La maternidad es como una especie de huracán que remueve los cimientos de toda tu existencia. Te cambia todo de sitio y lo revuelve, haciéndote perder la perspectiva de quien fuiste antes de ser madre, o quien querías llegar a ser. Cuando te das cuenta de esto, surge la gran pregunta: ¿quién soy?
Recuerdo el día en el que descubrí que no ocupaba ningún lugar en mi propia vida. Mis hijos, el trabajo, la casa todo estaba por delante y yo yo directamente no estaba. En esos momentos te sientes perdida, desorientada. Es como despertar después de varios años y no reconocer dónde te encuentras. Sabes que no te gusta lo que ves, pero no tienes ni idea de cómo salir de ahí y encontrar de nuevo ese camino que venías andando antes de tener a tus hijos.
Es duro porque el sentimiento de culpabilidad es una sombra que sobrevuela siempre en cada decisión que te acerque a recuperar el protagonismo de tu vida. Parece que no es posible ser mujer, además de madre y que, durante unos años, debes dedicarte a ellos en exclusiva. Pero no es así. Borrar todo rastro de ti solo aplazará lo inevitable: antes o después tendrás que reencontrarte contigo.
De modo que, recuperar tu papel como mujer, comienza por reconocer esa necesidad. No a todas las mujeres nos llega en el mismo momento. A veces te das cuenta a los pocos meses y otras, pueden haber pasado años. Sea cuando sea, lo importante es darse cuenta de que falta un espacio personal en tu día a día, identificar esa ausencia como punto de partida para iniciar un cambio.
No importa si sabes hacia dónde dirigirte o no, normalmente nadie lo sabe. Cuando te alejas de tus necesidades y deseos durante largo tiempo, es difícil identificarlas de nuevo. Entre otras cosas, porque esas necesidades y deseos muy probablemente hayan cambiado. Recordemos que la maternidad cambia las prioridades, tu escala de valores y hasta tus creencias. Esas sobre las que habías construido gran parte de tu existencia.
Aquí la clave está en decidir que esto no es lo que quieres para tu vida. Tomar esta decisión es casi la mitad del trabajo. Porque la motivación para no quedarte ahí, en ese lugar que no te gusta, será el motor que te empuje a trabajar en la mujer que quieres ser.
¿POR DÓNDE EMPEZAR?
Así que, has tomado la decisión de no quedarte parada, quieres cambiar tu situación y recuperar el papel protagonista de tu vida y ¿ahora qué?
Pues ahora necesitas tiempo. Tiempo para descubrir lo que sí quieres. Tiempo para descubrir tus necesidades, tus carencias, lo que echas en falta; tiempo para reencontrarte con tus sueños y deseos, darles forma o adaptarlos a esta nueva etapa que estás viviendo. En conclusión, tiempo para reencontrarte contigo y descubrir quién eres ahora.
El tiempo se puede crear de muchas maneras y he escrito mucho en el blog sobre este tema. Puedes encontrar varios post tanto en la categoría de organización, como en maternidad o tiempo libre. Pero aquí te dejo algunas pautas con las que puedes empezar sin necesidad de hacer grandes cambios en tu día a día.
Anótalo en tu agenda: si quieres que suceda, debes anotarlo. Parece obvio pero es algo que casi nadie hace y sin duda, es una de las cosas que marcan la diferencia entre quienes disfrutan de tiempo libre y quienes no. Si planificas todas las áreas de tu vida, ¿por qué no hacerlo también con lo relativo a tu tiempo libre? Decide cuánto tiempo quieres dedicarte al día, y resérvatelo. Si hace falta, comunícaselo a tu familia para que no te molesten en ese rato. Además de reservar un periodo de tiempo al día para ti, no olvides decidir también en qué vas a emplear ese tiempo. ¿Vas a escribir en un diario? ¿Vas a hacer un curso? ¿vas a relajarte con algún hobby? Cuanto más concreta seas, mejor.
Crea una rutina: puedes establecer muchas, pero si intentas crear muchas a la vez, terminarás por no quedarte con ninguna. Piensa primero qué es lo que más necesitas, lo más prioritario en este momento. Puede ser algo tan sencillo como hacerte una rutina de belleza antes de dormir, con música relajante o una velita aromática, disfrutando del momento sin prisa y sin interrupciones; hasta algo más elaborado como puede ser realizar unas sesiones de relajación repartidas durante el día para trabajar la atención plena o rebajar el estrés. Cuando hayas incorporado un hábito, comienza con el siguiente.
Establece prioridades: Tener tiempo para ti pasa indiscutiblemente por establecer prioridades, delegar aquello que pueden hacer otras personas, aplazar lo que no sea urgente o prioritario y eliminar aquello que no aporta nada a tus planes o a tu vida. Ahora mismo tienes una prioridad muy clara: crear tiempo para ti. Así que todo lo que te aleje de este punto, debe pasar a un segundo plano. Aquí es importante que tomes decisiones conscientes, es decir, que te tomes unos minutos para decidir a qué dedicas tu tiempo y a qué cosas no se lo vas a dedicar. Si dudas, recuerda los motivos por los que has decidido iniciar un cambio y abandonar esa vida que no quieres.
Recupera un hobby: a veces, tener tiempo para ti nace de forma natural cuando encuentras un hobby. Sin darte cuenta, te verás dedicando tiempo a tu pasatiempos favorito. Dependiendo del hobby que tengas, pueden ocurrir dos cosas:
que ese hobby te permita dejar la mente en blanco y, por tanto, deje espacio a un diálogo personal para detectar necesidades y deseos;
que ese hobby sea estimulante y sirva de puente hacia otros, despertando habilidades y reforzando la creencia que tienes sobre tus propias capacidades para lograr el cambio que buscas.
Encontrar un buen motivo: Al final, tener tiempo para ti depende en gran medida de tus ganas, de cuánto deseas tenerlo. Para ello necesitas un buen motivo, una razón, solo una sería suficiente para transformar toda tu vida si quisieras. Pero esa razón debe ser tuya. No vale que cojas mis razones o mis motivaciones, o las motivaciones que te ha dado tu mejor amiga. No vale con coger esos motivos que has leído sobre los beneficios de tener tiempo para ti. Cuando hablamos de motivación para hacer algo, solo funciona la que sale de dentro de ti. Tiene que ser tan importante para ti que solo recordarlo te cargue las pilas al instante.
Encontrar tu camino, dar un propósito a tu vida, un rumbo en definitiva, es fundamental para poder crecer como mujer, como persona. Vivir en consonancia con aquello en lo que crees, sentir que estás donde quieres estar o, como mínimo, que caminas hacia el lugar al que quieres ir.
El proceso puede durar un tiempo. A veces es necesario trabajar sobre algunas creencias que te limitan y no te dejan avanzar; otras, necesitas estimular tus sentidos porque llevas años sumida en una rutina extrema De todo esto te hablo en la guía gratuita ENCUENTRA TU CAMINO, donde, además de ver las 7 estrategias que te ayudarán a encontrar tu propósito, te doy las claves necesarias para sentar las bases de un buen plan de acción. Te dejo el enlace más abajo.
¿Y tú? ¿tienes claro el papel que ocupas en tu vida? ¿te has planteado hacer algo para cambiarlo? ¡Te leo en comentarios! Y si crees que este post puede ayudar a otras personas, no dudes en compartirlo