Solemos cuidar todo lo que nos importa, aunque demasiadas veces nos ponemos manos a la obra sólo cuando lo hemos perdido o estamos a punto de hacerlo. Eso no les ocurre a los buenos agricultores.
Igual que las tierras necesitan del cuidado esmerado y los conocimientos de quien las trabaja, nosotros precisamos de buenas prácticas para cultivar nuestra energía vital, la fuerza que nos hace estar vivos y sentirnos vivos.
Elementos para cultivar la energía vital
Pero antes de hablar de las prácticas que nos ayudan a mejorar, veamos qué elementos forman parte de este cultivo tan especial.
1. El terreno (el organismo)
No cabe duda que la tierra de siembra debe tener las características apropiadas para poder cultivarla. Es difícil que una semilla enraíce en un suelo estéril.Del mismo modo un organismo afectado por la enfermedad, por tratamientos agresivos o una genética debilitada, es un terreno biológico que precisará rescatar el flujo de energía vital perdido.
2. La siembra (lo que afecta al organismo)
Aquello que comemos, bebemos, respiramos, lo que pensamos y sentimos, lo que hacemos y lo que no, el lugar donde habitamos, las personas con las que nos relacionamos, todo ello, son semillas que darán sus frutos.Y de la misma manera que una mala hierba puede arruinar el campo de siembra, también los pensamientos negativos, los sentimientos reprimidos, los alimentos inadecuados, las cargas tóxicas o los ambientes con malas vibraciones, amenazan la buena salud.
3. Cultivar, cuidar (los cuidados que nos procuramos)
Cultivar la salud es ser conscientes de lo que sembramos y también atender aquello que nos afecta. Todo es importante.Cuidar por ejemplo la alimentación y olvidarse del estrés, es como plantar las semillas al sol y no acordarse de regarlas diariamente.
4. Cosechar (resultados: más o menos energía vital)
Sanar es un resultado, un estado de bienestar que se recoge. Como el agricultor espera el producto del campo trabajado y obtiene sus beneficios, cada ser humano cosechará los frutos de su autocuidado y de la conciencia que desarrolle sobre la complejidad de su cuerpo-mente-espíritu.
¿Que es esencial para cultivar una buena energía vital?
Cuerpo - mente - espíritu. Nada antes ni después. Todo es uno.
Para el cuerpo
• Respirar adecuadamenteEs muy revelador que la respiración sea lo primero que hacemos cuando llegamos al mundo, ¿verdad? Es absolutamente vital y no sirve hacerlo de cualquier manera o no tener en cuenta el entorno del que nos rodeamos.
Respira profundamente varias veces al día, en un espacio ventilado y siempre que puedas (mejor si es a menudo) en un entorno natural y sin contaminación.
• Beber agua limpia, filtrada
Recuerda que nuestro cuerpo es hasta un 70% agua y que gracias a ella se interconecta todo en nuestro organismo. Es el medio donde se producen intercambios de sustancias y también de información.
Beber agua purificada estimula y refresca las memorias de salud.
• Alimentación natural y energética
Los alimentos son sistemas de energía que impactan e influyen en el organismo. No sólo desde el punto de vista bioquímico como nutrientes, sino también como impulsores de una determinada energía.
El equilibrio de los distintos alimentos en la dieta diaria es una fuente esencial para la vitalidad y bienestar del cuerpo, de la mente y del espíritu.
• Mantener actividad y ritmo
El movimiento forma parte de todo lo vital. En la medida que puedas, ejercita el cuerpo de forma saludable para que la energía circule adecuadamente por todo el organismo. Respirar y mantener actividad física son dos pilares básicos para mantener el ritmo vital.
Para la mente
• Eliminar los pensamientos negativosPonles veto, pon atención a los argumentos que ensombrecen tu día a día. Elimina de tu conversación las palabras o las frases de carácter negativo. Aléjate de esa vibración todo lo posible ya que impregna tu emoción, tu pensamiento y por tanto tus acciones.
Recuerda, recoges lo que siembras.
• Pensar bien, obrar bien
Ten los mejores sentimientos posibles, pero no te olvides de cuidarte a ti misma, a ti mismo. Sólo si te sientes bien podrás entonces hacer el bien a los demás. Es una regla importante.
Recuerda, recoges lo que siembras y lo que siembras puedes compartirlo con los demás.
• Olvidar, perdonar
Cierra etapas, cicatriza tus heridas. Si quieres tener un viaje consciente y feliz, el odio, la rabia, el miedo, no pueden controlar los mandos de tu vehículo. Descontamina tu corazón y tu mente.
Recuerda, lo que cuidas florece. Lo que descuidas, marchita y muere. No dejes que te intoxiquen los malos sentimientos y hagan palidecer tu vitalidad.
• Meditar
Necesitamos el silencio a nuestro alrededor y el silencio interior de nuestros pensamientos para poder entrar en contacto con lo más esencial. La contemplación, la naturaleza, los sonidos, la respiración, la técnica que emplees de forma constante y consciente para mejorar esta facultad, aumentará especialmente tu energía vital.
Para el espíritu
• Confiar en la vidaMeditar y cuidar tus proyectos, tus deseos, tus objetivos, con la paciencia suficiente para observar y descubrir las infinitas posibilidades que la vida te ofrece. Esto forma parte del trabajo de maduración y del cultivo de tu yo más auténtico.
• Escuchar más y hablar menos
Habla siempre que puedas aportar algo de valor, siempre que puedas hacer el bien o sientas que estás en ese camino. Eso es regar con agua clara.
Evita hablar mal o de más, exagerar o modificar. Eso es regar con agua turbia.
• Soltar el miedo y abrazar el amor
Cada vez que damos un paso en la dirección adecuada algo en nuestro yo más íntimo nos hace sentir que todo va bien. ¿Intuición? ¿Seguridad y autoconfianza? Si, efectivamente. Se trata de confiar en la vida para poder sentirse a salvo en el momento y el lugar donde estamos.
El miedo al futuro atrae el desastre. Ensombrece el sol que alimenta tus semillas.
Abrazar nuestro sentido espiritual nos conecta con el resto del mundo, haciéndonos sentir parte, aportando una dirección a nuestros objetivos y consiguiento derribar los límites que impone el miedo.
Cultivar la vitalidad requiere de aprendizaje y conciencia, unas herramientas que nos capacitan para mantener fértil el maravilloso complejo: mente-cuerpo-espíritu.