Debido al alto precio que alcanza la dorada salvaje, disponible en los meses de otoño, la piscifactoría es una alternativa a tener muy en cuenta.
Reduce el presupuesto y gana salud
La dorada “de cultivo” puede comprarse a un precio asequible. Incluir este alimento en la dieta semanal tiene beneficios para el sistema cardiovascular, debido a su bajo porcentaje en grasas saturadas, muy por debajo de las presentes en la carne.
Reserva marina de hierro
En comparación con otros pescados, la dorada por su contenido en hierro –una ración individual proporciona una cuarta parte de la dosis diaria recomendada-. En caso de anemia, conviene acompañarla de una guarnición a base de arroz integral, de quinoa o espinacas.
Refuerza la memoria
Gracias a la presencia de yodo y fósforo, este alimento agiliza la mente y mejora la memoria. Los lomos de dorada, sin espinas ni piel, suelen ser del agrado de los más pequeños. Si se los sirves con patatas fritas, no te pondrán ninguna pega.
De fácil digestión
Al poseer pocas grasas, la dorada es un pescado fácil de digerir. Combinado con puré de calabaza o judías verdes al vapor, constituye un plato ideal en la dieta de las personas mayores con digestiones difíciles o en caso de gastritis, acidez, etc.
Planta cara a la báscula
La dorada preparada al horno (a la sal, sobre un lecho de verduras, etc.), este pescado semigraso te ayudará a ganar la batalla a los kilos de más, puesto que sólo aporta 95 kcal por cada 100 g.
Llena los depósitos de energía
En situaciones de desgaste físico, conviene hacer un hueco a la dorada en el menú semanal. Este pescado proporciona buenas dosis de niacina, una vitamina que convierte los nutrientes de los alimentos en energía para el organismo.
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