Todos los estudios realizados hasta la fecha destacan las bondades de la Dieta Mediterránea para aquellas personas que quieren llevar un estilo de vida saludable. En el presente artículo vamos a repasar sus puntos principales para así aprender un poco más acerca de ella y poder adaptarnos a sus buenos hábitos.
En la cocina mediterránea se usa el aceite de oliva como grasa principal. Es un auténtico tesoro de la gastronomía que ha perdurado a lo largo de la historia, cuyo sabor y aroma convierte cualquier alimento en un plato único. Es rico en vitamina E y con presencia de beta-carotenos y ácidos grasos monoinsaturados, que nos ayudan a prevenir las enfermedades del corazón.
Para beber la dieta mediterránea propone la solución más sana, económica y sencilla posible: el agua, elemento esencial en cualquier comida. Para amenizar esto un poco tenemos dos alternativas tradicionales, el vino y la cerveza, que consumidos con moderación (un par de vasos de cerveza a lo largo del día o una copa de vino) y siempre durante las comidas son muy beneficiosos para nuestra salud, aportando una serie de nutrientes y destacando por su capacidad antioxidante, que incide en la regeneración de nuestras células, lo que puede alargar (y de paso alegrar) nuestra esperanza de vida.
La dieta mediterránea se basa en alimentos naturales de origen vegetal: frutas, verduras y hortalizas, que serán la principal fuente de vitaminas y fibra para nuestro cuerpo. Además, como están en su mayor parte compuestas por agua, apenas engordan y nos ayudan a limpiar nuestro organismo. Sus propiedades antioxidantes sirven para prevenir enfermedades del corazón y algunos tipos de cáncer.
En la siguiente entrega seguiremos descubriendo los mejores secretos que encierra la Dieta Mediterránea. Si te has quedado con ganas de más te animamos a seguir leyendo la segunda parte de este artículo.