Una década después, el sufrimiento en un deporte como el nuestro me sigue pareciendo un tema de vital importancia, ya que día a día, entreno tras entreno, competición tras competición, la manera cómo gestionamos nuestras cogniciones y nuestros afectos durante la carrera condicionan no sólo nuestro rendimiento sino también la motivación para persistir en su práctica con ilusión y con ganas de superarse cada día.
Seguramente muchas de nosotras nos hemos encontrado a conocidos, amigos o familiares a los que les cuesta entender que podamos disfrutar y divertirnos durante duras sesiones de entrenamiento. Les parece inconcebible que nos guste ?sufrir?. Pero la realidad es que las que llevamos tiempo corriendo somos conocedoras de que la sensación de malestar físico (sensación de ahogo, dolor muscular, etc.) en sí misma no tiene por qué necesariamente traducirse en sufrimiento ¿Dónde está pues el umbral entre placer y sufrimiento? Es importante entender que el sufrimiento es un estado subjetivo que se da no sólo como consecuencia de las sensaciones desagradables propias del esfuerzo, sino que aparecería ante situaciones en las que peligra la consecución de un objetivo que es importante para nosotras y además, se acompaña de la creencia de no disponer de los recursos suficientes para hacer frente a dichas situaciones. De este modo, podemos estar corriendo, sintiendo fuertemente nuestra respiración, notando como nuestra musculatura cada vez se va cargando más y más a cada metro que avanzamos, pero sin embargo, nuestros parciales se ajustan a nuestras expectativas, anticipamos un éxito en nuestra carrera y nos decimos a nosotras mismas que este malestar significa que vamos bien de ritmo. En esta situación dudosamente el malestar lo interpretaremos como sufrimiento. En cambio si sentimos que no tiramos físicamente, que no estamos corriendo dentro los ritmos que deberíamos, que se alejan nuestros rivales directos y a la vez, sentimos que no podemos o no sabemos cómo hacerle frente sería cuando se generaría la percepción subjetiva de sufrimiento.
Bajo este planteamiento, pues, es importante saber identificar, por un lado, las situaciones potenciales que nos pueden llevar a sufrir durante la carrera y disponer de estrategias de afrontamiento adecuadas, por otro lado. Entre las estrategias de afrontamiento más habituales encontramos estrategias como:
La disociación: centrar la atención a aspectos ajenos a la carrera, como el paisaje, para no atender al malestar.
La asociación: centrar la atención a aspectos relacionados con la carrera para adaptarse a la situación y superar el malestar.
El apoyo social: hacer uso o ayudarse de los compañeros o rivales para mantener el ritmo o incrementarlo a pesar del malestar.
La reevaluación: reinterpretar o leer la situación des de un punto de vista más positivo para entender el malestar como un lance más de la carrera.
Es posible que muchas de estas estrategias de afrontamiento de manera intuitiva ya las usemos o las hayamos utilizado en alguna ocasión. Sin embargo, es probable que las apliquemos de una manera no consciente, y que ante una dificultad al querer echar mano de ellas no sepamos cuál nos puede resultar más efectiva. Es importante pues, que estudiemos aquellas que nos resultan más efectivas y valorar en qué situaciones sería adecuado aplicarlas. De este modo podremos llevarlas a cabo de una manera sistemática e instaurarlas dentro de nuestro abanico de recursos de afrontamiento efectivos para poder seguir disfrutando de nuestro esfuerzo en lugar de sufrirlo.
Por Eva Parrado – Experta en psicología del deporte para EDC
Y, ¿cómo gestionas tu el sufrimiento?