En ese proceso de evolución influyen muchos aspectos, todos importantes, cada gotita es importante en un océano. Nuestro propio yo es como un gran océano formado de millones de gotas de colores, un mosaico que nos hace ser especiales a cada uno de nosotros, únicos en el mundo, únicos en el Universo. Y eso es decir mucho…
¿Cómo podemos gestionar entonces esta capacidad de evolucionar que sin duda es todo un súper-poder? A veces no sabemos, a veces hay tanta luz que nos quedamos ciegos, igual que en una historia con mil tramas, es difícil identificar el hilo conductor de nuestro yo. A veces se hace imposible encontrar la aguja en un pajar a rebosar…
Herman Hess, novelista y buscador incansable del propio yo sentenciaba – “No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de las personas vive tan irrealmente porque creen que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse”. Soberbio… Cuánta verdad puede haber en unas pocas palabras…
(Leer alivia, sobre todo cuando ves reflejadas en palabras de gente tan grande algunas de tus tímidas impresiones…Cuando eso pasa…es algo especial…)
Estoy totalmente de acuerdo con Hess. Un mundo tan lleno de todo, donde sobra tanto, a veces puede llevarte a pensar que la realidad es lo que está fuera de tí, haciéndonos olvidar que lo que más importa está en nuestro interior, que los ladrillos que construyen nuestro propio mundo, ese en el que se sitúa nuestra Vida está dentro de nosotros.
Ese desasosiego con el que algunos viven creo que no es otra cosa que una sensación interna, de la que a veces no somos conscientes, provocada por el ahogamiento de ese mundo interior al que no se le está dejando manifestarse.
Y esto puede aplicarse a todos los niveles de nuestras vidas. A todas las etapas de crecimiento. A todos los ámbitos, personal, relacional, laboral, educativo…Incluso a nivel general en la sociedad.
Y cuando esto pasa se inventan etiquetas, se inventan patologías, se inventan crisis… No señores, ni patologías ni … (me dan ganas de soltar improperios), ¡lo que pasa es que hay demasiada paja!, ¡demasiado poco respeto a lo importante!.
A lo largo de mi experiencia me voy dando cuenta de la importancia de ser “consciente” de nosotros mismos en el sentido más interno de la palabra. De quiénes somos, quiénes queremos ser, cuál es nuestra esencia, reconocernos como seres únicos, especiales, diferentes, con nuestro propio camino, nuestra propia leyenda. Esto es tan importante…porque ser conscientes de nosotros mismos nos va a permitir respetar ese mundo interior que sostiene nuestro mundo exterior, y ¡no al revés!.
Esta consciencia nos va a dar fuerza para empujar el mecanismo evolucionista que todos tenemos hacia “nuestro camino”, ese que nos haga despojarnos de tanto desasosiego y tanta angustia vital con la que viven algunos.
¿Conseguir eso es fácil? No, fácil no es… pero la vida tampoco lo es… Lo que sí sé es que estamos preparados para evolucionar, que tu mundo interior está ahí, esperando a que le hagas caso, que lo abraces y le dejes salir, que le dejes ser quién manda. No hay duda de que hay un camino que te lleva a él.
Y es que por naturaleza estamos preparados para encontrarnos.
Aunque para ello tengamos que vaciar el pajar entero.