Este término ha sido aceptado en psicología tras la publicación en el año 1983 por el Dr. Dan Killey del libro "The Peter Pan Syndrome: men who have never grown up" (el Síndrome de Perter Pan, la persona que nunca crece), si bien no aparece incluido en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales.
Según el psicólogo clínico Antonio Bolinches estos son los rasgos principales de este tipo de personalidades que nos ayudarán a establecer su diagnóstico:
-idealizan la juventud para negar la madurez.
-tienen miedo a la soledad.
-son inseguros y su autoestima es baja.
-su egocentrismo les hace pensar que son merecedores de recibir de sus semejantes pero sin preocuparse por los problemas y las inquietudes de los mismos.
-son irresponsables.
-huyen del compromiso ya que coarta su libertad.
-su tolerancia a la frustración es baja, por lo que a menudo se muestran insatisfechos.
-no hacen frente a sus problemas y evitan tomar la iniciativa.
Sin embargo, todo este conjunto de manifestaciones sería una coraza para protegerse de su inseguridad o su miedo a no ser queridos y aceptados. En ocasiones acaban siendo personas solitarias ya que su escasa capacidad de comunicación y empatía con sus semejantes, o de apertura al "mundo de los grandes" hace de efecto boomerang puesto que quienes les rodean tienden igualmente a no establecer relación con ellos.
Este síndrome, más frecuente en varones, se desarrolla por lo general por no haber vivido una infancia normal o por haber empezado a trabajar a edades demasiado tempranas. Hay casos en que se ha vivido una infancia "excesivamente" feliz que tiende a ser idealizada mientras que en otros ha sido carente de todo tipo de afectos y totalmente infeliz. En el primero de los casos la persona busca inmortalizar esos momentos viviendo en una infancia constante, mientras que en el segundo la función el síndromre es recuperar el tiempo perdido. Seguro que no te extrañará, por tanto, que de forma habitual se ponga como ejemplo al ya desaparecido cantante Michael Jackson, que como sabes empezó a trabajar a los 5 años de edad junto con sus hermanos en el grupo The Jacksons Five bajo la, en cierto modo explotación, por parte de su padre Joseph Jackson. A sus 19 años ya eran llamativos ciertos rasgos de inmadurez en su personalidad, su narcisismo o su dependencia manifestada en una afición "desmedida" a las películas de Disney llegando a identificarse con el mismísimo personaje de Peter Pan. A Michael le fue diagnosticada esta enfermedad y era frecuente que las personas que lo conocían lo definiesen como "un niño en el cuerpo de un adulto". Recordarás a buen seguro que finales de los años 80 adquirió el rancho "Neverland Valley Ranch" en alusión a Neverland (la Tierra de Nunca Jamás) en el que contaba con múltiples diversiones inspiradas en Disneylandia.
Collage vistas aéreas de Neverland
En cuanto a los síntomas, es frecuente que se sufran importantes alteraciones emocionales y de conducta. A nivel emocional son frecuentes elevados niveles de ansiedad, de angustia e incluso de tristeza, que pueden terminar dando paso a la depresión cuando no son tratados.
Para prevenir este síndrome, los padres no debemos idealizar la vida de nuestros hijos, hemos de fomentar que asuman responsabilidades ajustadas a su edad. Muchos padres tienden a creer que su hijo será más feliz si la vida le resulta más cómoda, pero como todo adulto, el niño debe de resolver los problemas y afrontar los retos normales en su desarrollo. Del mismo modo, una educación paterna hostil, rígida o con carencias afectivas importantes pueden también predisponer a sufrir este síndrome.
Hermanos Jackson en sus inicios
En último lugar haremos mención a su tratamiento. Asumir y aceptar que no podemos vivir sin hacer frente a responsabilidades cotidianas es el primer paso para el inicio de la terapia. Para ello es necesario utilizar estrategias encaminadas a aprender a tomar decisiones y resolver problemas, algo que el sujeto debería de haber desarrollado durante su crecimiento. En muchos casos, este tipo de pacientes se consideran "víctimas de las situaciones" recreándose en exceso en la emoción experimentada a la hora de tener que enfrentar una decisión o un reto en lugar de resolver la misma. Dicho de otro modo, no sirve de nada recrearse en "sentirse mal" por tener que hacer o afrontar algo,sino que hay que ponerse "manos a la obra" e intentar hacer frente a la situación, esto ayudará al paciente a asumir que es el responsable de sus propias emociones, aumentará su tolerancia a la sensación de frustración y ayudará a que su nivel de autoestima vaya aumentado de forma progresiva.
Ya para finalizar, comentarte que también existe un "síndrome de Wendy", en este caso más frecuente por motivos culturales en las mujeres, que se manifiesta en una necesidad absoluta de satisfacer al otro, principalmente pareja e hijos, que tiene su base para este tipo de conductas es el miedo al rechazo y al abandono. Del mismo modo, existe el "síndrome de Campanilla", cuyo arquetipo es una mujer brillante, que destaca en su trabajo, triunfa profesionalmente y es especialista en superarse a sí misma, pero que tiene un claro talón de Aquiles, una vida afectiva desastrosa.