Festividad anual que conmemora el nacimiento de Jesucristo. Período de tiempo comprendido entre el día de Navidad y el día de Reyes. Todos escuchamos durante estos días mensajes de este tipo:
Te deseo paz, salud, amor, alegría y mucha felicidad.
Te deseo una feliz Navidad en compañía de tu familia y tus seres queridos.
Deseo que la magia de la Navidad te ilumine y te ayude a conseguir todos tus sueños.
Que una lluvia de paz, esperanza, felicidad y amor, os empape y salpique a toda vuestra familia. ¡Feliz Navidad!
Pero, ¿qué ocurre si hemos perdido la salud, o el amor recientemente? ¿si nuestra familia ha sufrido una pérdida o un conflicto ha dinamitado nuestra unión? ¿qué ocurre si la consecución de tus sueños te quita la paz y la felicidad, y has perdido la esperanza en conseguirlos?
¿La Navidad va a conseguir “arreglar” todos estos desastres personales? ¿Sentir que porque estoy en Navidad tengo que tener unas emociones concretas de felicidad y paz, me va a ayudar a sentirme mejor? ¿Realmente debemos vivir la época de Navidad con ilusión y esperanza, dejando atrás otras emociones que pueden resultar más negativas?
Emocionalmente en la época de Navidad, nos vemos “obligados” a disimular nuestras emociones, a acudir y estar presentes en multitud de eventos con familiares y amigos en los que, en muchas ocasiones, estamos forzados a mostrar una cara de felicidad que no acompaña a nuestros sentimientos. Es muy posible que nos veamos forzados a sentirnos bien en una época en la que se espera que estemos felices.
Las emociones a flor de piel
Las emociones son universales y comunes a todos los seres humanos, forman parte de nuestra naturaleza y TODAS están presentes en nuestra vida en forma adaptativa, para ayudarnos a afrontar situaciones. Una emoción es lo que sentimos cuando entramos en contacto con aquello que percibimos. Cumplen una función adaptativa, una función social y una función motivacional. Las emociones básicas o innatas son: alegría, asco, ira, miedo, sorpresa y tristeza.La Navidad es una época en la que se generan multitud de emociones desde alegría e ilusión (por los reencuentros, los regalos, ), tristeza (cuando por ejemplo estamos en un proceso de duelo), estrés y ansiedad (al querer cumplir con todos nuestros compromisos sociales), enfado (cuando el parón navideño nos obliga a parar también nuestras rutinas),etc.
Como vemos la Navidad por sí sola es un acontecimiento que puede provocar que nuestras emociones estén en constante fluctuación, pero si además estamos pasando por un proceso personal, emocional y/o psicológico en el que estamos aprendiendo a gestionar lo que sentimos y aún no lo tenemos del todo dominado, la Navidad puede ser un factor de riesgo ambiental para nuestra salud mental.
¿Cómo sobrellevar estas fechas?
Para vivir esta época desde el bienestar emocional y sentir que tantos excesos, emocionales, alimentarios, familiares, de compromiso sociales, etc., no nos superan y lleguemos con estabilidad al 7 de enero, es fundamental buscar la aceptación de nuestros sentimientos y emociones:Trata de averiguar cómo te sientes
Ponle un nombre a ese sentimiento.
No juzgues eso que sientes, aunque sean emociones opuestas al “supuesto” espíritu Navideño, trata de aceptarlos de forma consciente.
Trata de darle la importancia que tiene, no alimentes tus emociones negativas con pensamientos anticipatorios de lo negativo que va a suponer el período navideño en tu vida.
Además, es muy importante que estemos muy atentos a aquellos mensajes, tanto externo como internos, que están contribuyendo a que esas emociones que sentimos estén siendo invalidadas. Tenemos que tener muy presente que tenemos derecho a sentirnos como lo hacemos, aunque sea Navidad, sea la emoción que sea, porque somos humanos, porque nuestras emociones necesitan que les demos un lugar y porque estamos en constante aprendizaje, también a nivel emocional.
Deseo para ti una Navidad emocionalmente libre y emocionalmente sana.