegio de relajarse.
Están las que esconden su cuerpo bajo un fuerte nudo en la toalla que las cubre.
Las que caminan descubiertas y satisfechas.
Las que se enfrentan al abismo del destape pero solo por partes.
Las que recogen sus enseres y no descubren nada de su intimidad.
Las que, con miradas condescendientes, endurecen el momento de cruzarte con ellas frente a frente.
Un espectro de mujeres reunidas en un mismo lugar con un posible objetivo común:
?Conseguir al fin encarnar la imagen de LA MUJER que voy buscando?
ESA que reuniría los dones y requisitos de la feminidad. ESA en la que podríamos estar a salvo de cuestionamientos e inseguridades.
ESA MUJER que se nos ofrece como ideal al que aspirar y sobre el que podría descansar nuestra identidad femenina.
Y, sin saber muy bien quién es esa MUJER y si en realidad existe, surge en nosotras un motor de motivación dirigido a alcanzar esa meta. Empezamos a trabajar para convertirnos en ELLA.
Insisto, una ELLA con mayúsculas que hace de modelo y referencia y a la que no perdemos de vista. A veces, incluso, le ponemos nombres y apellidos.
Por ejemplo: Scarlett Johansson.
Las imágenes que suelo incluir en los posts no son casuales, pero las de hoy tienen una especial relevancia.
Son instantáneas de Scarlett Johansson en la película ?Under the skin?, dirigida por Jonathan Glazer y que esta semana han provocado diversas reacciones en los medios de comunicación. Me ciño a la sinopsis para no destrozárosla (alguna amiga me acusa de hacer spoilers a veces y reconozco que es que me gusta contar todos los detalles de las películas).
La historia gira entorno a la figura de Scarlett, una alienígena cuya misión es atraer y capturar humanos para llevarlos a su planeta, donde son devorados como un manjar muy preciado.
La traigo hasta aquí porque ella podría ser ELLA. ESA MUJER en la que nos fijamos y usamos como unidad de medida. El rasero con el que evaluarnos.
De alguna manera podríamos decir que su imagen tiene la capacidad de capturarnos, de apresar nuestras miradas y quedarnos así a contemplarla. Pero resulta que?
¡ES UNA ALIENÍGENA CANÍBAL!
Un ser de otro planeta que usa una bella apariencia humana como señuelo para capturar a sus víctimas y tenerlas a su merced.
Supongo que a estas alturas habréis descubierto la intención de mi metáfora:
Esa imagen corporal reluciente que nos alumbra y guía, a la que rendimos verdaderos esfuerzos pero que tendría la capacidad de devorarnos. De acabar con lo que, como mujeres singulares, nos es propio para transformarlo en lo que ?deberíamos llegar a ser?.
Puede que esas miradas tímidas, inseguras, curiosas y desafiantes que me encuentro en los vestuarios de un gimnasio, tengan algo que ver con esto. Con mirar otros cuerpos de mujeres que nos indiquen cuán lejos o próximas estamos de la perfección, de la referencia, y comprobar si las demás consiguen erigir dicho estándar o no.
Y así nos sostenemos en esa tensa carrera de fondo que pensamos podría llevarnos a lo más alto.
En más de una ocasión, Ana ha planteado por qué tenemos esa mala costumbre de compararnos continuamente con otros. Bueno, puede que abandonar la senda marcada y apostar por un camino propio sea una elección cuyas consecuencias nos traería dificultades:
Desprendernos de algunos totems que dejen un vacío sobre el que haya que inventar algo nuevo. Ponernos al servicio de nuestra particularidad y explotar eso que nos hace únicos; lo que nos distingue.
Algo a lo que el gran Salvador Dalí alude en esta frase:
?Creo que en lo que hago, soy un pintor completamente mediocre. Lo que considero genial es mi visión, no lo que en realidad ejecuto?
Quizás el verdadero trabajo está en construir nuestros propios referentes y soltarnos de esos yugos que nos mantienen la cabeza baja. Para, así, poder posar la vista en un horizonte de nuevas posibilidades:
La posibilidad de estar satisfechos bajo nuestra piel.
¡Feliz fin de semana!
Nos leemos muy pronto.
Marta B.
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