En nuestro viaje hacia el autoconocimiento y la conexión con lo más profundo de nuestro ser, es importante recordar que estamos en constante interacción con el mundo que nos rodea. Los ritmos de la Tierra, la naturaleza en su estado más puro, nos ofrecen una guía invaluable en este proceso.
Al conectarnos con los ritmos de la Tierra, nos adentramos en un universo de armonía y equilibrio. Nos permite sintonizar con nuestros propios ritmos internos y encontrar una conexión más profunda con nuestra esencia. Es una invitación a escuchar, observar y aprender de los ciclos naturales que nos rodean.
Desde los ciclos de las estaciones, donde podemos observar la transformación constante de la naturaleza, hasta el ciclo lunar que marca el paso de los días y las noches, cada uno de estos ritmos nos brinda valiosas lecciones. A medida que nos sumergimos en ellos, podemos experimentar un sentido de pertenencia y conexión con el mundo que nos rodea.
En nuestro camino hacia el interior descubrimos que las energías que mueven los ciclos de la tierra son las energías que nos mueven a nosotros mismos. Al estar presentes en el momento presente y abrir nuestros sentidos a los sonidos, aromas y texturas de la naturaleza, nos permitimos sintonizar con su energía y sabiduría.
En este momento venimos de la energía expansiva del verano. Una energía que llena nuestro tercer chakra con el elemento dominante del fuego y nos invita a entregarnos a la vida que nos rodea desde nuestra identidad, desde nuestro ser. Sin embargo ahora ya en otoño la energía va dirigiéndose de nuevo hacia la tierra. El color naranja del otoño nos va llevando en el descenso hacia el segundo chakra, hacia las emociones guiadas de la mano del elemento agua. La energía se va haciendo más densa y toca empezar a recogerse hacia dentro. Dejamos todo que ya se entregó y lo que nos fue útil en el camino del anterior ciclo y vamos dejando espacio para la calma y el reposo tan necesarios en esta época.
La mitad oscura del año comienza y cada vez tendremos menos horas de luz. Sin embargo nosotros tratamos de mantener el ritmo del verano usando luces artificiales y calefacción que de alguna manera mandan el mensaje a nuestro cuerpo de que sigue la época luminosa. La luz de las pantallas, los horarios frenéticos y las tareas interminables nos alejan de lo que nuestra energía nos está pidiendo. Quizá haya otra forma de afrontar esta época. Detente un momento a sentir que está ocupando tu energía y desde donde eliges tus prioridades. Qué te haces sentir paz y equilibrio, y qué te está sacando de tu centro.
Vivir al ritmo de la luz natural puede ser un buen comienzo. Respeta las horas de oscuridad, cuando fuera esté bajando la luz hazlo también en tu hogar. Apaga las intensas luces del techo y enciende pequeñas lámparas de cálida luz que te acompañen a bajar el ritmo del día. Toma alimentos de estación que nutran tu organismo acorde a las nuevas necesidades de adaptación que le trae el otoño. Cuida en esta época especialmente de tu segundo chakra, más activo en otoño. Si tienes Reiki es un buen momento para poner especial en limpiarlo y equilibrarlo. Otras maneras de trabajar con este chakra son cultivar tu creatividad, meditar con el color naranja o con sonidos de agua, y por supuesto trabajar sobre tus emociones.
Cuando sientas el llamado de tu interior y desees conectarte con lo más profundo de ti mismo, recuerda que los ritmos de la Tierra están ahí para guiarte. Permítete fluir con ellos, aprender de ellos y encontrar la paz y la serenidad que tanto anhelas.
Nota: El artículo ha sido publicado originalmente en Saludterapia.