Normalmente las fiestas de cumpleaños de los niños son una mina de chucherías y porquerías. Lo que abunda es el azúcar, los refrescos, los jugos, y los chips.
Nosotros queríamos hacer algo diferente y, aunque no íbamos a ir tan lejos como para hacerle una torta (pastel) de verduras “escondidas”, o sin harina ni azúcar (soy partidaria de comer tortas normales en los cumpleaños), sí queríamos evitar los refrescos y las chucherías tanto como fuera posible.
Total que me leí un montón de artículos en Internet en blogs de paternidad y de niños, buscando ideas de las cosas que podíamos meter en la piñata, en los recuerdos, y en la mesa de los tentempiés que NO fueran porquerías de caramelo y cosas estilo Kinder y afines.
Recopilamos todas las ideas en una lista, y a partir de allí también se nos ocurrieron otras cosas.
Al pasar de los días todo fue tomando forma, y llegamos a la versión final de lo que sería la fiesta. Acá te cuento lo que hicimos, cómo lo hicimos, y qué tan bien funcionó en nuestra primera experiencia de fiesta infantil saludable.
¿Pasabocas saludables? ¡Te lo tengo!
Para la comida, uno de los requerimientos era que yo no tuviera que cocinar (no por falta de ganas, sino por falta de tiempo). Todo tenía que ser de comprar y usar directamente, sin mayor preparación.
Por supuesto, para poderlo hacer así tuvimos que tener un determinado nivel de tolerancia a ciertas cosas y aceptar que quizás no todo iba a ser tan increíblemente saludable como se podría.
Siempre es mejor preparar las cosas en casa, eso ya lo sabemos, pero esta vez teníamos que privilegiar la practicidad por encima de la calidad absoluta.
Un compromiso saludable en todos los sentidos, pues.
Al final, esto fue lo que compramos para comer:
Pasabocas salados:
Maní / cacahuate sin sal
Merey / anacardos sin sal
Tomates cherry
Zanahorias baby crudas
Rabanitos (nabos) crudos
Pepino en palitos
Chips de maíz (sin sabor añadido)
Aceitunas verdes
Hummus (crema de garbanzos)
Tzatziki (salsa de yogurt y pepino)
Tapenade (untable de aceitunas negras)
Mini Babybel (porciones individuales de queso gouda)
Pan baguette (fresco de panadería)
Pan de cerales (fresco de panadería)
Pasabocas dulces:
Porciones individuales de chocolate negro (72% cacao)
Galletitas de arroz inflado con chocolate negro
Mini-ponquesitos de chocolate y vainilla (industrial)
Galletas integrales de avena (industrial)
Rodajas de piña / ananas frescas
Pasitas
Una cesta con bananas y manzanas
De tomar teníamos agua, jugos envasados de naranja y de frutas (sin azúcar añadido), y para los grandes cerveza sin alcohol, cerveza normal, y vino.
Una foto poco agraciada de la mesa de comidas
Resultado: Lo que está disponible y conveniente es lo que más se vende
Una de las conclusiones más evidentes de este “experimento” fue que lo que más se consume no son las chucherías y dulces.
Lo que más se consume es lo que es más fácil de consumir.
Si las chucherías y porquerías es lo que está disponible, al alcance, y listo para comer, pues eso es lo que más se comerá. Si son las opciones más saludables, entonces eso es lo que más se comerá.
Y esto es cierto para los grandes y para los pequeños, en fiestas y fuera de ellas.
Los niños comen aquello que está disponible, al alcance, y es conveniente.
Nos sorprendimos viendo que los amiguitos de Marian (y ella misma) comían las zanahorias baby, los tomates cherry, las aceitunas, y hasta los rabanitos crudos que pusimos en la mesa.
De tomar nos pedían agua, y solo unos pocos llegaron a tomar los jugos de fruta que habíamos comprado “por si acaso”.
Nadie pidió Coca-Cola, ni donas, ni galletas.
Los chips de maiz, mini-ponquesitos y galletas que estaban allí junto con las verduras y las frutas se los comieron en igual proporción que las cosas saludables.
Lo mismo para los papás: entre los que tomaron cerveza, la mitad pidió la opción sin alcohol. Al final ni siquiera abrimos la botella de vino.
Llenarse primero de lo bueno
Un truco importante fue que primero saqué las cosas saladas y algunos de los dulces, pero los más saludables.
Los caramelos y otras cosillas menos sanas los saqué en un segundo tiempo, cuando pusimos la torta en la mesa.
Fue una decisión estratégica porque no solo hubo menos tiempo para comer las cosas azucaradas, sino que los niños ya estaban relativamente llenos con lo que habían comido antes, así que comieron muchas menos chucherías que si las hubiese puesto de entrada.
Win win
Si no está disponible o no es conveniente…
Noté también que ni los niños ni los papás comieron frutas, y fue bastante claro por qué: no estaban tan fáciles de comer.
Estoy segura que si hubiese tenido fresas limpias, rodajitas de banana con topping de chocolate o mantequilla de almendras, manzana picadita y cosillas así lo habrían comido.
Lo que la gente no hace es darse el trabajo de preparar, limpiar, picar las cosas.
Se come sin pensárselo mucho, así que se agarra con los dedos lo que está listo para comer, y así mismo sin pensárselo mucho va para la boca.
Así que ya lo tengo claro para futuras fiestas o reuniones: si quiero que coman la fruta, tengo que ponérselas lista para comer.
La piñata y los recuerdos
Al igual que con la comida, queríamos hacer la piñata y los recuerdos con juguetitos o cosillas que nos parecía que valieran la pena.
Así que en vez de kilos y kilos de chucherías, o de juguetes plásticos desechables e inútiles, esto fue lo que les colocamos:
Piñata:
Pelotitas de goma
Borradores en forma de frutas
Chupachups y caramelos mini (al menos es una porción mucho menor que el tamaño normal)
Calcomanías (pegatinas) en forma de animales
Pitos de fiesta (aquí los llaman “lengua de suegra”)
Bolistas de recuerdo
Una libretita para dibujar (Minnie para las niñas, Cars para los niños)
Calcomanías (pegatinas) del mismo tema
Un carrito Hot Wheels para los niños, un jueguito de collar y pulsera de madera para las niñas
Un potecito pequeño de PlayDoh (plastilina)
Habíamos pensado incluir también otras cosas en la piñata o los recuerdos, como creyones, colitas y ganchitos para las niñas, animalitos de plástico, jueguetitos para hacer burbujas… pero entre el presupuesto y el tiempo para encontrar cada cosa estas otras ideas se quedaron por fuera (esta vez).
Veredicto final: todo un éxito
Tanto niños como papás quedaron fascinados con la novedad, tanto de la piñata (que acá en Francia es algo poco conocido), como de los recuerdos (que usualmente solo traen un montón de caramelos), y de la comida.
Nos salió quizás un pelín más caro que haberlo hecho de la forma tradicional, pero sabemos que no solo ofrecimos a papás y a niños una fiesta más especial y un poquito más sana, sino que estoy segurísima que sembramos el gusanito de la duda. Quizás ahora esos papás comiencen a cuestionarse si realmente es necesario que todo gire alrededor de las chucherías o si ellos podrían también optar por una mejor opción.
Porque al final se trata de eso, de encontrar una forma mejor de hacer lo que hacemos. Siempre la hay
Tal vez no todo tiene que 100% sin azúcar. Si no te sientes a gusto con hacerlo de esa forma, o no está a tu alcance, o no tienes idea de cómo implementarlo, no hay problema. Solo tratar de hacerlo un poquito mejor, evitar los refrescos y ofrecer más agua, poner algo de fruta…
También en el día a día, ¿cómo puedes hacer que tu casa sea un lugar más sano? ¿qué frutas, verduras y bebidas podrías tener disponibles, convenientes y al alcance de los niños, y a tu propio alcance, para que sea más probable que coman eso en lugar de cosas que son malas y que les hacen daño?
Simplemente cuestiona la norma y verás que las posibilidades empiezan a aparecer
Espero que este post atípico les haya servido sobre todo a los papás y mámás que me leen, y que puedan sacar algunas ideas para sus próximas reuniones y para los cumples de los niños.
Me encantaría que me cuentes en los comentarios si tienes otras ideas para cumpleaños y reuniones más saludables. ¿Ya lo has hecho antes? ¿Lo has visto en casa de otras personas? ¡Compartamos las ideas y con ello hagamos de las celebraciones un ambiente mejor para todos!
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