Por fin vacaciones es una frase que ya hace días que empezamos a escuchar y que muchos estamos deseando pronunciar durante todo el año. Cuando escuchamos la palabra “vacaciones” la asociamos inmediatamente con sensaciones como el placer, el bienestar y la diversión. Los veranos tienen también una parte de nostalgia, sobre todo de los veranos de la infancia, aquellos tres meses interminables que se llenaban de experiencias para explicar a la vuelta al colegio. La playa, el olor de crema solar, los helados después de comer, las excursiones, los paseos, la vida sin relojes ni despertadores, el camping, los amigos, los amores, los viajes, las siestas … son recuerdos que, quien más quien menos guarda en la memoria con cierta añoranza. No es de extrañar, pues, que esperemos la llegada de las vacaciones con mucha ilusión y muchas expectativas.
Durante este período del año nuestras obligaciones disminuyen y disponemos de más tiempo para dedicarnos a nosotros mismos y a la gente que queremos. Lástima que, como ya no somos niños, nuestras vacaciones duran mucho menos de tres meses y eso hace que las queramos exprimir al máximo, aprovechando cada instante.
Uno de los aspectos que puede verse afectado por este deseo de disfrutar al máximo de las vacaciones es la alimentación. En verano no nos suele apetecer encerrarnos en la cocina a preparar comidas copiosas, ni queremos “malgastar” el tiempo organizando los menús semanales con tanta antelación como lo hacemos durante el resto del año. De alguna manera, en verano nos relajamos, descansamos de nuestros horarios y dejamos la agenda en casa. Además, aunque las vacaciones son una época que esperamos con muchas ganas, a veces pasar de nuestra rutina controlada y segura a llevar un ritmo más libre e improvisado nos puede generar también una sensación de caos y desorganización.
Para disfrutar al máximo estos días de descanso y no angustiarnos por las comidas, podemos tener en cuenta una serie de recomendaciones:
Seamos flexibles: En verano el ritmo cambia y los horarios también. Nos levantamos más tarde, las comidas se alargan, comemos fuera de casa… No disfrutaremos de las vacaciones si estamos pendientes del reloj y queremos controlar en todo momento qué, a qué hora y dónde tenemos que comer.
Improvisemos: Relacionado directamente con el punto anterior, es importante que nos atrevamos a improvisar, cambiar de planes, adaptarnos al día que hace o a la hora en la que se ha levantado la familia. Y lo más importante, hacerlo sin angustias. Si hoy no podemos hacer lo que teníamos planeado, ya lo haremos mañana.
Llenemos bien la nevera: Para poder improvisar y además, hacerlo bien, es necesario que hayamos llenado la nevera utilizando el sentido común. Si tenemos la despensa llena de alimentos saludables nos será mucho más fácil organizar los menús de forma rápida y efectiva. También nos puede ser útil guardar en el congelador los alimentos que se puedan estropear para poder ir sacándolos a medida que los vayamos necesitando.
No nos culpabilicemos: En verano, al igual que durante el resto del año, tenemos que comer de todo y no prohibirnos ningún alimento. Si nos apetece un helado a media tarde nos lo tenemos que tomar, sin sentirnos culpables ni tener remordimientos. Poder improvisar y saltarse las normas forma parte también de una relación saludable con la comida.
Descubramos: Si tenemos la suerte de irnos de viaje podremos conocer lugares y personas que nos descubrirán nuevas realidades y con ellas, nuevas maneras de comer y de cuidarnos. Empapémonos de culturas diferentes y probemos todo lo que nos llame la atención. Quién sabe si descubriremos alimentos que podremos incorporar a nuestro día a día.
Aprovechemos los alimentos de verano: El verano nos regala una gran cantidad de alimentos ideales para esta época del año, que nos aportan la hidratación y la frescura necesarias para pasar los meses de más calor del año. Zumos de frutas, gazpachos, ensaladas frías… Serán soluciones sanas y prácticas para resolver un montón de comidas tanto dentro como fuera de casa.
Hagamos ejercicio: Una de las ventajas más grandes del buen tiempo es que nos permite hacer muchas actividades al aire libre. Si durante el resto del año tienes poco tiempo para hacer deporte o te da pereza, el verano es un buen momento para practicar aquellas actividades que no puedes disfrutar durante el año. Además, puedes aprovechar que la familia o los amigos estan también de vacaciones para hacer deporte en equipo.Desgraciadamente, las vacaciones pasan mucho más rápido de lo que nos gustaría y no nos daremos cuenta que ya estaremos de nuevo inmersos en nuestra rutina diaria. Así que más vale que disfrutemos al máximo de estos días de merecido descanso y ya tendremos tiempo a la vuelta de retomar nuestros hábitos alimentarios, y por qué no, de incluir alguno nuevo que hayamos aprendido durante las vacaciones.
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