¿Reprimes emociones que no sabes como colocar y que te llevan a comer de manera inadecuada o a evadirte de tu Presente de otra manera?
¿La ansiedad te invade y no sabes como afrontarla y gestionarla de manera beneficiosa para ti?
¿Por qué continuar aferrada a emociones?
Etimológicamente, la palabra “emoción” viene del latín emotio, que deriva del verbo emovere (mover, trasladar, impresionar), y que junto con el prefijo e- (de, desde) adquiere el significado de hacer mover. Por tanto, la emoción se define como el impulso que induce a la acción.
Las emociones fluyen, nos incitan a determinadas acciones, podríamos incluso llegar a afirmar que nos sirven de brújula para tomar decisiones en nuestra Vida. Por ejemplo, si estoy sufriendo mucho en una relación de pareja, esa emoción me mueve a buscar soluciones para mejorar mi relación, y si es imposible me pueden incitar a separarme.
Aferrar y soltar
Aferrar y soltar o liberar forman parte del proceso de la Vida. Hay muchos ejemplos en la naturaleza: Inspiro y luego expiro, recibo dinero y luego lo gasto, aferro la semilla en mi vientre y al cabo de nueve meses doy a luz, me siento triste y lloró y me libero,…
Aferrarme es parte del proceso. A veces se nos hace una montaña dar el siguiente paso: “soltar la emoción”
Suelto la rabia
Suelto la tristeza
Suelto el odio
Suelto la culpa
Suelto…
¿Por qué me bloqueo y me cuesta soltar?
El proceso seria el siguiente, siento una emoción inadecuada que no sé como gestionar. Me aferro a ella, reprimo la emoción y me bloqueo. Quizás tengo miedo de lo que puede suceder si me relajo y suelto. Situación: a un compañero de trabajo le han aumentado el sueldo y es un mequetrefe que casi no trabaja y que no para de darle coba al jefe. De pronto aparece la rabia en nosotros, surge como una llama que nos enciende como una antorcha. Me asusto, temo descontrolarme, temo montarla y que me despidan, y la reprimo. Como resultado iré arrastrando mi cara larga por toda la oficina durante semanas lanzando frases asesinas a quién se cruce en nuestro camino, a la par que lanzando pestes del susodicho afortunado que recibió el aumento de sueldo.
Vivimos en una sociedad llena de expertos en reprimir, en huir de nuestras emociones, de nuestro presente, de nuestra Vida,… y además tenemos un montón de herramientas a nuestro alcance para conseguirlo: mirar la tele, el trabajo, beber alcohol, comer compulsivamente, jugar a los videojuegos, el omnipresente móvil,… la indústria se ha dado cuenta de esa “necesidad de huir de nuestro presente” y se encarga de facilitarnos la tarea.
Cuando me aferro más de la cuenta a algo me puede costar sostenerlo, me genera tensión. Por ejemplo, coge una olla y aférrate a ella con fuerza, como si fuera una de esas emociones irracionales que te incapacitan, a medida que pasan las horas seguramente se te hace pesado el estar aferrado todo el rato la olla. Ahora durante una exhalación suelta la olla. ¿Te sientes mejor al haberla soltado? Uno se da cuenta de que cada uno dirige sus procesos, que cada uno decide a que aferrarse y cuando soltar. Y eso te hace responsable y te hace darte cuenta de que en tus manos esta el poder orquestrar tus emociones. Aquí apreciamos otro punto útil: relajarnos nos favorece el soltar.
El peligro de aferrarnos, el peligro de reprimirnos, es que vamos perdiendo el contacto con nosotros mismos. Nos perdemos y no sabemos hacia donde ir. De vez en cuando vamos tan sobrecargados como la presión de una olla estrés y buscaremos nuestros medios de huida habituales en los que irónicamente nos sentimos cómodamente enjaulados, o estallaremos descontroladamente con el posterior sentimiento de culpa.
¿Qué hago para liberarme de esas emociones reprimidas?
Primero hay que tener claro que hemos decidido liberarnos de esa emoción. A veces hay tanta represión que no sabemos exactamente que emociones hay en la mochila.
El segundo paso es aceptar la emoción, para ello usaremos la respiración para llenarnos del sentimiento, y durante la exhalación nos daremos permiso para soltarla. La respiración profunda nos ayudará a relajarnos y eso nos facilita el soltar la emoción y que siga su camino.
Mientras realizamos este ejercicio nuestra actitud es conveniente que sea la de no juzgar, y la de observar la situación y la emoción que estamos trabajando con la curiosidad de un aprendiz.
Al inspirar, al darnos permiso para experimentar la emoción, creamos el espacio para integrar lo que sea necesario de esa emoción, y posteriormente como parte del proceso natural la soltamos. De hecho, si uno se para a pensar se parece bastante al proceso digestivo, dime como comes y te diré como gestionas tus emociones.
Una vez integras y sueltas te vuelves más ligero y más completo.
Depende de lo cargada que esté nuestra mochila puede ser conveniente la ayuda de un terapeuta especializado que te facilite el proceso.
Espero que este artículo te sea de utilidad, sobretodo ¡si lo pones en práctica!
Gracias por leerme,