Las redes sociales y los blogs son una muestra importante del hecho de que muchas personas tienen la necesidad de escribir sus experiencias y, a posteriori, de compartirlas.
La escritura tiene, pues, un componente terapéutico: cuando escribimos, lo que hacemos es estructurar mejor los pensamientos, lo cual facilita que podamos ir identificando todas las emociones y las limitaciones que tenemos; si no las hubiéramos escrito, quizá nunca las hubiéramos pasado a la conciencia.
¿En qué se concreta el vínculo entre la escritura y la terapia Gestalt?
A lo largo de los talleres que he organizado e impartido hasta ahora, me he dado cuenta de que la escritura facilita tres actitudes que son los tres pilares o fundamentos de la terapia Gestalt: presencia, conciencia y responsabilidad. Es decir, que:
La escritura facilita estar presentes. Mientras escribimos no podemos hacer otra cosa, se hace necesario estar, ya que no podemos tener la cabeza en otro sitio que no sea en los contenidos o pensamientos que estamos escribiendo.
La escritura facilita tomar consciencia de lo que sea que estamos escribiendo. El hecho de escribirlo permite organizar y clarificar la información que a veces pulula confusa por nuestra mente; en cualquier caso, cuando escribimos nos abrimos a posibles descubrimientos íntimos, a nuevas sensaciones o sentimientos o a aspectos que estaban aparcados inconscientemente.
La escritura facilita responsabilizarnos de lo que descubrimos que somos, hacemos y sentimos. Si no hay conciencia, no hay responsabilidad; una vez tomamos conciencia de ello, podemos ocuparnos de ello, detenernos a encontrar de qué manera lo resolvemos, decidir cómo lo gestionamos y accionar.
Ejercicios de escritura con fines terapéuticos
A continuación, planteo algunos ejercicios de escritura con fines terapéuticos que pueden generar un material personal íntimo a partir del cual empezar a trabajar:
La simple transcripción de pensamientos, tal como nos vienen a la mente.
La escritura de sensaciones y emociones en un momento dado, por algún hecho concreto.
La escritura de un cuento, como metáfora de un hecho conflictivo propio.
La descripción de un personaje que nos atrae o con el que nos identificamos.
La escritura de una carta personal dirigida a nosotros mismos para el ejercicio de la autoconfianza, o dirigida a alguien para cerrar cualquier tema que nos preocupa.
La escritura de la posible resolución a un conflicto a partir de la ficción. Todos ellos son ejercicios que se pueden realizar de forma individual, aunque recomiendo hacerlos en compañía de un terapeuta para así garantizar que los contenidos más relevantes de la persona puedan ser recogidos con el objetivo de integrar los aprendizajes de un modo más eficaz.
En cualquier caso, tanto realizándolos por libre como con seguimiento terapéutico, estos ejercicios son, sin lugar a dudas, una vía de descubrimiento de uno mismo.
La fusión de la escritura y la terapia es, pues, una propuesta interesante y reparadora.