Esto lo notamos con continuas llamadas de atención que nuestros hijos nos hacen, a veces demasiadas evidentes y exageradas.
¿Qué podemos hacer? La respuesta es convertir el tiempo que tengamos, ya sea mucho o poco, en un tiempo de calidad.
El ser humano tiende a buscar y a repetir experiencias agradables e intensas. Basándonos en esta ley natural es la mejor forma de satisfacer la necesidad de atención que tienen tus hijos y de aliviar tu carga y tu conflicto por no tener más tiempo disponible para ellos/ellas.
Hay muchas fórmulas y maneras de convertir tu tiempo en ratos de calidad para tu familia, para los niños. Realmente creo que la que mejor funciona es estar presente, conscientes y atentos a lo que estás haciendo con ellos. Si se trata de jugar, métete en el juego como si fueras un niño más; si estás inventando, pon toda tu capacidad a disposición del invento; si estás hablando con él o ella, pon toda tu atención en escucharlos; no te pongas a atender otros menesteres mientras te habla, deja el móvil, deja de pensar en lo que tienes que hacer, porque todo eso ahora mismo no es importante, ahora sólo está tu hijo/a y el mensaje que te está intentando expresar.
Incluso puedes convertir las horas de estudios para que sea un tiempo con él o ella. Si le ayudas con los deberes ponte a estudiar tú también, deja tu prisa, tu exigencia y explora toda tu imaginación y creatividad para que aprenda lo que toca sin hacerle la tarea. Estos son aprendizajes que no se olvidan. Y si en este momento estás pensando que tú no vales para eso te informo que todos somos creativos, inténtalo.
Puede ser que aun así te cueste y no te salga a la primera, ni a la segunda. Los niños suelen agradecer mucho explicarles qué está pasando en un lenguaje que puedan entender, te pasa también a ti, cuando comprendes la situación te relajas mucho, habla con ellos sobre emociones, cuéntales cómo te sientes, los resultados son increíbles.
Cuando haces que el tiempo que tienes para estar en familia sea un tiempo de calidad, con tu presencia plena, la situación cambia mucho. Tus hijos dejan de tener la necesidad de llamarte la atención para que estés con ellos, porque se sienten atendidos. Tú sientes que el rato que pasas con ellos es un tiempo bien empleado y aprovechado y la culpa, en caso de existir, y la preocupación, descienden provocando relajación y paz, y aparece una sensación de estar haciendo bien las cosas.
Yo trabajo por las tardes, de modo que coincido con mis hijos poco. Afortunadamente me he podido reservar la tarde de los jueves para ellos. Esa tarde es sólo para jugar, investigar y crear con mis hijos. Noto que lo agradecen por los abrazos que me dan a lo largo de esa tarde. Y es curioso, porque en otros momentos me buscan para jugar y tan sólo tengo que explicarles que en ese momento no puedo porque tengo que trabajar y lo entienden perfectamente.
Haz que el tiempo que pasas con tus hijos/as sea un tiempo de calidad.
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