Actualmente se obtiene mediante fermentación y refinado de ciertos alimentos (como caña de azúcar y cereales) y se corresponde con la sal de sodio del ácido glutámico presente de forma natural en ellos.
El consumo de este aditivo invita a seguir comiendo (se estima que un 40% más) y se asocia popularmente con comida de baja calidad o productos industriales. Podemos encontrarlo en nuestros alimentos con los nombres de glutamato monosódico, potenciador del sabor o E-621.
Glutamato monosódico. Dónde encontrarlo
El glutamato monosódico es muy utilizado en la cocina asiática. No en vano, China es el mayor productor y consumidor del mundo de este aditivo.
Es empleado en snacks, patatas fritas, sopas en polvo, patés, cubitos de caldo, pizzas, condimentos, pastas, alimentos precocinados, productos de carne, productos dietéticos, etc.
Lo podemos encontrar en los gusanitos de Matutano Cheetos Gustosines o en el paté La Piara.
Glutamato monosódico. Peligrosidad
El glutamato monosódico permite a las compañías reducir la cantidad de ingredientes reales utilizados en sus alimentos. En la década de los 60, se descubrió que grandes cantidades de glutamato monosódico destruían las células nerviosas del cerebro de ratones bebé. Tras la publicación de este descubrimiento, la presión pública forzó a las compañías de productos infantiles a dejar de utilizar el glutamato monosódico en sus productos (que se utilizaba para que los padres notaran un sabor más agradable).
En dosis bajas es un neurotóxico capaz de destruir rápidamente nuestras neuronas. En grandes dosis puede provocar reacciones alérgicas y ataques de asma.
Estudios más detallados han demostrado que algunas personas son sensibles a este glutamato monosódico. Las reacciones incluyen dolores de cabeza, nausea, debilidad y sensación de quemazón en espalda, nuca y antebrazos. Además, son varias las personas que presentan cambios en la frecuencia cardiaca y dificultad respiratoria.
Algunas personas son sensibles a cantidades muy pequeñas de glutamato monosódico, pero no hay estudios concluyentes que hayan determinado cómo afecta este aditivo a ese colectivo de personas. Para proteger la salud pública, los fabricantes deberían utilizar una cantidad menor o eliminar el glutamato monosódico de sus alimentos. Igualmente, su cantidad debería constar en las etiquetas de ingredientes e información nutricional.
Está contraindicado en personas con enfermedades neurológicas tales como trastorno bipolar, parkinson, alzheimer, epilepsia o esquizofrenia. Un estudio de la Universidad de Michigan descubrió que niveles altos de glutamato monosódico en el cerebro puede favorecer la aparición de pensamientos suicidas.
Con todos estos indicios, estudios y resultados, no podemos más que recomendar evitar su consumo.
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