La hipercifosis consiste en el aumento de la concavidad anterior de la columna dorsal. En la mayoría de los casos, se produce por la adopción prolongada de posturas inadecuadas o a vicios posturales, en otros casos, se debe a la falta de tonicidad y potencia en la musculatura paravertebral.
La hipercifosis puede ocurrir a cualquier edad, aunque es rara en el momento del nacimiento. En algunos adolescentes, la deformación hipercifótica tiene que ver con una anomalía en el proceso de osificación de las vértebras dorsales, conocida como enfermedad de Scheuermann. En los adultos, la cifosis puede ser causada por: enfermedades degenerativas de la columna (como la artritis o degeneración de discos), fracturas causadas por osteoporosis (fracturas osteoporóticas por compresión), lesión (traumatismo), deslizamiento de una vértebra hacia adelante sobre otra (espondilolistesis), enfermedades endocrinas, trastornos del tejido conectivo, infección (como tuberculosis), distrofia muscular, neurofibromatosis, enfermedad de Paget, polio, escoliosis, espina bífida, tumores, etc.
Síntomas de la hipercifosis dorsal
La curvatura de la columna produce un arqueamiento o redondeo de la espalda, llevando a que se presente una postura jorobada o agachada. En consecuencia, la persona puede experimentar:
Dificultad para respirar (en los casos graves)
Fatiga
Dolor de espalda leve
Apariencia redondeada de la espalda
Sensibilidad y rigidez en la columna
La debilidad de la musculatura que suele provocar la hipercifosis puede causar contracturas musculares y dolores. La variación de la forma en sí misma no tiene importancia y, en general, no causa dolores sino sólo un aspecto estético desagradable.
Diagnóstico de la hipercifosis dorsal
Habitualmente, la hipercifosis puede observarse directamente. Una radiografía permite confirmar y determinar sus causas. A veces, con este último objetivo es necesario hacer una gammagrafía ósea.
Tratamiento de la hipercifosis dorsal
La corrección de los vicios posturales y el ejercicio adecuado, adaptado por el médico al caso específico de cada paciente, suele ser suficiente para corregir la hipercifosis y prevenir o tratar los dolores que puedan existir.
Excepcionalmente, algunos médicos recomiendan un corsé en casos especialmente deformantes o progresivos de la enfermedad de Scheuermann detectados antes de que termine el crecimiento. En esos casos, es necesario evitar la atrofia muscular que conlleva el uso constante del corsé, por lo que hay que quitarlo con la periodicidad que prescriba el médico para que paciente haga ejercicios o natación.
Práctica del YOGA para su corrección y prevención
La simple observación de una persona con hipercifosis, da la sensación de que es alguien introvertido, dentro de sí mismo, “escondido”. Puede ser que esto se verifique en muchos casos. Para el yoga, inconscientemente el estado y la forma del cuerpo responden al estado de la mente. Puede que la historia propia haya hecho que la persona se esconda y tema abrirse y fluir.
Esta actitud afecta a Anahata Chakra: el chakra del corazón, del amor, del entregarse. Son personas que desconfían y que no se muestran. En gral, no son capaces de dejarse llevar con confianza y que temen lo que la vida les pueda deparar.
La ejercitación regular de algunas asanas de yoga puede ayudar a la corrección y prevención de la hipercifosis.
Secuencia de asanas.
ATENCIÓN: Es necesario recordar que antes de comenzar la secuencia de asanas, es necesario hacer primero una relajación, y un calentamiento del cuerpo con las posturas como la del Gato-Vaca, por ejemplo. También se pueden incluir algunas rondas del Saludo al Sol.
Luego del pre-calentamiento corporal, se puede comenzar con la serie de posturas.
1. Ponerse de pie y desde la postura de la montaña o tadasana, flexionar las dos piernas lo máximo posible, llevando el coxis hacia abajo, como queriendo sentarse (postura de la silla) Colocar las manos en puño a los lados del tronco e, inspirando, extender los brazos hacia arriba y mantener varias respiraciones.
2. Extender las dos piernas, colocar el tronco paralelo al suelo y llevar los brazos al lateral y luego, detrás de la espalda, separados. Mantener. ( Postura de la Gaviota o Bhega Kriya )
3. Tornar a la postura de la montaña y, desde ésta, colocar los brazos en Nâmaste, es decir, con las manos unidas en espalda a la altura de los omóplatos. Una vez en esta posición inclinar el tronco hacia delante y mantener varias respiraciones. Volver a la postura a Tadasana.
4. Inspirando, flexionar las dos piernas, llevar las manos unidas frente al pecho y trasladar el pie derecho hacia atrás. La pierna de delante, la izquierda, continúa flexionada. Exhalando, estirar los brazos con las manos juntas apuntando hacia el suelo, e inspirando, llevarlos hacia arriba por encima de la cabeza. Mantener unas respiraciones. Inspirando, bajar los brazos y recoger la pierna que está atrás(postura del guerrero). Repetir con la otra pierna. Exhala e incorporarse en la postura de la montaña.
5. Sentarse sobre los talones, dejarse caer hacia adelante y apoyar la cabeza en el suelo. Descansar en la postura del embrión. Mantener varias respiraciones.
6. Desde la posición de embrión, apoyar las palmas de las manos y las rodillas en el suelo. Levantar la cadera hacia arriba para ir a la postura de perro boca abajo. Extender las manos y meter la cabeza los brazos, llevando la mirada hacia el ombligo o hacia los pies.
7. Desde la postura de perro boca arriba, inspirar y llevar las caderas hacia abajo y la cabeza hacia arriba, de manera que quedar apoyado sobre los pies y las manos, manteniendo el resto del cuerpo en el aire.
8. Apoyar las piernas, la cadera y el pecho en el suelo, bocabajo. Extender los brazos y llevar las manos detrás de la espalda, entrecruzar los dedos, con las palmas mirando hacia dentro (en dirección a la cabeza) y levantar el rostro y parte del busto, mirando al frente (Postura de la Cobra).
9. Flexionar la pierna derecha, e intenta coger el pie con la mano derecha. Soltar y flexionar la izquierda e intentar coger el pie. Descansar una respiración. Flexionar ambas piernas e intenta cogerlas con las manos. Elevar el torso y las piernas, de forma que se apoye solo con el vientre (Postura del arco).
10. Llevar la cadera a los talones y extender los brazos. Descansar en la postura del embrión.
11. Desde la postura del embrión, incorporar el tronco y llevar los brazos por detrás de la cabeza, apoyándolos en el suelo. Extender las piernas juntas hacia adelante. Inspirar y estirar todo el cuerpo, sintiendo que el estiramiento comienza en el vientre; exhalar y relajar todos los músculos. (postura de bastón)Volver a inspirar y a estirar profundamente las extremidades, exhalar y soltar. Repetir tres veces.
12. Apoyar la espalda en el suelo. Llevar las piernas flexionadas sobre el abdomen y posar la planta de los pies en el suelo con pies a la anchura de las caderas. Colocar los brazos en forma de candelabro. Realizar respiraciones completas (contando hasta cinco en cada exhalación y en cada exhalación) en esta posición.
13. Extender las piernas y colocar los brazos a cada lado del cuerpo con las palmas hacia arriba. Descansar en la postura del cadáver o savasana por 10 minutos.
Últimas recomendaciones para la hipercifosis dorsal
La curvatura hipercifótica se acentúa con el tiempo, por lo que, en los casos donde no es congénita, la prevención es una estrategia a seguir para retrasarla y, en la medida de lo posible, evitarla. Aquí algunas sugerencias:
Adoptar las posturas correctas desde la infancia, al sentarse, al dormir, al ponerse delante del ordenador o al levantarse.
Consultar al médico cuál es la actividad física más recomendada en función de la causa de aparición de cifosis. También se puede optar por un programa de ejercicios específicos, supervisados por el fisioterapeuta.
Además de las posturas de yoga recomendadas anteriormente, entre los ejercicios correctivos se incluyen aquellos que se basan en extender, con la espalda rígida y recta –apoyada sobre una pared, por ejemplo-, las extremidades superiores, realizar elevaciones y rotaciones de los hombros. Los ejercicios para fortalecer los músculos del abdomen y la zona dorsal también son un buen aliado para cuidar la columna vertebral.
Sabrina Visconti