Este mes hace diez años que hice la maleta para vivir durante unos meses en Copenhague (Dinamarca), una ciudad que amo casi tanto como a mi Granada natal.
Pero no siempre fue así.
Llegué en Febrero, en pleno invierno, a un lugar en el que anochece a las 15-16 de la tarde, y en el que no he pasado más frío en mi vida. Sobre todo recuerdo el viento…el viento helador que puede volver loco a cualquiera.
Creo que pasé casi dos meses sin ver un rayo de sol.
No me alimentaba bien. Mi dieta se basaba en arroz y verduras y apenas comía proteína y me permitía todos los caprichos dulces del mundo.Y por si no fuese suficiente, dejé de hacer deporte por no salir a la calle con el frío que hacía (ayyy, si hubiera conocido por aquella época los HIIT).
Engordé séis kilos que se fueron a parar únicamente a mi cintura. Estaba desmotivada, triste y tan cansada que me dormía por las esquinas.
Visto con perspectiva, creo que pasé por una depresión, o al menos el comienzo de ella.
A día de hoy, veo (y leo) los mismos síntomas en muchas personas, sobre todo en invierno. Entre el estado anímico y la comida, se forma un círculo vicioso del cual es muy difícil salir: estás más triste porque es invierno… te permites comer peor porque estás triste… como estás triste y hace frío, no te apetece entrenar… me siento culpable, que mal me veo, no me apetece salir de casa... me voy a comer un poco más de eso para ver si me animo pero…
Y así hasta el infinito.
Si el abatimiento comienza a hacer mella en ti, es importante que cuides tu alimentación para proteger tu sistema inmune (proteínas, vitamina C…), y frenar la inflamación que podría llevar a una posible depresión (no olvides comer pescado azul).
Haz deporte para conseguir tu dosis de hormonas de la felicidad, sal de casa y queda con gente…aunque te cueste horrores.
Si me alimento bien y hago deporte, ¿me voy a librar de una depresión? Hay muchos factores que influyen pero si te nutres bien y te mueves, créeme que estarás quitando muchas papeletas del bombo.
Y también recuerda que todo pasa, que el dolor es temporal.
Un buen día, sin esperarlo, el sol llegó a Copenhague. Pude disfrutar de una ciudad preciosa y de grandes momentos acompañada por gente increíble.
Y tú… tú también verás luz.
Crema de espinacas y pera
Receta deliciosa y súper reconfortante para fríos y nevados días de invierno.
Ingredientes (para 2-3 raciones)
200 gr. de espinacas
2-3 peras maduras
1 cebolla mediana
1/2 taza de nueces de macadamia crudas o anacardos crudos
2 tazas de caldo de huesos
Sal al gusto
Aceite de oliva virgen extra
Jamón serrano y piñones para de acompañar (opcional)
Nota: las nueces de macadamia las he usado para espesar principalmente y da un sabor muy suave a la crema. Pero si tienes harina de almendras,prueba con una o dos cucharadas soperas.
Preparación
Pica las lonchas de jamón y ponlas en la olla a fuego alto con un poco de aceite de oliva hasta que esté crujiente. Apártalo para usarlo más tarde en el emplatado.
Corta la cebolla en tiras finas y ponlas en una olla a fuego lento con el aceite de oliva y una pizca de sal.
Remueve de vez en cuando hasta que se dore muy bien, durante unos 20-30 minutos con cuidado para que no se queme y se caramelicen en su jugo.
Mientras, en una batidora de vaso, pica las nueces de macadamia hasta que queden reducidas a polvo y resérvalas.
Cuando esté lista la cebolla, sube a fuego medio, añade las espinacas y las peras (peladas y cortadas en cuadraditos) remueve hasta que queden reducidas las espinacas. Esto no tarda mucho, unos 7-8 minutos.
Vierte el caldo de huesos y las nueces de macadamia, remueve la mezcla y deja que se cueza durante unos 10 minutos.
Pasado ese tiempo, si tienes una licuadora sería perfecto: dale al botón y déjala funcionar durante unos minutos hasta que no queden grumos.
Si sólo tienes una batidora como en mi caso ahora (dichosa tecnología), pon la mezcla en un vaso y bate. Y si a ti o a tu familia no os gustan los grumos, pásalo por un colador
Espero que te guste la receta
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