Los cambios estacionales hacen que nuestro cuerpo se tenga que adaptar a nuevas condiciones ambientales (luz, temperatura, humedad...) y es tal el gasto energético que realiza, que nuestro sistema inmune se deprime y deja vía libre a virus y bacterias que aprovechan para apoderarse de nuestro organismo y provocar una infección.
Además, también hay otras causas que pueden pasar a priori desapercibidas, pero que inciden en la debilidad del organismo y la aparición de tales dolencias. El nerviosismo y el estrés , por ejemplo, generan un consumo de vitaminas y energía extra que disminuyen nuestras defensas. Nuestra flora intestinal se ve comprometida y normalmente se debilita y, puesto que el 70% de las defensas de nuestro organismo se encuentran aquí, la toma de probióticos que regeneran la flora intestinal va a ser una ayuda en la prevención de infecciones.
Por su parte, se han hecho varios estudios que demuestran que las personas que duermen poco o mal tienen mayor probabilidad de contraer enfermedades. De hecho, la experiencia nos confirma que, cuando estamos enfermos, antes que comer nos apetece descansar y dormir.
Cuando dormimos se producen varias hormonas que están relacionadas con la estimulación del sistema inmune, del mismo modo que, cuando no dormimos, otras hormonas aumentan su nivel, concretamente el cortisol. Esta hormona disminuye su nivel cuando dormimos, pero si el sueño no es suficiente, los niveles de cortisol se mantienen altos. Por su parte, cuando atravesamos episodios o épocas de estrés, los niveles de cortisol también se elevan, lo que hace que se produzcan varias alteraciones. De esta forma, mantener niveles altos de cortisol de manera continua daña los sistemas, provoca aumento de azúcar en sangre, subida de peso, aumento de la tensión arterial y disminución de las defensas. Es decir, que estamos más susceptibles de sufrir infecciones y, lo que es peor, a largo plazo puede provocarnos una enfermedad: diabetes, hipertensión, trastornos cardiovasculares...
Un adulto debe dormir entre 6 y 8 horas al día para mantener el sistema inmune a punto. Por tanto, si algo te quita el sueño debes solucionarlo cuanto antes, porque puede hacerte enfermar. Así, para mejorar tu calidad de sueño puedes recurrir a recursos como la fitoterapia, un tratamiento basado en el uso de plantas naturales, que ayuda a encontrar la relajación. Ya sabes que hay muchas plantas medicinales que tienen un efecto relajante para ayudarte a conciliar el sueño o evitar que te despiertes a lo largo de la noche. Así, la amapola de californio, valeriana, pasiflora o el espino blanco son algunas que podrían ayudarte a disminuir el nerviosismo, dormir mejor e indirectamente a aumentar tus defensas.
Ya sabes, este invierno duerme bien y protégete de gripes y resfriados.