La vida moderna en la que funcionamos nos hace vivir deprisa, con poco tiempo y mucha actividad… ¿Cuántas veces decimos “no tengo tiempo” o “estoy cansad@”? Este estrés ha sido el causante de muchos males y enfermedades que asolan la sociedad actual. Sin embargo, y precisamente por esto, nuestra mentalidad está cambiando.
Cada vez hacemos más deporte, no sólo por la operación bikini, sino para mantenernos saludables y fuertes. Las bicis no pertenecen ya exclusivamente al paisaje de las ciudades del norte de Europa. Y somos más conscientes y sobre todo más exigentes con lo que comemos. Por ello, leemos las etiquetas y comemos más vegetales.
Este cambio de mentalidad también afecta a la forma en la que interactuamos con el entorno. Cuidamos más el planeta, reciclamos y colaboramos en disminuir la contaminación y los residuos.
La industria alimentaria lo sabe y quiere hacerse un hueco en producir alimentos de forma ecológica.
¿Qué estamos buscando?
Alimentos sin estrés, sin tantos aditivos, productos químicos, hormonas, medicamentos… Que se mantengan los sabores tradicionales, pero que se trabaje con la eficacia de las últimas tecnologías.
Empresas como PICUEZO conocida por sus conservas vegetales de legumbres, setas y champiñones, frutas, espárragos, verduras, tomates y pimientos, se han puesto a ello con una línea bio-eco. Ellos se caracterizan por su capacidad de unir tradición e innovación, aunando el cuidado y esmero de los procesos tradicionales con las últimas tecnologías, siendo una de sus prioridades el trabajar con lo último en maquinaria sin dejar de lado la sostenibilidad. Estos amigos de La Rioja nos han mandado una selección de sus legumbres ecológicas para probar de primera mano platos tan tradicionales como unas lentejas, unas alubias blancas o unos garbanzos. Y también han incorporado a la familia aceite de oliva virgen extra, puro zumo de oliva arbequina. Personalmente estoy muy satisfecha del sabor de mis guisitos.
¿Qué diferencia a la producción ecológica de la convencional?
Mucho se debate entre las dos posturas y las dos son válidas, puesto que ambas producciones son inspeccionadas y controladas. Sin embargo, la producción ecológica tiene grandes ventajas respecto a nuestra salud en primer lugar y también respecto al medio ambiente.
Medioambientalmente hablando, los cultivos respetan los ciclos biológicos. Es importante concienciarse en practicar un consumo responsable y racional. Abrir la nevera y poder elegir qué nos apetece comer (de forma alocal y atemporal) está muy bien, pero eso conlleva a que detrás hay producciones masivas para poder abastecer las apetencias de los millones de personas que viven en el mundo y eso tiene graves consecuencias en el planeta.
Si hablamos de nuestra salud es de máxima importancia evitar ingerir sustancias no alimenticias. En la producción ecológica, los suelos se fertilizan de forma natural y no se añaden sustancias artificiales, así están libres de residuos tóxicos persistentes procedentes de plaguicidas o fertilizantes sintéticos tan agresivos para los cultivos como para el agricultor que lo aplica.
Por ejemplo, una alternativa biológica es usar la mariquita contra las plagas de pulgones, cochinillas o ácaros. Al no usar sustancias químicas en la fertilización y fumigación de los cultivos (ecológicos), no sólo evitamos la contaminación directa (al ingerir el alimento) sino la contaminación indirecta (filtración al agua por ejemplo). Cuando no es así y se utilizan plaguicidas para tratar los cultivos, la Unión Europea dictamina unos límites máximos de estos residuos en los alimentos destinados a consumo humano o animal para garantizar que los residuos de plaguicidas presentes en los alimentos no constituyan un riesgo inaceptable para la salud de los consumidores y los animales (Reglamento (CE) nº 396/2005).
Gracias a estas otras opciones se fomenta el desarrollo rural sostenible, la conservación de los suelos al afectar en menor medida a sus componentes naturales, se limitan los problemas de contaminación de las aguas y de los suelos al no utilizar fertilizantes ni pesticidas químicos, se conserva la biodiversidad de las especies naturales y obtenemos alimentos con sabor.
Además, organolépticamente hablando, los alimentos de producción ecológica conservan mejor las propiedades de sabor, olor… Ya que se cultivan en las condiciones ambientales idóneas (temperatura y humedad al respetar su estacionalidad).
Todos estos requisitos quedan certificados, de una manera estricta, bajo el sello de la agricultura ecológica. Además de los controles oficiales que se efectúan a todos los alimentos, los productos ecológicos son objeto de una certificación adicional que garantiza la autenticidad de su origen ecológico y por eso llevan el sello que lo corrobora.
Si eres de los que miras por tu bienestar y el del planeta, lee los etiquetados aunque estés un rato más en el supermercado y compra productos que sepas que reúnen estas características. De esta forma, comerás alimentos más saludables y poco a poco cambiará el prisma de la industria alimentaria, porque al fin y al cabo, es el consumidor el que tiene el poder!!
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