Desde la primera vez que lo hice, representó mucho más que andar, encontrar, abandonar y descubrir. Esta aventura es un Todo, un microcosmos a semejanza del macrocosmos. "Como abajo, así es arriba; como arriba, así es abajo" (Hermes Trimegisto).
Os animo a emprender esta experiencia sin prejuicios, miedos ni ideas limitantes. Todo aquel que llega, desea volver.
Encuentro
En lo más profundo, el Camino es un encuentro con nosotros mismos, un descubrirnos o redescubrirnos. Nos ayuda a conocernos y a ser conscientes de nuestra personalidad y nuestra esencia más íntima.
Paso a paso prestamos atención a todo lo que nos rodea, nuestros pensamientos, sensaciones e intuiciones. Vamos expresándonos y manifestando lo que somos dejando máscaras y armaduras atrás.
Abandono
Estas máscaras que van cayendo nos van descubriendo quienes somos y exponerlo a la luz del día. Abandonamos creencias, ideas y comportamientos que nos limitan, atrapan y seducen en el confort.
De este abandonar nacemos de nuevo. Hemos dejado miedos y ansiedades y surgimos como fuerza renovada. Es un reciclaje de energías en el que la negatividad se va transformando en alegría, paz y serenidad.
Encuentros
No solo nos encontramos con nosotros mismos en la "soledad" del camino, sino que establecemos encuentros con otras personas desde lo más profundo de nuestro ser. Como el saludo "Namasté", en el Camino nuestra alma se comunica respetuosamente con el alma de otras personas.
La comunicación superficial y arbitraria se convierte en una interacción de intuiciones y sensaciones con sentido, aceptación y comprensión mutua.
Compartir
Uno de los fenómenos que más llama la atención cuando empezamos a hacer el Camino es la facilidad y alegría con la que se comparte. No solo es un compartir el agua, un bocadillo o un mapa. Lo más importante que se comparte y que hace grande la comunicación en el Camino son las experiencias personales, los motivos y sentimientos.
Hay que destacar que este compartir se hace desde lo más profundo de nuestra persona y eso hace que no nos paremos en detalles como el lenguaje, la ropa o los gestos. Compartimos desde el corazón al corazón.
Conexión
Ese encuentro que tenemos con nosotros mismos y con los demás se completa con la conexión que establecemos con todo lo que nos rodea. Entre antiguas iglesias, árboles y coquetos puentes podemos sentir la Naturaleza en toda su esencia.
Sentimos cómo la energía de la tierra nos abraza, envuelve y aligera de pesos que se convierten en alas que nos hacen seguir estando en total presencia en el momento presente.
Espiritualidad
Estas experiencias descritas, en su conjunto nos hacen tomar conciencia de una dimensión complementaria y englobadora a nuestro día a día habitual. Mediante esta dimensión espiritual tomamos contacto con conocimientos, intuiciones y experiencias que transcienden nuestro pensar y sentir más material.
Volvemos la mirada a preguntas e inquietudes que posan en nuestro interior y que habitualmente no reconocemos, contestamos o directamente ignoramos, pesando e impidiendo vivir libremente.
Aprendizaje y Descubrimiento
De toda la experiencia vivida en el Camino, cuando volvemos es la hora de evaluar y sentir todo lo aprendido y descubierto con el objetivo de asimilarlo y hacerlo parte de nuestra vida normal.
Este aprendizaje no solo lo podemos acotar a anécdotas y momentos divertidos, sino que debemos ampliarlo a lo aprendido sobre nosotros, los demás y a todo de lo que hemos formado parte espiritualmente.
¡BUEN CAMINO!
Carlos Postigo