Seleccioné con la mirada la bebida que quería, sintiendo como se me iba haciendo la boca agua. Recuerdo perfectamente como lo primero que hice fue poner la moneda de euro, y luego la de 0.50 céntimos, ya que la bebida valía 1.30 euros exactos. Pulsé a la bebida de sabor naranja y cayó. Pensé “me ha de dar 0.20 céntimos de cambio” y los fui a coger. Creo que cogí el cambio, aunque la verdad es que no lo recuerdo porque lo que acaparó toda mi atención fue encontrarme entre mis dedos un trébol verde de cuatro hojas plastificado. Aluciné. ¿Cómo algo tan sencillo podía hacerme sentir tan especial? Me decía a mí misma… ¿Quién habría puesto este trébol ahí? y, ¿por qué lo cogí yo y no otra persona?
Había muchas personas allí tomando algo o simplemente esperando a sus familiares a que salieran. Cualquiera de ellas podría haberlo cogido. Pero, no? era un tesoro y me lo hice mío. Ése día disfruté contándoselo a todos los de mi entorno más cercano. Y como no podía ser de otra manera, aquel año fue muy bueno, sobretodo en cuanto a resultados deportivos.
Años más tarde, una buena amiga y compañera de fatigas no estaba pasando un buen momento y pensé que podría transmitirle la magia que a mí me había producido, así que se lo presté. Y el trébol no nos ha defraudado. Todo lo que sembró a principios del 2013 empezó a brotar a finales de año y a lo largo de éste 2014, recogerá sus frutos? ¡seguro!
La fórmula es fácil: Saber a dónde queremos llegar + Trabajar bien + Tener ?un trébol de 4 hojas?
Pero la realidad es que no creo en la suerte. Para mí la vida consiste en una secuencia de acciones determinadas por un sistema “causa-consecuencia“, quedando poco margen para la casualidad o fortuna (¡menos mal!). En función del camino que decidas escoger, tus ambiciones, tu esfuerzo y el pequeño margen de azar que puede existir, las cosas simplemente sucederán, seamos más o menos conscientes. Pero a pesar de tener una visión bastante determinista e incluso simplista de la realidad, aún sigo preguntándome?
¿Por qué el azar me llevó a coger a mí ese trébol?
Microrelato por Mary González
EDC