¿Como se puede vivir en el eterno presente?
¿Si el presente es eterno, no existe otro tiempo más que ese?
Esas preguntas son las que surgen a la mente lógica, la que se basa en conceptos medibles. Esa mente es la misma que te trae y te lleva de pasado a futuro creando conflicto.
Esa mente que hace un puente entre esos dos momentos, pasado y futuro, y se salta el ahora.
Este momento pues, es calificado por esa mente conceptual como poco interesante, en el que hay poco que hacer que no sea recordar, añorar o dolerse del pasado, o planificar, preparar y desear el futuro.
Y de esa forma el presente no se percibe tal y como es. Es la forma en la que viven muchas personas. La mente está ocupada planeando el futuro o simplemente angustiándose o preocupándose por algo. Y eso acaba en estrés, ansiedad y angustia.
Es la esencia de Mindfulness, ya sabes, la atención plena al momento presente. Tenemos el concepto de momento presente poco claro. Nuestra mente que se agarra a lo tangible intenta interpretar el presente como si se tratara de una fotografía.
Por eso en cuanto vemos algo que llama nuestra atención sacamos el celular y lo hacemos una foto. Más allá de que nos guste la fotografía, como es mi caso, hay una especie de intención de “cristalizar” el momento y retenerlo.
Eso no es real, en el presente continuo no hay detención del movimiento, todo está en constante cambio, y no asimilar eso es lo que nos produce sufrimiento a través del apego a algo que está destinado a cambiar.
En este video te hablo de ello también.
Todo lo que hay en este universo está sujeto a lo que el Buda llamó Anicca, ley de impermanencia. Con lo cual, todo llega, se mantiene por un tiempo, y se modifica o termina por desaparecer. Es la ley de los opuestos, una ley universal, que una mente aferrada a lo material no entiende.
Por eso sufres, porque no aceptas el movimiento y el flujo continuo de aconteceres en la vida. Por eso también cuando enseñamos a vivir con atención plena incidimos en su comprensión.
Y es por esto que hablamos de aceptación, pues la negación de lo inevitable trae frustración. Al aceptar te abres a lo que sucede y no te aferras a nada, de esta forma también incluyes en tu vida el desapego inteligente, aprendes a soltar y a fluir con el presente.
En esto se basan todas las filosofías o sabiduría ancestrales. En la vivencia consciente del presente.
Pero en el mundo actual con una sociedad de consumo tan activa nos acabamos proyectando hacia un futuro que creemos será mejor que el presente.
Las ganas de mejorar las condiciones de vida son lógicas y normales en cualquier ser humano. Pero la proyección en el futuro a través de la continua insatisfacciòn con el presente generan sufrimiento. Hay que distinguir una cosa de la otra.
No te puedes aferrar a nada fijo. Ni a lo que existe en el mundo material, ni a lo que existe en tu mundo mental. Damos forma a los pensamientos, nos los creemos de tal manera que se convierten en algo muy real. Tan sólo cuando te sales de esa mente pensante te das cuenta de que no es más que una construcción mental.
El sufrimiento procede de ahí. De la no aceptación del presente tal y como es. De la búsqueda de una sensación o emoción diferente a la que ahora sientes. Buscar alivio al dolor es lógico, pero resistirse al mismo no lo hace disminuir sino aumentar.
Se trata de una forma diferente de conseguir algo. Es “hacer sin hacer”, por eso te sientas a meditar, no hay nada que hacer, pero se hace mucho.
La mente pensante no entiende que tan sólo sentándose a observar la respiración, el cuerpo, los pensamientos…se pueda conseguir algo. Esa mente sólo entiende de “hacer para conseguir”, y cuando te empeñas en hacer, a toda costa, a veces, te puedes dar contra un muro…ahí estás sufriendo.
Suelta el ansia de control, suelta el mando de la nave y déjate llevar. ¿A donde? pregunta esa vocecita que no para. No busques la respuesta, no hay que ir a ningún lugar, ya estás aquí y ahora.
Sientelo, respiralo…
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Gracias!
Luis Miguel Colado.
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