Ahora que el regreso a clases está a la vuelta de la esquina, les comparto una lista de alimentos que no conviene mucho incluir en nuestra dieta y en la de nuestros hijos:
1. Jugos de frutas: Particularmente los industriales, por ejemplo, los jugos de naranja comerciales están altamente procesados y no tienen nada qué ver con uno fresco. En otros casos agregan saborizantes artificiales (que son más bien perfumes químicos) y una gran cantidad de azúcares como el jarabe de maíz de alta fructosa u otros endulzantes que no son buenos para la salud. La opción: mejor frutas enteras.
2. Jarabe o Miel de agave: La mayoría del néctar o jarabe de agave está compuesto por fructosa (de 55 a 90%) y es altamente procesado y refinado. La opción: stevia, miel orgánica o miel de dátil
3. Bebidas deportivas: La mayoría están cargadas de cosas que no necesitamos, como azúcar, sodio, colorantes y saborizantes. Son 30 veces más erosivas para los dientes que el agua. La opción: agua de coco natural.
4. Barras energéticas: Particularmente las industriales, contienen proteína de soya barata, jarabe de agave o maíz de alta fructosa y vitaminas sintéticas. La opción: prefiere las hechas en casa o nueces y semillas.
5. Aceites vegetales y mantequilla adulterada: Gracias a la presión que existe por evitar las grasas de origen animal, se consumen mayores cantidades de aceites vegetales refinados, como el de maíz, soya, canola y cártamo. La margarina no es cosa menor, al estar cargada de grasas trans. La opción: grasas con vitaminas, minerales, ácidos grasos como la mantequilla o ghee.
6. Cereales para el desayuno: Son para muchos la forma favorita de empezar o terminar el día. Pero los más comerciales –aún y cuando se esfuerzan en “mejorar” sus fórmulas para hacerlos ver más “saludables”- contienen muchos ingredientes tóxicos. La opción: prepara tu propio cereal a base de granos o semillas que tú elijas
7. Embutidos, salchichas o carnes procesadas: Aunque nos las vendan como proteína saludable, la mayoría están cargadas de nitratos, nitritos, sulfatos y sodio, entre otros aditivos y colorantes. La opción: existen salchichas o jamones hechos artesanalmente. Lee los ingredientes en la etiqueta.
La buena noticia es que ya está en marcha el proceso de un nuevo etiquetado de alimentos mucho más claro que el actual, en el que además de exaltar las “virtudes” de un producto en la parte frontal del empaque, también se especifique si es alto en sodio, azúcares, calorías o grasas. Esperemos que no tarde mucho en ser una realidad, porque, en efecto, hay muchos y grandes intereses de por medio, pero no deben pesar más que el de los consumidores y nuestra salud.
En tanto, nos queda el poder de revisar etiquetas y ser más conscientes de lo que consumimos.